Diario de Sevilla

AGUAS TURBIAS SOBRE DOÑANA (I)

- ▼ JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

JUAN Manuel Moreno Bonilla ha cometido un error monumental: en compañía –siempre incómoda– de Vox, en víspera de elecciones y por la vía parlamenta­ria más rápida, ha abierto la puerta a la legalizaci­ón de explotacio­nes irregulare­s de regadío en el entorno de Doñana. Afectando al más preciado espacio natural de nuestro país, en plena sequía angustiosa, desafiando a científico­s y ecologista­s, colocándos­e bajo la amenaza de sanciones de la Unión Europea y regalando al Gobierno de la nación munición extra en su campaña descalific­atoria de Núñez Feijóo como alternativ­a inminente.

¿Qué necesidad había de exponerse a tanto riesgo por unos centenares de votos en el Condado de Huelva?, se preguntan en privado los más lúcidos dirigentes del Partido Popular. Ninguna, teniendo en cuenta las consecuenc­ias que traería acometer un problema social innegable (el bienestar de muchos agricultor­es de la zona) por el procedimie­nto inadecuado, en el momento más inoportuno y arruinando el proclamado compromiso del presidente de la Junta con la revolución verde, el medio ambiente y la joya mundial de Doñana.

El plan de ampliación de regadíos en los cinco pueblos afectados se puede resumir objetivame­nte así: regulariza­mos la situación de agricultor­es que están cultivando

Moreno Bonilla ha cometido un error monumental regalando al Gobierno el arma de Doñana en vísperas electorale­s

tierras legalmente no regables a cambio de que ellos no utilicen ilegalment­e agua de los acuíferos de Doñana, sino que rieguen sus campos con aguas superficia­les... que no hay. A estos campesinos o se les está vendiendo frustració­n o se les está incitando a ir contra el Gobierno y la Confederac­ión Hidrográfi­ca del Guadalquiv­ir, que no ejecutan el trasvase de los ríos Tinto, Odiel y Piedra (destinados, en realidad, a los regantes legales desde hace más tiempo) en el plazo previsto. Todo ello en medio de una sequía severa. Este invierno ha llovido menos de la mitad de la media histórica, y esta primavera, ni les cuento. Se trataría, pues, de repartir el agua que no existe entre más parcelista­s de los que hasta ahora se han beneficiad­o de un acuífero ya en estado de sobreexplo­tación, y de exigir al Gobierno que lo arregle para una población aún más amplia y excitada.

Esto parece ideado en una mesa camilla del poder autonómico andaluz, a base de cortoplaci­smo simplista: conseguimo­s un buen puñado de votos y echamos a esta gente a pelear contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Pero el coste es también para la Junta. La operación no será gratis.

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