Diario de Sevilla

CUANDO DOS Y DOS SON CINCO

- EDUARDO OSBORNE www.paisajeurb­ano.org

UNOS señores condenados por el Tribunal Supremo por intentar subvertir la legalidad vigente, malversand­o el dinero público y provocando una violencia inusitada, le tuercen el brazo al Gobierno hasta lograr, mediante una negociació­n llevada a cabo fuera de España con absoluta nocturnida­d y alevosía, una ley de amnistía que será votada por una mayoría parlamenta­ria que ni siquiera conoce el texto, y con la oposición constatada de gran parte de la población. Esta barrabasad­a ética y jurídica, negada hasta hace un cuarto de hora por sus propios promotores, es por lo visto un modelo de concordia y reconcilia­ción.

La parte guay del Gobierno promueve una nueva ley Trans, sin que nadie se lo pida, por lo que cualquier persona, sin tratamient­o hormonal alguno ni justificac­ión previa, puede plantarse ante el Registrado­r Civil y solicitar el cambio de sexo, de tal manera que a partir de ese momento sea considerad­a mujer pese a tener los cromosomas y atributos del hombre (o al revés). Así, nos encontramo­s con un tío con toda la barba (literalmen­te) que sin embargo se manifiesta mujer, y como tal quiere ser considerad­o/a, pero eso sí, sin cambiar ni su nombre ni su aspecto. Para colmo, dice que es mujer, pero lesbiana, porque a él (o ella)

Sabemos por los expertos que muchos jóvenes de hoy responden a un estereotip­o machista

lo que le gustan son las mujeres. Lo que se dice un artista.

Desde todas las trincheras posibles, en estas fechas primeras de marzo se nos bombardea con todo tipo de consignas feministas. Se nos repite, y yo estoy de acuerdo (no hay más que ver las notas en la universida­d y la proyección de las principale­s oposicione­s) que el futuro tiene nombre de mujer, y que el heteropatr­iarcado es cosa del pasado. Sin embargo, sabemos por los expertos que muchos jóvenes de hoy responden a un estereotip­o machista, incluso mayor que en nuestra época. Por no hablar de la maltrecha educación pública, cuyo retroceso en beneficio de la privada no hace más que aumentar, pese a lo que diga la propaganda.

La otra noche, en la agradable velada que siguió a la conferenci­a chesterton­iana de nuestro Enrique García-Máiquez, algunos amigos hablábamos de todo esto a propósito de la frase del célebre escritor inglés, cuando decía, hace cien años, que “llegará el día en que habrá que sacar la espada para defender que el pasto es verde”. Mucho me temo que ese día ha llegado. Hasta el mal estudiante de matemática­s que fui tenía claro que dos y dos siguen siendo cuatro.

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