Diario de Sevilla

Medio siglo de Humildad y Paciencia

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Este Domingo de Ramos se cumplen 50 años desde que el Cristo de la Humildad y Paciencia volvió a salir a las calles de Sevilla. Quedan todavía cofrades que recuerdan con nostalgia y orgullo aquella recuperaci­ón de una imagen que no salía desde 1937. Uno de ellos fue Jesús Creagh Álvarez de Toledo, uno de los principale­s impulsores para que volviera a salir en 1974. Este año lo están conmemoran­do.

El Cristo de la Humildad y Paciencia es una imagen anónima del siglo XVI. Anónimo tenía que ser, porque en Él todo es humildad, desapego de las glorias mundanas. Es un Cristo de los más olvidados de nuestra

Semana Santa. Es un Cristo que pasa en silencio, sentado, dolorido, ensimismad­o en sus pensamient­os, como ausente del mundo que lo rodea. Es un Cristo en la soledad más terrible y desgarrada, que se entrega por los indiferent­es, por quienes lo ignoran, por quienes lo desprecian, por quienes lo ven y celebran sólo lo superficia­l de la Semana Santa, sin profundiza­r en su trascenden­cia.

El Cristo de la Humildad y Paciencia, sentado en el Calvario, se nos presenta más humano que nunca, sabe que va a morir. Es el Cristo que medita ante la muerte. El Cristo de la Humildad y Paciencia derrotará a la muerte, pero está sufriendo hasta el extremo. Y a veces, cuando pasa su soledad entre la multitud, se aleja entre murmullos indiferent­es. Eso confirma que existe otra Semana Santa: la de quienes no entienden el misterio. Ya son cincuenta años desde que regresó el Cristo de la Humildad y Paciencia a las calles de Sevilla, para recorrerla­s entre incienso y azahar que perfuman su silencio, para vencer a la muerte que le aguarda en el Calvario. Mensaje primordial de Vida Eterna que no todos perciben.

Fíjense bien en este Cristo, el más humilde. Vean que pasa, pero hay algo que se queda. Es un suspiro fugaz, es una promesa que estremece el alma.

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