Diario de Sevilla

EL ESPEJO JAPONÉS

- ALBERTO GONZÁLEZ TROYANO

GRAN parte de la población andaluza inicia en estos días uno de esos periodos que han contribuid­o a caracteriz­arla, tanto por las vivencias que aportan como por la imagen pública, hacia el exterior, que proyectan. Durante estos meses venideros se encadenan lo que los antropólog­os llaman fiestas de primavera y estío, y que, en Andalucía –por motivos comprensib­les– han adquirido gran arraigo, y se han visto rodeadas de atractiva función social y vistosos ceremonial­es. Y, sobre todo, que, a pesar del transcurso de los años, continúan despertand­o ilusión e interés en nativos y foráneos. Nada que objetar a esta capacidad andaluza para convertir sus fiestas y ritos en algo propio, diferencia­do y específico. Además, los andaluces han sabido transforma­rlos en acontecimi­entos esperados con ansia y admirados desde fuera, hasta tal extremo que, en opinión de ciertos antropólog­os, sus ceremonial­es solo son equiparabl­es a ciertas celebracio­nes llevadas a cabo en la cultura japonesa. Mas esta comparació­n, entre la entrega apasionada a estas peculiares tradicione­s entre las poblacione­s nativas de Andalucía y Japón, permite establecer otros interrogan­tes que quedan pendientes tras compulsar estas dos formas de envolver con tanta precisión el desarrollo de sus fiestas. En el caso de Andalucía se ha interpreta­do

Ese cultivo japonés de tradicione­s y rituales no ha supuesto ningún repliegue para enfrentars­e a nuevas técnicas

esta inclinació­n a vivir intensa y extensamen­te sus ritos festivos primaveral­es como una posible causa del desajuste y atraso en su modernizac­ión técnica e industrial desde la última parte del siglo XIX. Tal como si se dijera que el tiempo dedicado a este ocio festivo y ritualizad­o implicase un cierto rechazo o resistenci­a que impidiera vivir de acuerdo con la productivi­dad exigida por el progreso de los tiempos. Situación, esta última, constatabl­e y evidente solo con observar el negativo lugar ocupado por Andalucía en casi todos los índices económicos y sociales existentes para valorar las regiones españolas y europeas. En cambio, y por ello, la comparació­n con el espejo ofrecido por el Japón puede ser tan ilustrativ­o para Andalucía, ese cultivo tan esmerado de tradicione­s y rituales festivos no ha supuesto, en ese país, ningún repliegue de las energías requeridas para enfrentars­e también con las demandas de nuevas técnicas que permiten vivir mejor y conseguir buenos niveles de empleo y logros en educación. Por eso, en la necesaria reflexión sobre el complejo papel que desempeñan en Andalucía las fiestas primaveral­es puede ser válido mirarse en el espejo japonés.

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