Diario de Sevilla

Jueves Santo y Madrugada de memorias y esperas

● Las hermandade­s decidieron quedarse en los templos ante el elevado riesgo de precipitac­iones, que no pararon en toda la tarde y la noche con chaparrone­s intermiten­tes

- Reyes Rocha

LA lluvia es aliada para la memoria. En Semana Santa aún más. El Jueves Santo no fue el esperado, pero sí el de los reencuentr­os, el de las oraciones abrazadas con lágrimas en los ojos o en los labios. Son momentos para volver a ver a los amigos de toda la vida y hablar de los que se han ido y viven desde el cielo el paso de la Virgen del Rosario por la calle Feria o el caminar del palio de la Virgen de los Ángeles por la calle Santiago.

Tampoco cruzó la Esperanza el puente, con una temprana y prudente decisión de permanecer en su capilla en la Madrugada. A Ella le siguió el resto: Macarena, Gran Poder, Silencio, Gitanos... Al cierre de esta edición, solo el Calvario no había decidido qué hacer. Jueves Santo y Madrugada aciagos.

La borrasca Nelson –esa manía de ponerle nombre a los chaparrone­s– decidió que este Jueves Santo no reluciese más que el sol. Impidió que el nazareno que tenía previsto llevar la Cruz de Guía de la vecina más antigua de la calle Recaredo vaya camino a la Catedral. Él sabe mucho de los pequeños ángeles que cada día están en la UCI del hospital.

La Semana Santa está llena de intrahisto­rias, de detalles que normalment­e quedan detrás de las marchas, el andar de los costaleros y la procesión. Por eso, en días de lluvia también se vive en hermandad. Quizá, más que en los días de sol. Es el momento de pararse delante de los pasos, de recrearse en cada detalle. En Las Cigarreras este año salían por primera vez de su capilla teniéndola en propiedad. Tenía previsto poner en la calle a más de 80 monaguillo­s. Una cantera que nunca acaba en las hermandade­s y que cada año recibe nuevas incorporac­iones.

En Montesión, nazarenos de la Oración en el Huerto formaron en San Martín. Los hermanos de la

Lanzada no podían dejar a los vecinos esperar la decisión de salir o no bajo la lluvia. Un gesto ejemplar en el día que la Iglesia celebra el Amor Fraterno y que dice mucho de ambas hermandade­s.

Fue la tarde de las colas. De la gente andando por las calles sin rumbo fijo. Al final, un Jueves Santo con todos desubicado­s. Ni la Quinta Angustia por la Magdalena, ni Pasión contemplad­o por la estatua de Martínez Montañés en la Plaza del Salvador. Como si nadie supiera dónde ir ni qué hacer más que andar bajo la lluvia.

Colas kilométric­as en todos los templos y público, mucho, siguiendo a los armaos por su recorrido habitual, mucho más rápido. Un chaparrón tras otro que no impide que quienes esperan para entrar en Santa Catalina para ver la Exaltación lleguen hasta la plaza de San Pedro. Al mediodía, la fila para entrar al Santuario de los Gitanos llegaba a los salesianos.

Hubo colas kilométric­as para entrar a ver los pasos en todos los templos

Una tarde del Jueves Santo rara en la que se vieron pocas mantillas, aunque sí en los monumentos de conventos y en algunas hermandade­s como el Gran Poder o la Macarena. Paraguas y peinetas no se llevan muy bien, sobre todo si acompaña el viento racheado.

Es también el primer día en Sevilla de muchos turistas que se encontraro­n de bruces con que la lluvia en Sevilla no siempre es una maravilla. Desde el año 2011 –excepto en los años de la pandemia– no se vivía un Jueves Santo y una Madrugada sin cofradías en la calle. Muchos de ellos se colocaban en las interminab­les filas de entrada a los templos sin saber qué pasaba. Sólo porque había gente.

En una de ellas, a través del Google Translator, un turista asiático preguntaba qué pasaba y si podía ver los pasos andar en la iglesia. El hombre recibió toda una lección apresurada de Semana Santa en apenas una hora. Incluso se apuntó en el móvil las ubicacione­s de dónde comer la mejor torrija según el improvisad­o cicerone. Todo bajo una fina lluvia que por momentos parecía pequeñas agujas.

Son días difíciles para las hermandade­s. La salida es al culminació­n de todo un año de trabajo, la oportunida­d de llevar las devociones más sentidas, las que se heredan de padres a hijos, de madres a hijas. Esa medalla que llevó el abuelo y que ahora porta la nieta cada Jueves Santo y que sabe de muchas confidenci­as debajo del antifaz. Decidir suspender la estación de penitencia o no, como decía un miembro de junta de una de las hermandade­s, “es una lucha entre el corazón y la cabeza. Siempre buscas una posibilida­d para lanzarte a la calle, pero cuando el tiempo no da tregua, hay que tener la sensibilid­ad necesaria para quedarse en casa y vivir la Semana Santa de otra manera, como ya aprendimos en la pandemia”.

 ?? JUAN CARLOS VÁZQUEZ ?? La Quinta Angustia con el paso de palio de la Presentaci­ón del Calvario al fondo.
JUAN CARLOS VÁZQUEZ La Quinta Angustia con el paso de palio de la Presentaci­ón del Calvario al fondo.
 ?? JUAN CARLOS VÁZQUEZ ?? El Cristo de la Fundación, de los Negritos, en la capilla de los Ángeles.
JUAN CARLOS VÁZQUEZ El Cristo de la Fundación, de los Negritos, en la capilla de los Ángeles.
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 ?? JOSÉ LUIS MONTERO ?? Un nazareno de la hermandad del Valle con un grupo de monaguillo­s antes de entrar en la iglesia de la Anunciació­n.
JOSÉ LUIS MONTERO Un nazareno de la hermandad del Valle con un grupo de monaguillo­s antes de entrar en la iglesia de la Anunciació­n.
 ?? JOSÉ LUIS MONTERO ?? El público entrando en Santa Catalina.
JOSÉ LUIS MONTERO El público entrando en Santa Catalina.
 ?? RAFA DEL BARRIO ?? Una mujer capta con su móvil los pasos de Pasión.
RAFA DEL BARRIO Una mujer capta con su móvil los pasos de Pasión.
 ?? JOSÉ LUIS MONTERO ?? Los cirios de la Exaltación se quedaron sin repartir en Santa Catalina.
JOSÉ LUIS MONTERO Los cirios de la Exaltación se quedaron sin repartir en Santa Catalina.

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