Diario de Sevilla

MORATORIA MORAL

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

UN amigo ha visto en qué gastan el dinero en los contratos de menor cuantía nuestras administra­ciones locales. A los portales de transparen­cia deberíamos asomarnos más los ciudadanos, quiero decir, los contribuye­ntes, esto es, los paganos. Hay alquileres curiosos y gastos de difícil justificac­ión. A mí, que soy tan teórico, me preocupa más aún ver cuánto dinero se va en ideología woke, también en las administra­ciones dirigidas por el Partido Popular.

Teniendo en cuenta la crisis, la inflación

En la actual coyuntura socioeconó­mica, quizá podrían recortarse subvencion­es ideológica­s y a ver qué pasa

y la presión fiscal ¿no es una oportunida­d para hacer un experiment­o? Poner a todas estas iniciativa­s de adoctrinam­iento ideológico en una especie de paro biológico: decretar una moratoria moral de una legislatur­a al menos. Que no haya ninguna subvención para este tipo de movidas, talleres, charlas, verbenas, observator­ios o asociacion­es varias. Dejarlos sin la bombona de oxígeno del presupuest­o, para que atraviesen a pulmón cuatro añitos. A ver lo que aguantan.

Como nos explica Álvaro Delgado-Gal, Adam Smith sostenía que la sociedad crece de abajo arriba: “Lo deseable es que un gobierno centre su energía y capacidade­s en garantizar la paz y la propiedad, sin más requilorio­s o garambaina­s! Si un movimiento ideológico con sus chiringuit­os anejos no puede sobrevivir sin ayudas de dinero público, es bueno que no exista, porque su presencia artificial altera los equilibrio­s del ecosistema cívico en que se le implanta. Y si puede sobrevivir sin respiració­n asistida, sumaría Smith, ¿para qué vamos a mantenerlo con un dinero que sale del trabajo de los contribuye­ntes?

Mi escéptico liberalism­o no llega a afirmar esta última opción. Unas sensatas ayudas públicas pueden ser el muy justo pago al beneficio que determinad­as asociacion­es producen a la comunidad. Por ejemplo, las hermandade­s de Semana Santa. Pero éstas han sobrevivid­o, en el mejor de los casos 500 años, y otras algo menos, pero bastante, contra los vientos de la historia y las mareas de la economía. Bastaría la moratoria de cuatro años para ver el aguante de tantas asociacion­es woke como sobrevuela­n en círculos alrededor de los presupuest­os.

Como definición de ideología quizá sirviese “una intenciona­lidad extractiva de nervioso activismo disfrazada de sistema relativame­nte coherente de ideas y principios”. Una manera de dejar sólo las ideas auténticas y los principios con raigambre sería cortar una temporada la mamandurri­a.

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