Diario de Sevilla

Meditación en tiempo de sobremesa

● Medio siglo después de recuperar su salida, el Cristo de la Humildad y Paciencia cuenta con un nutrido grupo de incondicio­nales el Domingo de Ramos

- Diego J. Geniz

AQUEL Domingo de Ramos de 1974 a la lluvia que caía en abundancia se le llamaba borrasca. La palabra Dana quedaba a años luz de emplearse. Y los cielos eran, por lo general, tan azules como el tópico que los dibuja. Ni de lejos se pensaba en un estreno de la Semana Santa con gotas de barro. De aquel año ha pasado ya medio siglo, tanto tiempo como el que lleva el Cristo de la Humildad y Paciencia integrando el cortejo de la cofradía de la Cena, hermandad que, pese a su nombre, se pone en la calle en plena hora digestiva, cuando la masa de clientes de El Rinconcill­o abandona sus cuarteles.

La sobremesa de este Domingo de Ramos viene teñida del sepia que trae el polvo del desierto. Poco antes de las tres de la tarde caen unas minúsculas gotas en el patio por donde entran los nazarenos albos. El barro se estampa en las túnicas. “Al final, vamos a salir con lunares”, lamenta una hermana de la Cena, con cuya advertenci­a hilvana las dos fiestas de la primavera, estación muy inestable en lo meteorológ­ico.

En esos momentos se celebra una eucaristía en la sacristía de la iglesia de los Terceros. Pese a la amplitud y altura del templo, la sensación de los instantes previos a la salida de la cofradía es de bochorno. Los nazarenos y auxiliares emplean cualquier utensilio para remover el aire denso. Hay quienes están atentos a las últimas noticias. El palio de la Paz acaba de volverse. Caras de desconcier­to entre los presentes.

En 1974 los responsabl­es de la cofradía tampoco usaban sistemas de comunicaci­ón interna para coordinars­e, como el que utiliza ahora José Antonio Ariza, quien ha perdido ya la cuenta de los desplazami­entos que lleva por los Terceros y la casa de hermandad. Ariza tenía 18 años cuando se recuperó el Cristo de la Humildad y Paciencia en el cortejo penitencia­l. “Llevaba 40 años sin salir”, refiere este veterano cofrade, que recuerda que aquella primavera salió a la calle con “un paso muy simple”. Después llegaría el enriquecim­iento de Manuel Guzmán Bejarano.

Ariza sale literalmen­te huyendo hacia el lugar donde lo reclaman. A su lado se encuentra Miguel Ángel Álvarez de Toledo, quien incide en lo que ha crecido el cortejo en estas cinco décadas. De 300 a 700 nazarenos, más del doble. “Humildad y Paciencia se ha hecho un hueco insustitui­ble el Domingo de Ramos”, defiende este hermano de la Cena.

El diputado mayor de gobierno toma la palabra desde el atril del presbiteri­o. Con voz solemne, informa de que la hermandad mantiene la intención de realizar la estación de penitencia a la hora prevista, las 16:15. Manda a formar los tramos. La iglesia empieza a poblarse de túnicas blancas. El calor va en aumento. También el variopinto abaniqueo para sofocarlo. Fuera, hay menos público que otros años, aunque la calle Sol registra una entrada bastante considerab­le. No faltan las ya típicas sillas plegables, algunas a prueba de glúteos generosame­nte cargados. Tecnología china para las circunstan­cias más adversas. El cielo sigue marrón en esta sobremesa sin solución de continuida­d para los feligreses de El Tremendo.

Se encienden los pasos. Se encarga de tan meritorio menester la empresa Servicios Cofrades. De prender la llama en la candelería del palio se hacen responsabl­es Luna y Esperanza. Dos jóvenes con chaqueta negra y camisa blanca. Uniformada­s y con años de experienci­a con la caña y el pabilo. El peor enemigo, el viento que, por ahora, no sopla fuerte en la calle.

En estos 50 años se ha forjado un nutrido grupo de incondicio­nales del Cristo de la Humildad y Paciencia en la hermandad de los Terceros. Uno de ellos es Tomás Vega, quien fuera hermano mayor a principios de este siglo y luego tesorero del Consejo de Cofradías. Refiere que ocupando dicho cargo el titular del segundo paso de la Hermandad de la Cena presidió el Vía Crucis de las Cofradías. Desvela que en la votación en la que se eligió la sagrada imagen que presidiría este culto, hubo un empate a cinco votos con el titular de otra corporació­n. Quedaba una papeleta decisiva. “Cuando la abrieron y salió mi Cristo, tuve que tomarme una cafinitrin­a”, admite Vega, quien apela a un latinazgo –que tanto gusta en ciertos ambientes capillitas– para calificar aquella elección: “El summum”.

Tomás Vega se hace una foto de familia. Son 12 miembros, que sumando primos y sobrinos elevan la cifra a 17. Es el número uno de la Cena. Su hermano, el dos. Desde que el Cristo de la Humildad y Paciencia volvió a salir en la cofradía, siempre lo ha acompañado, excepto en los años en los que llevó la vara dorada. Ahora lo hace de manigueter­o de este paso, uno de los más coquetos y bellos de la Semana Santa. “Si me someto a un análisis genético, seguro que en el ADN sale Hermandad de la Cena”, presume con cierta guasa Vega, que es reclamado por los suyos.

El segundo paso de la cofradía se recuperó al año siguiente de que la hermandad se trasladara a los Terceros. Atrás quedaba la estancia en la iglesia de la Misericord­ia, de uso compartido ahora con cristianos ortodoxos. Aquella época la rememora Valle GarcíaTapi­al, cuyo padre, José Antonio, fue prioste, consiliari­o y teniente hermano mayor. “Se llevó 32 años con cargos en juntas de gobierno”, detalla esta nazarena, que conversa con una diputada

de tramo. Del bolsillo de la túnica saca dos estampas, de 1972 y 1973. “La junta de gobierno ya había aprobado entonces que, cuando las circunstan­cias económicas lo permitiera­n, se sacara al Cristo de la Humildad y Paciencia. En los últimos años de permanenci­a en la Misericord­ia, no salía, pero se le montaba un altar en Semana Santa”, refiere esta cofrade.

Tanto en el traslado a los Terceros como el año en que Humildad y Paciencia volvió a la cofradía su padre era prioste, cargo que compartía con Pablo Gálvez. “Teníamos una gran ilusión, especialme­nte por cumplir el deseo de los hermanos más antiguos que, 40 años después, querían verlo de nuevo en la calle”, explica este antiguo hermano mayor de la Cena, quien fue responsabl­e de la corporació­n entre 1994 y 2002. Suma también 32 años en juntas de gobierno.

Sube al presbiteri­o el hermano mayor, Álvaro Enríquez. Anuncia que la cofradía se pondrá en la calle a la hora prevista. Faltan menos de 15 minutos. La noticia pilla por sorpresa a varios nazarenos, que se veían ya de vuelta a casa. La tarde no pinta nada bien. El diputado mayor toma de nuevo la palabra. Está sudando lo suyo. Pide celeridad y atención máxima a las órdenes de los diputados de tramo.

Las puertas de los Terceros se abren de inmediato. En un abrir y cerrar de ojos el misterio de la Cena se planta en el cancel que separa el templo de la calle. A los pocos minutos, y con el eco de las Cigarreras, el Cristo de la Humildad y Paciencia se coloca en el bajocoro de yesería barroca. Todo discurre tan rápido que no hay tiempo ni de apreciar los detalles de este paso, que en su primer año salió con unos respirader­os textiles confeccion­ados por las hermanas de la cofradía. Luego, en los 80, llegaría el sobrecanas­to tan particular de Guzmán Bejarano.

La cofradía avanza veloz por delante de Los Claveles. El tercer paso, el de la Virgen del Subterráne­o, es un logro estético sublime. Reunir tres colores distintos –rojo, morado y azul– sin que resulte un Pantone, sino un conjunto muy armonioso. Por cierto, una de las dolorosas que nunca renuncia a lucir joyas, incluso en aquellos años de complejos y austeridad impostada.

Final agridulce para este 50 aniversari­o. La cofradía da marcha atrás tras salir de la Catedral y se refugia en el templo metropolit­ano. Al Cristo de la Humildad y Paciencia le colocan un impermeabl­e con el que preservarl­o de la lluvia que, poco antes de las 19:00, empieza a caer con intensidad. Una imagen que, a la espera de la crucifixió­n, invita a la meditación. Su espalda, ahora tapada por el plástico opaco, la definieron una vez como un océano de dolor. Muestrario de hematomas y heridas al que el sol ha dejado huérfano de brillo en esta tarde sahariana.

Tomás Vega asegura que se trata de la imagen que mejor representa la condición humana de Cristo. Un “desvalido” que –bajo capucha– da lecciones de humildad (cualidad no demasiado abundante en ciertos ámbitos cofradiero­s, todo hay que decirlo). El Cristo que invita a la meditación en plena digestión. Al misticismo en tiempo de sobremesa.

 ?? ??
 ?? ?? Un nazareno de la Cena repartiend­o estampas de los titulares de la hermandad.
Un nazareno de la Cena repartiend­o estampas de los titulares de la hermandad.
 ?? ??
 ?? REPORTAJE GRÁFICO: JUAN CARLOS VÁZQUEZ ?? El cortejo de acólitos que precede al Cristo de la Humildad y Paciencia.
REPORTAJE GRÁFICO: JUAN CARLOS VÁZQUEZ El cortejo de acólitos que precede al Cristo de la Humildad y Paciencia.
 ?? ?? Una imagen que cada Domingo de Ramos invita a la meditación.
Una imagen que cada Domingo de Ramos invita a la meditación.
 ?? JOSÉ LUIS MONTERO ?? Carrera Oficial. La Borriquita enfilando la calle Sierpes después de que una nazarena pidiera la venia en el palquillo.
JOSÉ LUIS MONTERO Carrera Oficial. La Borriquita enfilando la calle Sierpes después de que una nazarena pidiera la venia en el palquillo.
 ?? RAFA DEL BARRIO ?? Liturgia. La procesión de palmas, presidida por arzobispo, recorrió el entorno de la Catedral.
RAFA DEL BARRIO Liturgia. La procesión de palmas, presidida por arzobispo, recorrió el entorno de la Catedral.
 ?? JOSÉ ÁNGEL GARCÍA ?? Banda. Los abanderado­s de Santa María Magdalena de Arahal llegando a San Julián.
JOSÉ ÁNGEL GARCÍA Banda. Los abanderado­s de Santa María Magdalena de Arahal llegando a San Julián.
 ?? RAFA DEL BARRIO ?? Fervor. La Hermandad de Jesús Despojado de sus Vestiduras cerca de su capilla en la plaza de Molviedro.
RAFA DEL BARRIO Fervor. La Hermandad de Jesús Despojado de sus Vestiduras cerca de su capilla en la plaza de Molviedro.
 ?? JOSÉ LUIS MONTERO ?? Capataz. José María Rojas Marcos, mandando el paso de la Borriquita con sus dos nietos.
JOSÉ LUIS MONTERO Capataz. José María Rojas Marcos, mandando el paso de la Borriquita con sus dos nietos.
 ?? JUAN CARLOS VÁZQUEZ ?? Inocencia. Pequeños monaguillo­s que serán futuros cofrades.
JUAN CARLOS VÁZQUEZ Inocencia. Pequeños monaguillo­s que serán futuros cofrades.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain