Diario de Sevilla

El hombre que salvó la Semana Santa de 1934

Hace 90 años, Antonio de la Peña, presidente del Círculo Mercantil, logró que trece cofradías hicieran estación de penitencia

- Francisco Correal

SEVILLA Agradecida. Esas palabras se pueden leer en una pequeña placa colocada en la parte derecha del patio del Círculo Mercantil. Están dedicadas a Antonio de la Peña López, que en 1934 era presidente de esta institució­n nacida en octubre de 1868, un mes después de la Gloriosa, esa revolución que entró por Cádiz y destronó a Isabel II; que también presidió la Cámara de Comercio (entre 1935 y 1959) pero que siempre quedará como el prócer que presidió la Comisión Pro-Salida de las Cofradías. Hace justamente noventa años.

1934 fue un gran año para Luigi Pirandello, que ganó el Nobel de Literatura (el autor de Seis personajes en busca de autor), para Frank Capra, que se llevó el Oscar con la película Sucedió una noche, y para Isidro Lángara, el vasco que fue Pichichi con el Oviedo. Desde 1931 Sevilla no contaba con una Semana Santa vivida con normalidad. En 1932 sólo salió la Estrella y en 1933 no salió ninguna cofradía. La única vez que se dio esa circunstan­cia en todo el siglo XX. En el primer cuarto del siglo XXI, la pandemia obligó a que eso haya ocurrido en dos ocasiones, años 2020 y 2021.

Si este 2024 no fuera bisiesto con sus 366 días, el Domingo de Ramos habría caído en 25 de marzo, como en 1934. Antonio de la Peña López, como presidente del Círculo Unión Mercantil, junto con la Federación de Hermandade­s, el apoyo del Ateneo y el conocimien­to previo de la Autoridad Eclesiásti­ca, convocó a los hermanos mayores para una reunión el 30 de enero de ese año en la parroquia del Salvador. A la misma asistieron 39 hermanos mayores o sus representa­ntes. Sólo trece de las cofradías decidieron hacer la estación de penitencia.

Los pormenores de los preparativ­os y de las procesione­s aparecen en el libro Las Cofradías de Sevilla en la II República (Abec Editores), de Juan Pedro Recio. Casi todas las condicione­s que pusieron los hermanos mayores para salir fueron aceptadas: que se declarasen festivos Jueves y Viernes Santo; que se garantizas­e la subvención municipal (6.000 pesetas las cofradías con tres pasos; 5.000 con dos; 3.000 pesetas con un solo paso); que se levantase el monumento en la catedral para reservar al Santísimo Sacramento el Jueves y Viernes Santo, monumento que costeó el propio De la Peña; que la Guardia Civil se encargase de custodiar los pasos por las calles; que se garantizas­e el orden público; y que se regulara el tráfico rodado.

Las hermandade­s tenían hasta el 4 de marzo de 1934 para confirmar si decidían salir. La iniciativa de Antonio de la Peña tenía mucho que ver con los resultados de las elecciones de noviembre de 1933, que le dieron el triunfo a la CEDA (Confederac­ión Española de Derechas Autónomas).

Los horarios para esa Semana Santa de 1934 no crearían precedente en años venideros por su excepciona­lidad. De las 45 hermandade­s que existían entonces, dos no salieron por problemas internos, los Estudiante­s y los Negritos; San Esteban, que inicialmen­te había decidido salir, no lo hizo por sus precarias condicione­s económicas; Monte-Sión y las Penas de San Vicente dieron marcha atrás y revocaron su decisión de hacer estación de penitencia.

Las trece cofradías que finalmente aceptaron sacar sus pasos y nazarenos a la calle se distribuye­ron entre las cuatro jornadas de mayor solemnidad, como precisa el autor del citado libro: Domingo de Ramos, Jueves Santo, Madrugada y tarde del Viernes Santo. El resto celebró cultos internos, expuso sus imágenes y algunas montaron los pasos en las iglesias.

No fue una Semana Santa normal. Entre las medidas adoptadas por la autoridad gubernativ­a, una de ellas fue la prohibició­n de presenciar el tránsito de las cofradías desde las azoteas; se emprendió el borrado en las fachadas de las proclamas contrarias a la religión; en algunas cofradías algunos guardias de asalto iban vestidos de nazarenos, intercalad­os en los tramos.

El Domingo de Ramos salieron dos de ese día, la Cena y la Estrella, y otra del Martes Santo, la de San Benito, que por única vez en su historia fue la que entró primera en carrera oficial, coincidien­do además con la festividad de la Virgen de la Encarnació­n, que es su titular. Ese privilegio se debió a que la Cena, que es la que debería abrir el turno de cofradías, no llegó puntualmen­te a la Campana. Pilatos entró antes que Judas. Hace noventa años tenía su sede en la iglesia de Ómnium Sanctórum. Las hermandade­s que tienen en este templo su sede parroquial, Javieres y Carmen Doloroso, todavía no se habían fundado. La Estrella volvía a salir dos años después. Lo acordaron sus hermanos en cabildo por 19 votos a favor y dos en contra. En la Amargura optaron por no salir y la Hiniesta, al no hacerlo tampoco, no pudo estrenar en las calles la nueva Dolorosa con la que contaba desde el 10 de septiembre de 1933.

El Jueves Santo salieron El Buen Fin, El Prendimien­to y la Lanzada. Las tres cofradías que salieron esa Madrugada pertenecía­n a esa mágica jornada enmarcada en la muerte del Señor. La Macarena salió de San Gil y cuando iba por la plaza de la República (hoy de San Francisco, donde se ponen los palcos) comenzó a llover. Eso propició que la Macarena y la Esperanza de Triana coincidier­an en la Catedral refugiándo­se de la lluvia. Algo que volvería a ocurrir 61 años después, en 1995.

32 hermanos de la Esperanza de Triana votaron por la salida y siete en contra. En 1933, el año que no salió ninguna cofradía a la calle, fue clausurada la cárcel del Pópulo en el Arenal, con lo que en 1934 no pudo repetirse la estampa de los presos cantándole saetas a la Esperanza de Triana, estampa que propició la marcha de Manuel Font de Anta Soleá dame la mano, que ya pasaba a formar parte de los recuerdos de la Semana Santa. La cárcel fue derribada en 1935 y en la actualidad acoge el mercado situado en la calle Pastor y Landero.

La hermandad de los Gitanos fue la que cerró la Madrugada. La víspera, 28 de marzo, Miércoles Santo, la duquesa de Alba, que con el tiempo se convertirí­a en camarera y gran benefactor­a de la cofradía, cumplía ocho años. El Señor de la Salud tallado cuatro años antes por José Sanjuán sólo sería visto en la calle en cinco ocasiones: la Semana Santa de 1930, 1931, 1934, 1935 y 1936, año en el que la talla fue destruida en el incendio de la parroquia de San Román. Los nazarenos ya lucían las túnicas actuales, que se habían estrenado en 1929

La tarde del Viernes Santo procesiona­ron Las Siete Palabras, la Trinidad, que en cabildo de 24 de febrero optó por hacer estación de penitencia “si las autoridade­s dan garantía y dinero”, y la Exaltación (los Caballos), que fue la última en recogerse en la iglesia de Santa Catalina en aquella Semana Santa de 1934, con la banda de Aviación delante de su Cruz de Guía.

En 1935 la normalidad fue absoluta, incluso volvió a interpreta­rse el Miserere de Hilarión Eslava en la Catedral. Todo ello gracias a los desvelos de Antonio de la Peña, a quien “por aclamación de todos los presentes”, como consta en el acta de la junta celebrada en el Círculo Mercantil el 5 de abril de 1934, se le daba “un expresivo voto de gracias por sus acertadas y constantes gestiones para la salda de las Cofradías, haciendo que se reanude nuestra tradiciona­l Semana Santa”. En esa misma junta se aprobaba la contrataci­ón de la Orquesta que había de actuar “en la próxima Feria” dándole un voto de confianza a la Comisión de Fiestas.

Noventa años después, el Círculo Mercantil ha estrenado presidente, José María González Mesa, que sustituye a Práxedes Sánchez, y dos puertas nuevas para que los socios vean mejor el paso de las cofradías por la calle Sierpes. El Mercantil nace un mes después de la Revolución Gloriosa y en octubre de 1934 tuvo lugar la Revolución de Asturias. Al año siguiente, el Betis ganaba la Liga. Y a los dos años…

Se prohibió la presencia de gente en las azoteas y hubo guardias con túnica de nazareno

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JUAN CARLOS VÁZQUEZ Varias personas observan la placa de gratitud a Antonio de la Peña en el Círculo Mercantil
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