Erice niega que ‘Cerrar los ojos’ llegara tarde para entrar en la competición de Cannes
El festival de Cannes vivió ayer un desencuentro entre su director, Thierry Frémaux, y Víctor Erice a cuenta de la sección en la que finalmente ha participado la nueva cinta del cineasta español, Cerrar los ojos, y que llevó al realizador a no estar presente en el certamen.
El motivo es la selección de la película en una proyección fuera de concurso y no en la competición, tal y como esperaba el propio Erice, que en una carta abierta enviada al diario El País explicaba que intentó hablar con Frémaux al respecto, algo que fue imposible.
En esta misiva, Erice explica que en un principio recibió una propuesta de inaugurar la Quincena de Realizadores y “de inmediato” escribió a Thierry Frémaux para decirle que si Cerrar los ojos no iba a ser seleccionada en competición por la Palma de Oro, “lo comunicara con tiempo suficiente”. “Es algo que se acostumbra a hacer, para poder así considerar las otras opciones que a la película se le ofrecían”, remarcó. “Pero en ese tiempo de espera, Frémaux nunca dio señales de vida. El comité de la Quincena mantuvo su ofrecimiento durante semanas, hasta agotar el tiempo de sus protocolos”, lamentó Erice, quien afirma haberse enterado de la proyección fuera de concurso por la rueda de prensa de anuncio de la programación. Además, Erice defendió que en ningún momento su película llegaba fuera de plazo para la competición y que en marzo se había enviado a Cannes un corte final con un “relato confiable de la película” en formato QuickTime.
Por su parte, en el festival respondieron estar “sorprendidos” por estas afirmaciones y remarcaron que la selección de Cerrar los ojos “se llevó a cabo en las condiciones habituales. El director fue notificado de la invitación a la Sección Oficial de su película el 12 de abril. Desde el principio hubo un diálogo continuado”, afirman.
El valenciano Román, que paseó una oreja, y el madrileño Francisco José Espada, a quien se la negó la presidencia, hicieron ayer un despliegue de entrega en la decimotercera corrida del abono de San Isidro, la que marcó exactamente el ecuador de la feria madrileña.
Más allá de los matices y de los distintos aciertos y errores de sus faenas, ambos no regatearon esfuerzos ante una corrida de dos hierros distintos en la que hubo toros complejos, pues casi todos apuntaron buen fondo pero con una falta de mayor empuje que les restó claridad y opciones en el último tercio.
El primero de Román, un serio pero muy bien hecho castaño, fue el de mayor calidad y clase, aunque estaba lastrado por cierta debilidad de remos que desaconsejaba las exigencias con que lo trató el valenciano, que apenas pasó de mostrar así su buena actitud.
Claro que, con esa mentalización, lució más con el quinto, un hondo toraco de Montalvo que tuvo ante la muleta un comportamiento muy poco definido, alternando buenas arrancadas con un constante y frenético calamocheo ante el que Román nunca volvió la cara ni aflojó las zapatillas de la arena.
Fue el suyo un auténtico y largo esfuerzo, aguantando toda esa brusquedad en un pulso de voluntades, aun a sabiendas de los riesgos de tan alocado comportamiento del astado salmantino. Y como además lo mató de una buena estocada, el premio de esa oreja para el levantino estuvo más que justificado.
Como también lo estaba la que le pidieron con mucha fuerza a Francisco José Espada de su primero, y que le negó injustamente
Deslucida fiesta para el Betis en su tercera clasificación europea consecutiva. Los verdiblancos sellaron el pasaporte gracias al empate del Sevilla en Elche, pero perdieron cualquier opción de alcanzar ya al quinto clasificado, en este caso el Villarreal, con lo que se hace imposible la posibilidad de llegar a la Liga de Campeones si el Barcelona fuera descabalgado por el escándalo Enríquez Negreira. Son las múltiples posibilidades en este final de Liga, pero lo que sí tienen segura ya los béticos es la Conference League a la espera de lo que suceda entre el Osasuna y el Athletic. El problema es que los verdiblancos llegaron a esa circunstancia con una derrota contra el Getafe que tal vez no entraba dentro de las previsiones a la vista de la situación del cuadro madrileño.
