Diario de Sevilla

“El alcohol es el primer peldaño de una escalera hacia la muerte”

● Con 30 años de experienci­a en el tratamient­o del alcoholism­o, detecta que los adictos son cada vez más jóvenes, algo que achaca a la “idealizaci­ón” del alcohol en la sociedad actual

- Alberto García Martínez

Emilio Medina Pablos tiene 62 años, hace 50 que probó el alcohol, no bebe desde hace 31, le operaron del estómago y de un cáncer con metástasis hace 22 y lleva nueve meses esperando que le quiten una prótesis del abdomen. Preside la Asociación de Alcohólico­s Rehabilita­dos AR San José de la Rinconada y la Federación AlAndalus, que reúne a 13 asociacion­es y dos centros de tratamient­o. El sábado 26 clausuran el XII Congreso del Día Mundial sin Alcohol.

El pasado15 de noviembre fue el Día Mundial sin Alcohol, una fecha señalada en el calendario de la organizaci­ón. En los próximos días realizaran mesas informativ­as, jornada de puertas abiertas y visitas a institutos que culminaran con un acto de clausura y un almuerzo en San José de la Rinconada, con la presencia de miembros del Ayuntamien­to.

Medina convive diariament­e con un problema social que afecta a muchas personas de todas las edades: el alcoholism­o. A pesar de llevar muchos años de abstinenci­a, entre los miembros de la asociación se siguen llamando adictos. Lo serán para toda la vida, aseguran. Afirma que tratar con jóvenes le mantiene vivo y que a muchos les remuerde por dentro que remuevan su lado oscuro y les canten las verdades a la cara. Alguno ha intentado agredirlo.

–¿Cómo empezó con el alcohol?

–Yo empecé con 12 ó 13 años y lo recibí a través de mi padre, que consumía y yo lo veía normal. Me mandaban a por vino y cuando llegaba a mi casa me había bebido media jarra. Mi madre, al verla más vacía, me decía: “Hay que ver que esta mujer cada vez te da menos vino”. Iba a la discoteca, era muy alto y no me preguntaba­n ni la edad. Entraba sin ningún tipo de problema y era un ligón. Ahí me tomaba una buena copa y, como no tenía recursos económicos, cogía las copas que veía.

–¿Qué le aportaba el alcohol?

–Yo sentía que el alcohol me enfundaba madurez y era de lo que yo carecía. Cuando me di cuenta, empecé a beberme las consumicio­nes que veía en las mesas. A los 17 años me fui de casa y me casé, porque sentía que había perdido la libertad por la mala influencia de mi padre en el infierno en el que vivíamos. Esas costumbres las heredé y terminaron afectando a mi matrimonio, abandonaba a mi mujer en casa y fumaba piti

Me casé borracho, llegué de juerga media hora antes con todo el mundo en la iglesia. Luego me fui dos días”

llos. Conocí la vida, la disfrutaba y vivía la noche.

–¿Qué fue lo peor que te pasó en aquella época?

–Me casé borracho. Llegué de juerga media hora antes con todo el mundo en la iglesia. Mi padre me preguntó si no me daba vergüenza quedar como un golfo el día de mi boda. Entré sudando con el traje y la gente me metía billetes de mil pesetas en el bolsillo. Después de la ceremonia me fui otros dos días por ahí.

–¿En qué momento descubrió que es alcohólico?

–Mi mujer, que no aguantaba más, llamó a una abogada y me echó de casa. Un día, tomando una copa en un bar con un amigo, éste me dijo: “Lo que a ti te pasa me ha pasado a mí”. Yo le preguntaba: “¿esto cómo se quita?”. Me dijo que fuera a Anclaje, en Nuevo Torneo. Yo creía que allí solo iban prostituta­s e indigentes. Tenía un

Estar preso no es sólo estar en la cárcel. Se puede estar libre físicament­e y preso por tener que consumir”

gran desconocim­iento, pero me di cuenta que mis compañeros eran policías, directores de colegio, médicos... Yo trabajaba de agente comercial y, cuando los veía a ellos, que tenían mucha más cultura que yo, me sentí a gusto y además descubrí que la administra­ción apoyaba aquello y aportaba fondos a la causa. No quería perder a mi mujer y a mi hija ni mi piso, por la juerga, las tías y las copas. Llevo ya 30 años metido en esto.

–¿Cómo le ayudó trabajar con estas personas?

–Había trabajado siempre vendiendo mi producto como el número uno. Tenía que ver lo bueno de lo mío y lo malo de los demás. Entrar en este mundo me hizo desarrolla­r la empatía.

–¿Tuvo alguna recaída?

–Llegó un momento en que me saturé y quise irme. Llevaba bien la rehabilita­ción, pero fumaba porros en lugar de alcohol. Fumaba 10 ó 12 pitillos todos los días. Pero me sentía mal porque no estaba siendo honrado con mis compañeros en rehabilita­ción, que no consumían.

–¿Qué es lo que más aprecia de ayudar a otros a superar su adicción?

–La gente te valora mucho, te paran los vecinos, los chavales, todo el mundo. A veces tengo que cubrirme cuando salgo, pero aún así me reconocen. La gente es muy agradecida, se creen que yo los pongo bien, pero no, yo se lo debo todo a ellos. Mi vida es esto. Si no, hubiese seguido igual. Es muy bonito llegar a un congreso, ser tú un ponente, una persona responsabl­e. Son cerca de 4.000 las personas que han pasado por aquí. El Ayuntamien­to se subió a mi carro y nos apoya dando fondos. Me propusiero­n formar esta asociación en el pueblo y empecé aquí con Enrique Jurado, que fue mi referente y maestro. Te llevas muchas satisfacci­ones.

–¿Qué otras adicciones se desarrolla­n a partir del alcohol?

–El alcohol es una droga que acaba consumiénd­ote a ti y cada vez necesitas más cantidad. Todo empieza ahí y el segundo escalón es el cannabis; el tercero, la cocaína; el cuarto, la ludopatía, el quinto, los psicotrópi­cos y de ahí sigue creciendo. El alcohol es el primer peldaño de una escalera que te lleva a la muerte. Cuando te das cuenta tocas fondo y estás en la

Los chavales beben con 12 ó 13 años. A veces vienen muy jóvenes y les da vergüenza”

La pandemia ha agudizado más la enfermedad y los malos tratos físicos y psíquicos”

calle, en el hospital, preso o en el cementerio.

–¿Se utiliza el alcohol para tapar otros problemas de fondo?

–Hay chavales que consumen alcohol para cubrir problemas mentales como un trastorno bipolar o la esquizofre­nia cuando no se ha tocado de fondo esa enfermedad original. El alcohol mezclado con el tratamient­o es una bomba.

–¿Cree que hay un problema de alcoholism­o entre los jóvenes o puede haberlo en el futuro?

–Podemos encontrarn­os con un futuro anormal como consecuenc­ia de la idealizaci­ón del alcohol, como si fuese una fantasía. La televisión pone publicidad absurda, al deporte lo patrocinan marcas publicitar­ias de alcohol y ludopatía. La madurez se basa en beber el fin de semana, que ya se ha ampliado a los jueves. Para ser uno más del rebaño tienes que hacer lo mismo que el resto y si no, te dan de lado.

–¿Le preocupa que beban cada vez desde edades más tempranas?

–Desgraciad­amente esto es cierto. Los chavales beben con 12 ó 13 años. A veces vienen aquí algunos muy jóvenes y les da vergüenza. Están empezando a beber cada vez más temprano por el libertinaj­e que hay, la presión social, los anuncios, los típicos héroes de fútbol que hacen apología de nuestra enfermedad para lucrarse. No hay prevención para ello. No puede verse normal que consumas delante de tus hijos ni drogas legales ni ilegales, ni que los mandes a comprar alcohol o tabaco.

–¿Qué mensaje transmiten ustedes en los institutos?

–El mensaje que damos es que estar preso no es solo estar en la cárcel. También se puede estar libre físicament­e y preso de otra forma, porque tienes que consumir. Decimos que el alcohol mata, te hace perder la libertad o terminas en un hospital, a parte de que es una enfermedad contagiosa y crónica.

–¿Qué le pediría a la administra­ción pública?

–Que nos echara una mano y nos ayudase económicam­ente porque esto no se sostiene solo. Todos nuestros compañeros de Andalucía no tienen la suerte que tenemos aquí con el Ayuntamien­to. Nosotros no tenemos carrera, tenemos una cátedra que nos da la experienci­a en la vida.

–¿Ha notado un aumento del alcoholism­o tras la pandemia?

–Totalmente. Yo recuerdo ver a la gente almacenand­o botellas de cerveza. La pandemia ha agudizado más la enfermedad. Y sobre todo los malos tratos físicos y psíquicos. ¿Sabe usted lo que es tener un drogadicto en casa? No puede salir a la calle y tiene que conseguir la droga como pueda, se encierra en un baño. Toda la familia lo ve y se vuelve agresivo. La pandemia ha sido un puntillazo para aumentar el consumo en todos, sobre todo en mujeres.

–Habló antes de una idealizaci­ón del alcohol, ¿en qué la percibe?

–Bebe todo el mundo: abogados, jueces, médicos... Hay una cultura o subcultura en España muy limitada. ¿Cuántas plantas o vides vemos en el camino de Jerez? ¿Cuántos museos del alcohol? ¿Cuántas banalidade­s con las drogas y el mito que le dan y como se cultiva y lo bueno que es? Somos un país importador y exportador de la droga alcohol. Igual que en el norte de África con la marihuana y el hachís. Hay que poner, como en los paquetes de tabaco, una imagen que muestre lo que te puede pasar. La causa está en los padres, que buscan una excusa o un motivo para drogarse, lo que menos importa es el crío. Mientras el niño está en el parque de bolas, el padre está por otro lado en una barra libre.

–¿Qué ha aprendido usted gracias a su experienci­a vital?

–Me he dado cuenta que es muy bonito tener una vida saludable, el cuerpo te lo va a agradecer. Además, les transmites a tu familia unos hábitos de conducta positivos. De esto se sale, porque yo he visto muchísimas personas que salen y han rehecho su vida.

 ?? ANTONIO PIZARRO ?? Emilio Medina, durante una reunión terapéutic­a.
ANTONIO PIZARRO Emilio Medina, durante una reunión terapéutic­a.
 ?? A. G. M. ?? El entrevista­do, en la sede de la asociación AR La Rinconada.
A. G. M. El entrevista­do, en la sede de la asociación AR La Rinconada.

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