CAMBIANDO LAS REGLAS MATEMÁTICAS
ERAN tiempos oscuros en los que la gente casi tenía que pedir permiso para hacer una reunión a riesgo de ser detenido. Décadas en las que no existían asociaciones porque esto podía ser interpretado, desde el Régimen, como el detonante hacia la creación de partidos y dar lugar a la tan temida diversidad ideológica.
Pero la dictadura llegaba a su fin y España se abría al mundo. Empezaban a constituirse los primeros movimientos en los que había turnos para ejercer la palabra. Se debatía y se hablaba en público. Ahora sí, se tomaban decisiones en común que inf luían en el beneficio de los demás.
Eran las primeras asociaciones vecinales. Conjuntos de vecinos que representaban en un espacio íntimo y mínimo, el verdadero significado de Soberanía Nacional, y que desempeñarían un papel fundamental para configurar todo lo que estaba por venir y que llegó.
Estas asociaciones vecinales fueron “escuelas de democracia”. Ágoras en las que la mujer tenía un sitio privilegiado en el que serían escuchadas, tenidas en cuenta y donde adquirían responsabilidades públicas que, hasta esos instantes, eran absolutamente impensables porque sólo se dedicaban a “sus labores”.
Era el año 1967 cuando se constituyen y la mujer está dispuesta a transformar una larga etapa en la que había sido invisible. Y lo era porque estaban vetadas en las juntas directivas por las leyes franquistas, no podían participar y su presencia estaba restringida.
Los actos de protestas que organizaban y en los que estaban presentes, dieron sus frutos: ya estaban en la presidencia, en las juntas y en las vocalías de estas asociaciones vecinales, y se organizaban para lograr la igualdad de la mujer.
Casi todas, por no decir todas, eran amas de casa. Pero el tiempo fue transcurriendo y a ellas se fueron sumando universitarias, católicas y feministas, y juntas iniciaron un camino que ya no tendría marcha atrás.
Hoy la mujer es la gran protagonista de una época en la que la sociedad se ha hecho mayor y todas ellas se saben modernas, innovadoras, tecnológicas y más que dispuestas, preparadas y formadas para ser la palanca de todos los cambios que están por venir.
Son profesionales, empresarias y emprendedoras que se reúnen en torno a objetivos comunes. Mujeres como las que forman parte de la Asociación de Empresarias Sevillanas que hace apenas unos días, celebraban la I Gala de Empresarias Sevillanas para congregar, en torno a ellas, un discurso en el que su presidenta, Vanessa Muñoz, reconocía la valentía demostrada por las asociadas durante la pandemia.
Un grupo que supo organizarse para construir juntas, para aportar y para generar riqueza no sólo en Sevilla sino también para toda Andalucía. Porque ellas, las Empresarias Sevillanas, han seguido creando empleo y avanzando desde nuestra tierra.
Todas ellas se sienten más que orgullosas de ser mujeres y empresarias. Saben que han cambiado las reglas de las matemáticas convirtiendo la suma en una multiplicación cuyo resultado es su incansable disposición a dar nuevas respuestas a pesar de que, cómo decía el gran Mario Benedetti, les estén cambiando las preguntas a cada paso.