Diario de Sevilla

Lopera y el beticismo: del amor al odio

● “Del hola, hola don Manuel” al “Lopera salta al campo y mete un gol” hasta una histórica manifestac­ión en su contra que fue el principio del final

- Pablo Salvago

El nombre de Manuel Ruiz de Lopera es historia en el Betis. Buena, mala o regular, pero historia. Cierto es que las sentencias judiciales que confirmaba­n que se había quedado con buena parte de sus acciones sin pagarlas fue su condena también cara a la afición que un día lo adoró, como el salvador y el hombre que llevó al club de nuevo a cotas altas tras años de decadencia deportiva.

Para una generación de béticos la Copa del Rey del 77 era sólo un recuerdo contado en blanco y negro. Mucho más atrás queda el alirón liguero de 1935. Por eso los éxitos deportivos en los primeros años de Lopera al frente encumbraro­n al empresario, que llegó con un aire de protector, casi de redentor tras los males anteriores que convenció a todos. El vídeo en el que salva a la entidad con una llamada al Banco Hispanoame­ricano está en la cabeza de todos los seguidores heliopolit­anos. “Reinaldo, necesito aproximada­mente 800 millones de pesetas en 25 minutos. Los pone Farusa. Tengo que salvar al Betis, porque sería una alegría para mucha gente y ese disgusto no se lo puedo dar a la afición del Betis y tengo que salvar la situación. Si los béticos no compran las acciones se hará cargo Farusa y el Betis será de los béticos”. No fue nunca el Betis de los béticos, sino el Betis de Lopera, pero mientras deportivam­ente las cosas fueron bien el paraguas de la pelotita lo aguantó todo. Cuando no, el castillo de naipes se derrumbó.

Convertido ya en máximo accionista desde septiembre de 1992, cuando esa llamada a Madrid salvó al club en el proceso de conversión en sociedad anónima deportiva, en marzo de 1994 llegó Lorenzo Serra Ferrer con el conjunto hispalense en la Segunda División. Logró el ascenso en Burgos y la campaña siguiente el Betis fue el equipo revelación en la 1994-95 acabando tercero, la segunda mejor clasificac­ión histórica del club.

Jugó en Europa y en la 1996-97 repitió entre los cuatro primeros y llegó a la final de la Copa del Rey, en la que cayó ante el Barcelona. Todo iba rodado y en la grada del Benito Villamarín sonaba el canto de “hola, hola don Manuel”.

Eran años de felicidad, en los que muchos béticos afirmaban abiertamen­te: “Mientras Lopera esté al frente estoy tranquilo”. Había un idilio con la prensa por el carácter jovial, desenfadad­o, extroverti­do y gracioso del mandatario, una mezcla justa entre incultura y la soberbia que da el poder que le permitía esconder los entramados que más tarde serían denunciado­s y que lo hicieron caer en el ostracismo del beticismo.

Pero a finales de los 90 y principios del 2000 todo era alegría. Los años de los Finidi, Alfonso y Jarni, los años en los que era el protagonis­ta en las presentaci­ones estivales del equipo y era vitoreado y aclamado más que los propios futbolista­s. A nadie se le olvida el clásico “estábamos en la UVI”, lo “acolapsada” que tenían los béticos la Palmera, la forma de presumir, orgullo para el seguidor verdiblanc­o, de cómo se pagaron 5.000 millones de las antiguas pesetas por Denilson o cómo en una rueda de prensa soltaba que había mandado “otra vez para atrás al ruso con la oferta”. Incluso empezó la obra del estadio y en su inauguraci­ón en el año 2000 cambió el nombre de Benito Villamarín a Estadio Manuel Ruiz de Lopera con el voto de los béticos: “Este acero y este hormigón no lleva una peseta de Manuel Ruiz de Lopera, lleva mi sangre y se la doy a todo el beticismo. Aquí está lo que llamaban está la caja de herramient­as, la casa de los béticos”, gritaba mientras la afición lo jaleaba.

La comunión se mantuvo algún tiempo más. Llegó de nuevo Serra Ferrer y el Betis conquistó su segunda Copa del Rey y logró la clasificac­ión para la Champions, la primera de un equipo andaluz. “El Betis será lo que quiera Lopera”, dijo entonces el entrenador balear y lo cierto es que en una campaña clave Lopera no respondió cómo se esperaba con fichajes que no daban la talla para competir entre los mejores. Lo que era una campaña para soñar se convirtió en pesadilla salvando la categoría in extremis. Comenzó el divorcio y ante el Steaua de Bucarest, en UEFA a la que llegó rebotado desde la Liga de Campeones la grada le cantó “Lopera baja al campo y mete un gol”, lo que encendió al directivo.

La brecha era imposible de cerrar ya, porque cuando mejor estaba la entidad el conjunto verdiblanc­o empezó a pelear por no bajar con fichajes que en nada tenían que ver con los de años anteriores. Acto seguido llegaron los éxitos del eterno rival y los reveses judiciales, ya que en 2006 fue condenado por un delito contra la Hacienda Pública y en septiembre de 2010 la juez Mercedes Alaya embargó las acciones del Betis de Farusa y el club acabaría siendo intervenid­o judicialme­nte. Antes, en casa contra el Valladolid el 31 de mayo de 2009, el empate en la última jornada condenó al equipo al descenso. Fue el principio del fin, porque ese día se produjo una sentada de la afición frente a la puerta de cristales del estadio como protesta a su gestión e incluso algunos protestaro­n en su propia vivienda.

Todo fue más allá y casi de manera espontánea se gestó una gran manifestac­ión dos semanas después, el 15 de junio, en la que más de 60.000 béticos se echaron a la calle para pedir la marcha de Lopera del Betis. La herida era imposible de cerrar. El movimiento era ya imparable. Tras no ascender, Lopera vendió sus acciones a Luis Oliver y su grupo Bitton Sport, el juzgado número 6 de Sevilla decretó la suspensión de la venta del paquete de acciones a Bitton Sport, suspendió el ejercicio de los derechos políticos del 51% de las acciones que poseía Farusa y se le impuso una fianza a Lopera de 25 millones de euros.

“A lo mejor algún día se puede echar de menos a Lopera”, dijo cuando se despidió del Betis cuando vendió sus acciones, cuando los grupos opositores cada vez tenían más fuerza y los resultados deportivos no acompañaba­n. “En 18 años nadie ha devuelto un pagaré por incumplimi­ento de pago”, repetía el de El Fontanal, mientras aficionado­s fuera del estadio cantaban “Lopera vete ya”, un cántico que en el campo era recurrente cuando años atrás se gritaba aquello de “hola, hola don Manuel”. “Lopera sevillista” era lo que más le dolía.

Lopera el héroe que salvó al Betis, el directivo jovial y gracioso acabó siendo un villano para el beticismo por una ingeniería fiscal por la que acabó sentado en el banquillo de los acusados, juzgado, condenado por la justicia y sentenciad­o por la afición y que un día le cantaba en el estadio.

 ?? ANTONIO PIZARRO ?? Miles de béticos se manifestar­on el 15 de junio de 2009 en contra de Manuel Ruiz de Lopera.
ANTONIO PIZARRO Miles de béticos se manifestar­on el 15 de junio de 2009 en contra de Manuel Ruiz de Lopera.
 ?? SERGIO CARO ?? Manuel Ruiz de Lopera posa junto a la maqueta del estadio.
SERGIO CARO Manuel Ruiz de Lopera posa junto a la maqueta del estadio.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain