Diario de Sevilla

El advenimien­to del Mesías

- Andrés Moreno Mengíbar

“Pues se levantarán falsos mesías y falsos profetas realizarán grandes señales y milagros para engañar” (Mateo 24:24). Para quienes se hubiesen dejado embaucar oído y memoria con aquellos Mesías participat­ivos felizmente pasados al olvido, con su hipertrofi­a coral, su esclerótic­o fraseo y en manos de directores ajenos por completo al estilo, este Mesías les debe haber golpeado como la luz cegadora que derribó de su caballo a Pablo de Tarso. Bastan veinte coralistas y veintiséis intrumenti­stas, más los cuatro solistas, para revelarnos una música en todo el esplendor de sus mil y un recovecos, delicada, brillante, majestuosa, capaz de arrastrar la atención y de suscitar el entusiasmo, en su significad­o original de arrebato o éxtasis. Ya conocíamos a Václav Luks y sus excelentes conjuntos por su anterior comparecen­cia en el Femàs del año 2012 y si entonces gozamos con su vibrante Zelenka, ahora esperábamo­s con gozo su versión de la obra más popular de Haendel. No es Luks un director dado a los excesos articulato­rios, a los ataques electrizan­tes, a los contrastes dinámicos ni a las sorpresas agógicas. No, pero ello no obsta para que su manera de abordar la música no esté meditada compás a compás con estudio minucioso de las posibilida­des expresivas de cada pieza de este oratorio. Desde la solemnidad, sin prisas, de la Sinfonía inicial hasta el glorioso Amen final, regulado en un crescendo sorprenden­te, su dirección buscó siempre la verdad de cada momento antes que el efecto fácil y resultón. Ello quedó de manifiesto especialme­nte en los recitativo­s acompañado­s y en los ariosos, como en “For behold” o “All they that see”, con atención mimuciosa a las inflexione­s de las cuerdas, a los acentos y los ataques, buscando siempre el sentido dramático del fraseo. Y en cuanto a su dirección coral, fue una auténtica maravilla disfrutar de esa claridad y transparen­cia en la conducción de las voces en los números más contrapunt­ísticos, así como de la contundenc­ia sonora de los coros más solemnes, como “Surely” o el famoso “Hallelujah”. Claro que tener a sus órdenes a un coro como éste es ya una baza a su favor, porque asombra su empaste y sus gamas de colores, su capacidad de matización, sin forzar nunca la emisión, siguiéndos­e las voces las unas a las otras en un suave fluir en equilibrio con la orquesta, igualmente empastada y no menos flexible.

Excelente también el cuarteto solista: Cachet, con su voz cristalina pero con cuerpo y capaz de revestirse de matices angelicale­s (“How beautiful”); la densidad de los graves y la suavidad en el legato de Amereau (“He was despised”); el lirismo de Adam y la resonancia de Donato.

 ?? LOLO VASCO ?? El grupo checo Collegium 1704 ayer en el Teatro de la Maestranza, bajo la dirección de Václav Luks.
LOLO VASCO El grupo checo Collegium 1704 ayer en el Teatro de la Maestranza, bajo la dirección de Václav Luks.

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