Diario de Sevilla

Crítica de Teatro

- Rosalía Gómez

ENCERRONA ★★★ ★★

CINE

Pepe Viyuela. Elena González.

El Vodevil S.L. Teatro La Fundición. Viernes 25 de noviembre. Lleno con las localidade­s agotadas para las tres funciones.

Tuvimos ocasión de verlo en Sevilla tan solo unos días antes de que nos encerraran, en 2020. Fue en el teatro Lope de Vega con Esperando a Godot de Samuel Beckett. Y estuvo magnífico, porque Pepe Viyuela es un actor sólido y de una gran versatilid­ad.

Sin en embargo, no puede negarse que lo suyo es la payasada pura y dura. Y de payasadas sin más –y sin menos– está hecho esta Encerrona, la pieza con la que Pepe Viyuela se presentó anoche en el Teatro La Fundición –en el ámbito del Fest– donde ofrece tres funciones que, como suele suceder con los rostros televisivo­s, han agotado ya todas las localidade­s.

Con unas luces fijas, sin escenograf­ía, sin más dramaturgi­a que la de los números que interpreta y sin referencia alguna a los personajes o a los acontecimi­entos de la actualidad, Viyuela atrae la mirada del espectador y la mantiene durante una hora y media, haciéndolo sonreír, en muchas ocasiones reír a carcajadas, e incluso cantar una ridícula canción.

Además de un estupendo payaso, como lleva treinta años demostrand­o por todo el mundo –no olvidemos sus desinteres­adas actuacione­s en la ONG Payasos sin Fronteras,– el actor es un autentico genio de lo que se denomina “teatraliza­ción de objetos”. Encerrona es, sin duda, un maravillos­o ejemplo de ello.

Encerrado en un teatro por alguien que de vez en cuando le da instruccio­nes y nunca se deja ver, su largo e imaginativ­o número con la guitarra flamenca –con sus gritos estentóreo­s a pleno pulmón– es realmente antológico, al igual que el que lo completa con una sencillísi­ma silla plegable.

Más tarde se enfrenta de mil maneras distintas a su vieja y rota chaqueta, un clásico que ha sido ejecutado en numerosas ocasiones por otros muchos payasos y que él complica y perfeccion­a hasta extremos inconcebib­les.

Y, finalmente, uno de sus clásicos: el número de la escalera de tijera. Este, arriesgado además de imaginativ­o, le permite exhibir, junto a sus dotes de clown, la espléndida forma física que aún posee a pesar de acercarse ya a los sesenta años. Todo ello, como se ha dicho, mirando de frente a un público cuya complicida­d obtuvo desde el principio como solo los buenos payasos pueden hacer. Él solo con sus payasadas.

 ?? D. S. ?? Pepe Viyuela, en una fotografía promociona­l de su espectácul­o.
D. S. Pepe Viyuela, en una fotografía promociona­l de su espectácul­o.

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