Diario de Sevilla

LA AUTORIDAD DEL CAUTIVO

- CARLOS COLÓN ccolon@grupojoly.com

LO que admiraba a la gente del Nazareno, escribe Mateo, es que “enseñaba con autoridad”. Tanta, que los incrédulos, escribe Marcos, le preguntaba­n: “¿quién te ha dado semejante autoridad?”. En esta afirmación y esta interrogac­ión se contiene lo que hace la grandeza devocional de una sagrada imagen. Debe enseñar con autoridad, haciendo visibles los misterios del hacerse Dios hombre y de su pasión, muerte y resurrecci­ón. Debe resolver a través de los medios que le son dados al imaginero las contradicc­iones de que el reo sea Rey, el vencido sea vencedor y el muerto que cuelga de la cruz esté vivo y sea fuente de vida.

Representa­r un Cristo triunfante y glorioso es más fácil. Lo difícil es que se transparen­ten la victoria en la derrota y la resurrecci­ón en la muerte. Esto solo lo pueden lograr la maestría artística o la devota artesanía. Hay imágenes artísticam­ente extraordin­arias que, pese a su perfección, no inspiran devoción; y otras que no lo logran a causa de las limitacion­es de sus autores. Al igual que hay imágenes artísticam­ente extraordin­arias que inspiran devoción y otras, más modestas en sus formas, que lo logran porque

Carisma es el don gratuito que Dios concede a algunas personas por la comunidad. A Paz Vélez se lo concedió

tienen unción sagrada. Entre las primeras están el Gran Poder o el Cachorro como cumbres y entre las segundas, Humildad y Paciencia o mi Señor Cautivo.

Si se pregunta a la imagen lo que preguntaro­n a Aquel a quien representa –“¿quién te ha dado semejante autoridad?”– la respuesta es: el imaginero. Su obra tiene que lograr, como se dice en el rito de bendición, “que tu Hijo sea para ellos, Padre, el camino por el que vayan hacia ti; la verdad que ilumine sus corazones, la vida de que se alimenten y vivan, la luz que disipe las tinieblas del camino, la piedra en la que descansen al fatigarse, la puerta por la que sean admitidos en la nueva Jerusalén”.

No es pequeño desafío. Y esto lo debe lograr la imagen por sus propios medios formales, no por la proyección subjetiva y afectiva de quien la contempla. Imponiéndo­se, emocionand­o, conmoviend­o como hace el Cautivo. Ayuda en su caso que se haya respetado su soledad sobre el paso. Este acierto de su hermandad ha sabido interpreta­r la unción sagrada que es propia de Él, cada Lunes Santo sobre su paso o cada día en su altar. Se llama carisma al don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad. A Paz Vélez se lo concedió cuando esculpió al Cautivo.

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