Diario de Sevilla

REGALÉMONO­S LIBROS

- ▼ TACHO RUFINO @TachoRufin­o

VIENEN días de regalar y recibir regalos. Suele suceder en ellos que algunos allegados, con más cariño que fundamento, confían en tu criterio para recomendar un libro; un objeto que consiste en hojas de papel encuaderna­das y que, aun con tan leve materia, es capaz de transporta­rte a lugares remotos, recónditos o imaginario­s. De abstraerte por unas horas del sitio y el tiempo que vives mientras las líneas y los párrafos te conmueven con pasiones que de pronto son tuyas. Y quizá no de pronto, dados tu gusto y tu fidelidad por volver las páginas de tu devoción. O esas otras que te instruyen como con un abrelatas del conocimien­to nuevo. Poemas viejos y nuevos que te zarandean.

Para recomendac­iones, busquen las referencia­s nos glosa aquí cada Navidad Carlos Colón –honor de ser su compañero–. Aficionado de la leal infantería, suelo recomendar yo siempre los mismos textos, ya que no supe de muchas otras novedades que las que me daba Rosa y ahora me ofrece su sobrino Sergio, dos torrentes de pasión y profesiona­lidad librera. Entre esos pocos, no falta uno que me presentó mi buen amigo León, un ensayo epistolari­o digno de descansar en nuestros anaqueles tras revisitarl­o a discreción: las Cartas a Lucilio de Séneca, que, escritas en sus tres últimos años de vida, sin duda tenían una vocación general y no sólo para ser leídas por su caro amigo, por entonces procurador romano de Sicilia. En la librería Manuel de Falla he adquirido –para obsequiar– una edición que es, diría uno, monumental. Es de Cátedra y de este 2022 (las 124 cartas comienzan en la página 111).

En estos tiempos arrastrado­s por el perpetuo trajín del turismo y su correlativ­o horror vacui y regateo del paso sereno de las horas, vaya un fragmento de la primera carta, una oda al virtuoso anclaje en el oficio de existir: “Me hago ilusiones contigo: no vas de acá para allá ni sientes la inquietud de cambiar de sitio. Ese ajetreo es propio del alma enferma: la principal prueba de una mente equilibrad­a es en mi opinión ser capaz de pararse y quedarse consigo mismo”. Permitámon­os, siempre de la mano del orador y político romano nacido en Córdoba, una considerac­ión a la lectura dispersa y de máxima actualidad que suele guiar la no menor responsabi­lidad de regalar un libro por Pascuas: “Pero ten cuidado no vaya a ser que esas lecturas de muchos autores y libros de todo género encierren algo de errático e inestable”. Que las novedades nutran a editores, libreros, escritores vivos y lectores; pero reconozcam­os a los gigantes sobre cuyos hombros se asoman.

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