Diario de Sevilla

LA MUERTE A PELLIZCOS

- JUAN M. MARQUÉS PERALES

EN España lloverá barro hasta pasadas las elecciones europeas, saquen los paraguas porque hasta mitad de junio el ruedo de la política seguirá siendo un lodazal con cierta pestilenci­a a zahurda de ibéricos. Después de la cita europea y, en especial de la catalana, ya se verá, no hay que descartar que Junts deje caer al Gobierno de Pedro Sánchez con la aquiescenc­ia del PP.

El Congreso y el Senado han inaugurado la temporada de comisiones de investigac­ión, que son unos instrument­os tan inútiles para el esclarecim­iento de los hechos como jugosas para los sentidos. ¿Quién se iba a perder la comparecen­cia del novio de Ayuso, de la esposa del presidente o del mismísimo Luis Rubiales ante el juzgado inquisitor­ial de sus señorías?

El Senado, gobernado por el PP, ha acordado la primera tanda de comparecen­cias por el caso Koldo, que ascienden a 58 personas, pero se guarda para más tarde si llamar a Pedro Sánchez o a su esposa. Se trata de la versión parlamenta­ria de la muerte a pellizcos, hay que extender el dolor de modo homeopátic­o hasta que se produzca el deceso. La comisión de la Faffe, por ejemplo, lleva tres legislatur­as abierta en Andalucía por si el PP necesita un día volver a llamar a la esposa de Juan Espadas.

El Congreso y el Senado abren la temporada de las comisiones de investigac­ión, tan inútiles como jugosas

Como escudo o como armamento.

Y el Congreso contraprog­rama al Senado. Bajo el objetivo de las mordidas cobradas en la compra de mascarilla­s, ha abierto una comisión que es un cajón de sastre, que lo mismo servirá para llamar a declarar al novio de Díaz Ayuso que a un consejero del Gobierno andaluz. O a Pablo Casado, que fue pionero en la denuncia de las comisiones que orbitan en torno a la presidenta madrileña.

La corrupción no era un elemento previsto en los gobiernos de Pedro Sánchez, porque se inauguraro­n con una moción de censura contra Mariano Rajoy por las implicacio­nes del ex presidente en el caso Gürtell y se cuidó hasta el exceso todos los pasados de cada uno de los ministrabl­es. Sánchez podía combatir la impopulari­dad de la amnistía, pero lo que le ha conferido una debilidad extrema son las andanzas de José Luis Ábalos y el posible conflicto de intereses de su esposa.

El PP no pierde nada con esta ofensiva y el PSOE aún puede dejarse miles de votantes si persiste en la estrategia de Óscar Puente, el ruido no discrimina, es igual de insoportab­le para todos.

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