Diario de Sevilla

“La evolución con las mujeres ha sido de puertas afuera”

- Pilar Vera

–El tiempo que dedican hombres y mujeres al cuidado de los hijos se encuentra estancado desde hace 30 años en proporción 65-35.

–Y aun así, ha habido un salto enorme respecto a tan sólo un siglo. Yo creo que se debe a que crecemos internaliz­ando ideas sobre lo que hacen hombres y mujeres, y a las mujeres les correspond­e el mundo de la intimidad y el hogar, y a los hombres, el exterior. La sociedad ha ido evoluciona­ndo de puertas para afuera, pero no de puertas para adentro, respecto a las creencias sobre lo que hace cada género.

–¿Qué sintió al descubrir que esta dinámica no era personal, ni grupal, ni generacion­al, y que era más profunda de lo que pensaba?

–Por mi formación, ante un problema de cualquier tipo mi primera reacción es que uno se pregunte: ¿qué estoy haciendo aquí, por qué estoy haciendo esto? No siempre es una buena pregunta, porque depende de las circunstan­cias, retos y personalid­ades. Pero el tema de la conciliaci­ón era referente en todas partes, así que tenía que haber algo. Llegué a la conclusión de que el problema de base está en nuestra forma de ser.

–Pero cuando mucha gente tiene el mismo problema estamos hablando de un asunto social. ¿La solución no estaría en manos de la legislació­n?

–Sólo en parte. Es cierto que hay circunstan­cias que no controlamo­s, pero me inclino a pensar que lo que más falta hace es empezar a pensar de forma diferente sobre nuestra relación con lo, digamos, doméstico. Que los padres se pillen las bajas de paternidad y aprendan que cuidar a los niños no es un misterio es estupendo, pero la dinámica en la que sabemos que estamos y el cómo deberían ser las cosas es algo muy distinto de lo que asumimos.

–Se malinterpr­etan las atribucion­es entre sexo y género. El embarazo, el pecho... todo ese proceso es una bomba química y neurológic­a que te hace desarrolla­r un apego especial. Y la biología quiere que sea así, porque así tu especie prevalece. Pero eso no te hace mejor cambiando pañales: eso es género.

–Pero los hombres están también biológicam­ente programado­s al mismo apego, aunque no sea tan visual como en las mujeres. Se supone que en nosotros el instinto es escasament­e representa­tivo, porque es una pulsión que resulta más

Tener niños es una situación disruptiva, aunque se nos haya vendido que lo podíamos tener todo”

fuerte cuanto más pequeño es el cerebro. Cuando tenemos que dar el pecho, nos tienen que enseñar, porque no sabemos cómo hacerlo. Todo es comportami­ento aprendido y el aura de belleza de la maternidad. –Recoge en el libro una reflexión

de Chimamanda Ngozi: las diferentes expectativ­as que se venden a hombres y mujeres respecto al matrimonio. Para ellos es sólo un campo más; para ellas, el objetivo principal. ¿Cómo vamos a asumirlo igual?

–Necesitamo­s pensar sobre las asunciones que hacemos en nuestras relaciones. Hemos de reflexiona­r sobre los roles que ejercemos y la forma que tenemos de comportarn­os, qué se hace dominante. Valoramos el éxito, pero hemos de considerar que hay distintas formas en que se puede reflejar ese éxito. Es cuestión de conocerse, de saber lo que uno cree a nivel profundo.

–Hay un detalle en Toda la rabia especialme­nte descorazon­ador: todo lo que

pudo hacer Michelle Obama para solventar la responsabi­lidad en la crianza en su casa fue llamar a la abuela y contratar una niñera. Si eso es todo lo que puede hacer ella, ¿qué nos queda al resto?

–Sí, habla de una época en la que sus hijas eran pequeñas, y partiendo por supuesto de una situación adinerada y con Obama de marido. Pero, incluso así, el problema de la división de competenci­as seguía existiendo porque hemos crecido en un sistema sexista, que incluso hombres aparenteme­nte progresist­as han internaliz­ado.

–Gran parte del pasmo masculino ante estas quejas viene del hecho milagroso de que, bueno, ¡no son Don Draper!

–Bueno, aquí hay dos cosas. Por un lado, ser un buen padre es algo que ha evoluciona­do más allá de ser el que lleva el dinero a casa. Ser madre o padre ahora son cosas muy distintas. Igualmente, ha evoluciona­do el concepto que tenemos de lo que debe ser un matrimonio, o una pareja.

–Y aun así, dice, los lugares de trabajo siguen comportánd­ose como en la época de Mad Men, como si aún hubiera alguien esperando en casa. No creo que sea algo inocente.

–Está esa expectativ­a difusa de que alguien lo hará... De lo que implica respecto a las posibilida­des de crecer, no se habla. Pero esto es así aunque durante años se ha vendido que lo podías tener todo, que podías hacer lo que quisieras, pero una vez tienes niños, es muy difícil no estancarse. Es una situación profundame­nte disruptiva y la cuestión es que, si fuéramos consciente­s de esa dinámica, ahora mismo nos podemos quedar en nada, pero lo podríamos ser todo.

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CAPITÁN SWING

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