El Reino Unido hace examen de conciencia
● Contrición tras dos meses de especulaciones sobre la princesa de Gales
El estado cercano a la histeria colectiva que reinó en los dos meses sin noticias de la princesa de Gales sumió ayer al Reino Unido en la introspección pública, después de que Catalina anunciase que está siendo tratada de un cáncer.
Si bien es cierto que los medios británicos han sido por lo general más cuidadosos que otros a la hora de dejarse llevar por las teorías más disparatadas, tampoco han sido ajenos al clima de presión social en busca de respuestas.
Los expertos coinciden en que el Palacio de Kensington no ha manejado hábilmente la comunicación del caso, pero la gravedad del estado de Catalina ha llevado a algunos a emprender un acto de contrición con luz y taquígrafos.
“Como alguien que ha especulado sobre esto sin tener en cuenta que podía tratarse de un problema grave de salud, estoy muy avergonzado, para ser sincero, y le deseo lo mejor”, escribió en la red social X el conocido ensayista y activista de izquierdas Owen Jones.
El autor Omid Scobbie, a quien se considera como un portavoz no oficial de los cuñados de Catalina, Enrique y Meghan, tuvo que publicar un mensaje en la misma red por haber posteado previamente una cuenta atrás para el anuncio de la princesa. “Cuando el mundo, y yo mismo, conocimos cómo de grave acabó siendo la noticia, eliminé el tuit para frenar las especulaciones”, escribió Scobbie, autor de un polémico libro sobre la relación de los duques de Sussex con el resto de la familia real.
¿Se trata solo de lágrimas de cocodrilo? No faltan quienes piensan que las explicaciones de Catalina, incompletas y no del todo concluyentes, sólo contribuirán a disparar las especulaciones.
Se ignoran elementos esenciales como qué tipo de cáncer, en qué fase está y cuál es el pronóstico. Y es bien sabido que en ausencia de información el rumor tiende a ocupar todo el espacio.
Para la analista del diario The
Guardian Alexandra Topping, “aunque la noticia del diagnóstico de la princesa pueda provocar una punzada de culpa en aquellos que disfrutaron atiborrándose de las especulaciones más escabrosas, es improbable que resulte en una reducción del contenido sobre ella”.
Según escribía ayer Topping, en el Palacio de Kensington son conscientes de que “en algunas áreas de los medios –por no hablar de los rincones más desquiciados de internet– se trata de una petición que caerá en saco roto”.
El diario sensacionalista The Sun, que ha pedido reiteradamente que se dejase en paz a la princesa de Gales, se cobró ayer facturas con personalidades como la actriz Blake Lively, que colgó bromas sobre la foto manipulada por Catalina en sus redes. Al mismo tiempo, otros recuerdan que ese tabloide nunca mostró la misma sensibilidad al airear los trapos sucios de Enrique y Meghan.