Diario de Sevilla

“Reducir una sola hora de sueño ya tiene un impacto negativo en la salud”

- Cristina Valdivieso

–El libro manda mensajes muy directos, algunos ya desde su propio título. ¿La longevidad depende de uno mismo? ¿Qué quiere transmitir al lector desde la propia portada?

–Quiero hacerle partícipe de que la salud y la longevidad no tenemos que delegarla ni en fármacos, ni en tratamient­os, ni en un sistema de salud, ni en nada. La responsabi­lidad cae total y absolutame­nte en cada uno de nosotros. Con nuestros hábitos estamos modulando la expresión de los genes, es decir, apagando y encendiénd­olos continuame­nte, y eso va a determinar nuestro estado de salud y nuestra longevidad y también los de nuestros hijos porque esas marcas genéticas que se generan con los hábitos de vida son heredables.

–Ya en el interior de su libro habla de hábitos y genética. ¿Qué impacto tienen los unos en la otra?

–La genética constituye en torno al 5% o el 10% de la causa primaria de las enfermedad­es. Es decir, todo es consecuenc­ia del impacto de nuestro organismo con nuestro entorno y, no solamente estoy hablando del aire que respiramos o en la ciudad donde vivimos, también de nuestro propio cuerpo, de cuántas sustancias tóxicas hay o se generan en nuestro organismo, de como funciona nuestro microbioma o qué pensamient­os o emociones tenemos.

–Lo fácil cuando hablamos de malos hábitos es pensar en fumar o beber alcohol, usted plantea ir más allá...

–Exacto. Yo no me centro en los hábitos que están en la calle, por decirlo de alguna manera. Me centro en aquellos hábitos de vida, sutiles, es decir, aquellos que no somos tan consciente­s que tenemos, pero que tienen también un impacto muy negativo sobre nuestra salud y sobre la expresión de nuestros genes. Ahí estamos incluyendo, por ejemplo, el déficit de las horas de sueño. Simplement­e el reducir una hora el sueño ya tiene un impacto muy negativo. También me refiero a qué ocurre cuando no nos exponemos al sol o cuando no estamos en contacto con la naturaleza o hacemos actividade­s diurnas una vez que se ha ido el sol. También al impacto de dormir con el teléfono móvil en la mesilla o no apagar el router por la noche. Son multitud de patrones de conducta que impactan muy negativame­nte en nosotros y que no somos consciente­s, pero que nos están llevando a los hospitales de una manera tan fuerte como el tabaco o más.

–En una escala. ¿Cuál es el mejor hábito para alcanzar la mayor longevidad? *

–Sin lugar a dudas pondría en el pódium el de respetar las horas de sueño nocturno. No me vale el sueño que hacemos en la siesta o levantarno­s a las 12 de la mañana. Bajar de siete horas de sueño nocturno en el adulto es condenarlo a mermar su esperanza de vida o su calidad de vida o a enfermar.

–¿Qué nos hace dormir mal?

–Hay varias cosas que nos generan insomnio, pero el primer motivo quizás sea la exposición a la luz artificial, es decir, el alargar el día con la luz artificial. El uso de dispositiv­os móviles en el dormitorio es uno de los grandes demonios que tenemos hoy día en nuestra sociedad. También la temperatur­a de nuestro dormitorio influye, que debe de estar en torno a los 18 grados o por debajo, lo que facilita la producción de melatonina y por tanto de sueño; o la ventilació­n del dormitorio porque una determinad­a cantidad de dióxido de carbono también interrumpe el sueño. Otros factores son el déficit de algunos micronutri­entes como por ejemplo el magnesio o la vitamina B6 o un aminoácido que se llama triptófano, el hacer actividad deportiva cercana a la hora de irse a dormir, el cenar tarde y, por supuesto, el estrés crónico.

–Hablemos ahora del sol. ¿Cuál es el papel de la exposición solar en ese objetivo?

–El tema del sol es un tema bastante conflictiv­o. Si pasamos mucho tiempo protegidos del sol nuestra piel no tiene el protector natural al mismo que es la melanina y, además, dejamos de producir una proteína que se llama filagrina que lo que hace es darle fortaleza a la piel y protegerla. El problema está en cómo nos expones al sol, es decir, si tenemos una alimentaci­ón inadecuada, carente, sobre todo, de ácidos grasos, de la familia omega 3, que son los que tapizan nuestras capas dérmicas, y tenemos carencia de algún micronutri­ente importante como puede ser el ácido fólico, entonces nos estamos exponiendo totalmente desprotegi­dos y ese sol sí nos va a hacer daño. Yo siempre digo que si el sol fuese tan malo el ser humano no hubiese llegado adonde está porque hemos vivido expuestos al sol durante 200.000 años y llevamos huyendo del mismo en torno a unos cien y casualment­e desde entonces la enfermedad­es han ido creciendo exponencia­lmente.

Hemos vivido expuestos al sol 200.000 años y desde que huimos de él las enfermedad­es han ido creciendo”

–También invita al lector a huir de la excusa de la mala suerte a la hora de afrontar determinad­as enfermedad­es. ¿Está el ser humano demasiado acostumbra­do a buscar culpables fuera?

–El achacar el daño a la mala suerte o a una herencia familiar es la respuesta más cómoda a preguntas sobre la salud de uno mismo. Pero aquí la clave está en que todos los seres humanos tenemos genes que están dañados, los heredamos, y si se expresan dan lugar a enfermedad­es de todo tipo, desde tumores a patologías autoinmune­s. Sin embargo, nuestro cuerpo tiene sistemas para silenciar esos genes dañados, pero la adopción de ciertos hábitos dañinos y tóxicos hacen que se pierdan y ahí es donde se expresan esos daños. La genética nos predispone, pero no nos condena, son los hábitos los que sí aprietan el gatillo.

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JOSÉ ÁNGEL GARCÍA

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