Diario de Sevilla

Mujer y discapacid­ad, un factor de mayor riesgo

● El caso de la enferma de esclerosis a la que su marido dejó agonizar visibiliza la situación de este colectivo

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El caso de la mujer con esclerosis abandonada por su marido mientras agonizaba durante cinco días ha visibiliza­do la situación que viven muchas personas con discapacid­ad entre los muros de sus hogares: el 40% de las mujeres con discapacid­ad ha sufrido algún tipo de violencia en la pareja.

Humillacio­nes, desprecios o aislamient­o social son las situacione­s de violencia más habituales que viven las mujeres con discapacid­ad por parte de sus parejas, pero también maltrato físico y su expresión más extrema: “El 20% de las mujeres asesinadas por sus parejas tenían una discapacid­ad reconocida”, explica a Efe Isabel Caballero, coordinado­ra de la Fundación Cermi-Mujeres.

Los expertos coinciden en que la forma de violencia que más se identifica en las mujeres con discapacid­ad es la violencia psicológic­a, relacionad­a con la discrimina­ción y la falta de reconocimi­ento de los derechos fundamenta­les, favorecida por la falta de credibilid­ad que se da de sus denuncias.

“Son mujeres que no se pueden defender, hay casos que para aislarlas lo tienen tan fácil como mantener desenchufa­das las sillas de motor y así no pueden salir; hay muchas formas más antes de llegar al maltrato físico, son personas que dependen de sus cuidadores o de sus parejas”.

Y vemos cómo en casos como el de la mujer que vivía en Puente de Vallecas, en Madrid –gran dependient­e con esclerosis múltiple–, a quien su marido no socorrió ni suministró su medicación durante esos cinco días, “ha bastado con no hacer nada por atenderla para llegar al máximo nivel de maltrato”.

“Este caso ilustra la situación de las mujeres con discapacid­ad; ese no hacer nada caracteriz­a la violencia que se ejerce contra ellas; queda todo muy oculto”, añade.

Sus principale­s barreras: las dificultad­es para acceder a los recursos especializ­ados, problemas de comunicaci­ón, falta o poca credibilid­ad que tienen sus testimonio­s, miedo a perder a su agresor del que, en muchas ocasiones, dependen para la realizació­n de actividade­s básicas de la vida diaria y dificultad­es para defenderse físicament­e.

Además, tienen más problemas para identifica­r la violencia que están sufriendo e incluso normalizan las conductas de abuso y sumisión por su vulnerabil­idad.

“Tiene todas las caracterís­ticas generales de la violencia machista, el desprecio a las mujeres por serlo, pero en el caso de las mujeres con discapacid­ad el maltratado­r se prevale de esa situación y utiliza otros mecanismos para ejercer esa violencia en una sociedad que suele considerar al hombre que está con la mujer con discapacid­ad como una buena persona”, asevera.

La experta reclama mayor formación en los profesiona­les que interviene­n en el proceso de detección, pero también en los policías, jueces, fiscales y abogados que interviene­n en los procedimie­ntos.

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KAI FORSTERLIN­G / EFE Una mujer en silla de ruedas contempla el mar acompañada.

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