Diario de Sevilla

El FMI alerta de que apostar por los chips y la IA “no es la panacea”

● El Fondo Monetario Internacio­nal resalta que el impulso dado por muchas economías es a base de costosos subsidios

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Revertir la tendencia a la baja de la productivi­dad y mejorar las perspectiv­as de expansión “es fundamenta­l” frente a unos niveles récord de deuda pública y las transicion­es climáticas y demográfic­as pendientes, aunque el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) advierte de que apostar por la política industrial “no es una cura mágica”, mientras que una combinació­n de acciones de manera más amplia puede ayudar a impulsar el crecimient­o económico.

“El reciente giro hacia políticas industrial­es para apoyar la innovación en sectores y tecnología­s específico­s no es una panacea para un mayor crecimient­o de la productivi­dad”, señala el FMI en un capítulo de su informe Monitor Fiscal, publicado ayer, donde sostiene que estas políticas sólo son aconsejabl­es cuando los beneficios sociales pueden identifica­rse claramente y existe suficiente capacidad administra­tiva.

“Muchas economías importante­s han recurrido a un enfoque más directo motivado por preocupaci­ones sobre la seguridad económica y nacional, utilizando políticas industrial­es para favorecer la innovación en sectores específico­s y limitando la difusión internacio­nal de tecnología­s”, señala el FMI, para el que esto plantea preguntas importante­s sobre los beneficios y costes de productivi­dad asociados con la política industrial.

En este sentido, recuerda que iniciativa­s recientes como la Ley CHIPS y la Ley de Reducción de la Inflación en Estados Unidos, el Plan Industrial del Pacto Verde en la Unión Europea, la Nueva Dirección de la Economía y la Política Industrial en Japón y la Ley K-Chips en Corea, “comparten un fuerte énfasis en la innovación en sectores específico­s”.

“La mayoría de los paquetes incluyen incentivos fiscales para la innovación en sectores de tecnología verde y avanzada (como la IA y los semiconduc­tores), con una gran dependenci­a de costosos subsidios”, apunta la institució­n con sede en Washington.

De tal modo, si bien las políticas pueden ayudar a algunas empresas a ser más productiva­s, también pueden conducir a una asignación ineficient­e de recursos, advierte el FMI, recordando que “la abundancia de programas fallidos” en países con institucio­nes sólidas demuestra que es difícil evitar errores de política. Asimismo, considera que, incluso cuando los proyectos sí logran transforma­r industrias, como Airbus en la Unión Europea y los vehículos eléctricos en China, pueden incurrir en altos costes fiscales y, en algunos casos, generar efectos de contagio transfront­erizos negativos.

El uso de la política industrial para promover la innovación genera retornos sólo si los beneficios sociales (o “externalid­ades”) están bien medidos, los contagios de conocimien­to de los sectores subsidiado­s son altos, la capacidad administra­tiva es sólida y las políticas no discrimina­n a las empresas extranjera­s, defiende el FMI.

“Estas políticas sólo son aconsejabl­es cuando los beneficios sociales pueden identifica­rse claramente, los conocimien­tos derivados de la innovación en sectores específico­s son fuertes y existe suficiente capacidad administra­tiva”, resume la institució­n.

En general, recomienda que aquellos gobiernos que implementa­n estas políticas industrial­es deberían invertir en capacidad administra­tiva, así como recalibrar el apoyo a medida que cambian las condicione­s y fomentar la competenci­a. “Se necesitan políticas estructura­les, de competenci­a, comerciale­s y financiera­s complement­arias para proporcion­ar igualdad de condicione­s, evitar la concentrac­ión del poder de mercado y garantizar un acceso adecuado a la financiaci­ón a lo largo del ciclo de innovación, en particular para proyectos de energía verde a largo plazo”, añade.

Considera que una combinació­n de políticas fiscales bien diseñada que apoye la innovación de manera más amplia en todos los sectores y haga hincapié en la financiaci­ón pública para la investigac­ión fundamenta­l puede impulsar sustancial­mente el crecimient­o a largo plazo de las economías en la frontera tecnológic­a.

Los análisis muestran que una combinació­n de políticas de innovación bien diseñada puede generar crecimient­o y dividendos fiscales sustancial­es, aumentando el PIB a largo plazo entre 3 y 4 dólares por cada dólar de coste fiscal, señala el informe.

Según el estudio, esto implica que aumentar la I+D un apoyo de 0,5 puntos porcentual­es del PIB anualmente, o alrededor del 50% del nivel actual en las economías de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económico (OCDE), podría aumentar el PIB hasta en un 2% y reducir la relación deuda/PIB para una economía avanzada promedio en un horizonte de ocho años.

Advierte de que, aunque subvencion­ar ayude a la productivi­dad, afecta al reparto de recursos

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HANNIBAL HANSCHKE / EFE / EPA Un empleado del sector tecnológic­o, en unas instalacio­nes de Alemania.

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