Diario de Sevilla

El ‘Flaco’, fiel escudero del ‘Ingeniero’

● Cousillas, con Pellegrini desde el 13 de febrero de 2001 en San Lorenzo, vive el Betis con la gran pasión de un hombre de fútbol humilde y ganador

- Juan Pinto

El 9 de julio de 2020, el Betis hizo oficial la contrataci­ón de Manuel Pellegrini Ripamonti, el hombre que le ha cambiado la vida al club verdiblanc­o. Y con el Ingeniero aterrizó una persona que, poco a poco, al igual que el chileno, se ha ganado el aprecio y el cariño de la parroquia heliopolit­ana: Rubén Osvaldo Cousillas Fuse.

La forma tan intensa en la que vive los partidos, tanto oficiales como amistosos –“No vamos a hacer un papelón. No nos puede pasar otra vez lo mismo”, gritó a los jugadores béticos cuando apenas se llevaba disputado un cuarto de hora y habían encajado ya tres goles en el primer amistoso ante Colo-Colo, después venir de perder (4-0) ante River Plate– es una buena muestra de la pasión con la que el segundo de Pellegrini siente el fútbol. Esos brazos al aire en cada festejo de gol del Betis y esos besos a las estampitas de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena quedarán para siempre en la memoria del hincha que siente en verdiblanc­o, al igual que sus evocacione­s al Kirikocho, esa leyenda con origen en el fútbol argentino a modo de mufa hacia el contrario –sirva como anécdota su caminata hacia el banderín de córner en esa tanda de penaltis en la que el Betis se proclamó campeón de Copa en la Cartuja, con su habitual ritual mientras tiraban jugadores como Gayá y, sobre todo, Musah, que falló–.

Pero Cousillas es más que un segundo entrenador para Pellegrini. Ambos llevan juntos desde el martes 13 de febrero de 2001, cuando el chileno tomaba las riendas de San Lorenzo de Almagro. En una entrevista en El Gráfico, publicada el 14 de agosto de 2009, Cousillas desveló las palabras exactas que le dijo el Ingeniero: “El tema es que nos juntamos un rato antes de la presentaci­ón oficial. Ahí me dijo: ‘Yo trabajo de esta manera, conmigo tendrás toda la confianza del mundo mano a mano, soy el único responsabl­e y te voy a evaluar tres meses. Si me conformás, te quedás; si no, buscaré a otro’. Desde ahí no creo más en la mala suerte”.

Fernando Miele, empresario de importanci­a por entonces en el país argentino y presidente de San Lorenzo, los unió y más de veinte años después siguen juntos y haciendo historia en el Betis. En el club azulgrana, por tanto, surgió todo. Un club en el que Cousillas fue un ídolo como portero. El Flaco de Boedo lo llamaban y así sigue siendo recordado por Los Cuervos (apodo que reciben los hinchas azulgranas) más longevos, tras aquellos 7 años (1980-1987) en los que defendió la portería de San Lorenzo, el club argentino que más marcó su etapa como jugador, aunque también cabe mencionar su paso por Argentinos Juniors en el final de su carrera (1992-95) y, por supuesto, su amado Club Atlético Sarmiento de la ciudad argentina de Roque Pérez, en donde nació el 9 de mayo de 1957.

Así empezó forjarse una relación de amistad, respeto y compañeris­mo, hasta el punto que Cousillas siempre ha querido estar al lado de Pellegrini en los banquillos, creciendo como persona y como entrenador. Pero más allá de lo futbolísti­co, lo más importante es el alto grado de humildad y de buena persona que atesora Cousillas, quien lo refleja en su día a día en el Betis. Sabe escuchar al jugador, aconsejarl­o y ser el brazo extensible de Pellegrini. Los diálogos entre ambos se ven en cada entrenamie­nto y partido. No son primero ni segundo entrenador, son dos amigos, dos hombres de fútbol. El Flaco, fiel escudero del Ingeniero.

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ANTONIO PIZARRO Cousillas dialoga con Pellegrini durante un entrenamie­nto en la ciudad deportiva.

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