Pero éstas son las cosas del fútbol, cuando el Betis había mejorado de forma patente respecto al primer periodo; cuando Ayoze y Juanmi habían desaprovechado una doble ocasión clarísima para poner a los suyos por delante, el segundo de ellos en un remate a puerta vacía (48’); cuando se iniciaba un carrusel de llegadas inquietantes para David Soria, con Alderete evitando un remate de Juanmi (53’) y con un gran cabezazo de Ayoze en un centro de Canales (62’), llegó el jarro de agua fría.
El Getafe, que se había quedado sin gas en el intermedio y que ya no presionaba, ni de lejos, como lo hacía en la primera mitad, sí supo aprovechar su ocasión para dejar sin aire también al Betis. Un córner a favor, un buen balón de Milla desde la esquina y una entrada de Alderete como si fuera un tren para pillar desprevenido a Ayoze. Apenas diez minutos después llegaría la tarjeta roja a Pezzella y el cuadro de Manuel Pellegrini prácticamente dimitió del litigio. Las llegadas ya serían escasas y, salvo en una gran jugada de Ayoze desperdiciada por Joaquín (90’), el peligro desapareció.
El Betis se marchaba frustrado en un día marcado para la fiesta. Pero es que la tela de araña de José Bordalás se les iba a atragantar de forma considerable a los hombres de Pellegrini. Ni siquiera la temprana lesión del futbolista
La tarjeta roja a Pezzella supone el mayor número dentro del campeonato liguero
se iba a anticipar en la mayoría de las ocasiones a un Betis que estaba visiblemente incómodo para tratar de controlar el juego.
Los verdiblancos lo intentaban de todas las maneras, pero cada vez jugaban más lejos de David Soria. Era un Betis después del derbi con cuatro cambios en su once inicial, pues ingresaban en el mismo Aitor Ruibal, Guardado, Juanmi y Willian José para que salieran Sabaly, William Carvalho, Luiz Henrique y Borja Iglesias. Era la forma con la que buscaba Pellegrini tratar de refrescar a los suyos, aunque parecía, al menos con el discurrir del juego, que habían sido pocas las permutas.
Tal vez tuviera la culpa de ello un Getafe bastante agresivo que iba a la presión en todas las posesiones del Betis para que éste se sintiera ahogado, sin capacidad para trazar el fútbol, algo en lo que también tenía mucho que ver que Canales no hallaba socios en la medular para combinar. Entre que el cántabro tampoco está muy fino en esta segunda vuelta y que en las bandas estaban dos futbolistas con alma de delanteros, Ayoze y Juanmi, tal vez se añorara algo de ayuda para tocar la pelota, para asociarse y para superar de esa forma a las líneas tan agobiantes del rival.
Pero no era así, tampoco Guar
En el global del partido tal vez fuera el bético que rindió a un nivel más alto en lo futbolístico, ya que en la segunda mitad elevó considerablemente su juego, pero quedó marcado por dos acciones muy concretas. En la primera se quedó solo ante David Soria y con su calidad debió meter la pelota dentro; en la segunda se dejó sorprender por la llegada de Alderete en el cabezazo del gol.
Pellegrini apostó esta vez por futbolistas con más rol de delantero para rodear al cántabro. Tanto Juanmi como Ayoze tienen características para jugar más arriba, con más relación con el gol, y encima tampoco estaba William Carvalho para que la escalera del fútbol y del toque se tuviera que subir de escalón en escalón. En la primera mitad se vio demasiado solo para asociarse a través del balón.
Nueva oportunidad para el joven lateral brasileño tras la sanción de Miranda por su expulsión en el derbi y la verdad es que se le ven algunas cosas, pero está demasiado verde para tener la responsabilidad de sustituir a Álex Moreno en esta plantilla. Se resbaló varias veces, no menos de tres, y pudo poner en algún apuro al resto de los defensas verdiblancos.