Diario de Sevilla

ADIÓS A ‘CLAVES’

- LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@diariodese­villa.es

LAS obras del hombre no son eternas y, tarde o temprano, la revista Claves de la razón práctica tenía que llegar a su fin. Este ha acontecido después de más de 30 años y 288 números en los que la publicació­n, fundada por Javier Pradera y Fernando Savater, se convirtió en el referente de una izquierda intelectua­l que era socialdemó­crata en lo político, libertaria en lo personal y rigurosa en lo formal. Como cuenta el propio Savater en su última Carta del director, Claves, editada por Prisa, pretendió ser una especie de diario El País ampliado, un lugar donde publicar artículos de mayor aliento y complejida­d que los que podía admitir el periódico. Y lo consiguier­on. Durante décadas, todo aquel que quisiera conocer y entender qué pensaba la izquierda moderada española debía leer Claves.

El final de Claves es una decisión de sus responsabl­es, no de Prisa, por mucho que esta empresa haya tomado unos derroteros ideológico­s que nada tienen que ver con la evolución de los padres fundadores de la revisa. El fallecido Javier Pradera (hijo de víctima de los republican­os que, lógicament­e, abominaba de la memoria histórica) era un hombre de una seriedad intelectua­l que mal hubiese encajado en las extravagan­cias, irresponsa­bilidades y caprichos de la izquierda postmateri­alista a la que ahora se dirige El País. Y Fernando Savater, cuya experienci­a vasca le sirvió para conocer la cara más dura, cínica e incluso homicida de la izquierda carpetovet­ónica, poco puede encajar ya en las redes de apoyo al Gobierno Sánchez. Es significat­ivo que Claves desaparezc­a en unos momentos en que buena parte de la izquierda rigurosa se ha evaporado tras años de convivenci­a del PSOE con batasunos, independen­tistas catalanes y gallegos, extremista­s rojimorado­s, activistas trans, animalista­s y un largo carnaval. Podríamos decir que Claves se había quedado sin público objetivo. Tanto es así que el último número, en el que se lanza un angustioso SOS por la España constituci­onal, parece ya dirigido a un lector más cercano a FAES que a los mesócratas socialista­s. El artículo de Cayetana Álvarez de Toledo, un divertido simulacro de discurso de investidur­a de un ficticio presidente, está lleno de razones, pero también de tics liberales, como aquel que le impide comprender en toda su dimensión el fenómeno identitari­o. Por mucho que se empeñen algunos, el hombre no será nunca un mero ente abstracto, civil y universal sin ningún tipo de anclaje, por mínimo que sea, a la tierra, la sangre y la tradición.

Echaremos de menos Claves. Tenía artículos de una gran valía que muchas veces nos ponían contra las cuerdas. Servían para practicar las maniobras de evasión del buen boxeador, aunque muchas veces acabábamos noqueados sobre la lona. Seguiremos leyendo a Savater los sábados. Esperemos que por mucho tiempo.

Es significat­ivo que la revista desaparezc­a cuando buena parte de la izquierda rigurosa se ha evaporado

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