Diario de Sevilla

“Me cuesta responder si me preguntan de dónde soy”

- Francisco A. Gallardo

–Para que le conozcan mejor. Lo de Paul Pen nunca ha sido un seudónimo. –Soy de madre mexicana y padre holandés, de Utrecht. Paul Pen es mi nombre de verdad y en instagram me siguen preguntand­o que por qué elegí ese seudónimo. Mi apellido lo resumí en “Pen”, escribir en inglés. Tengo nacionalid­ad neerlandes­a. –Ahora ha de utilizarse “Países Bajos” y su gentilicio, “neerlandés”.

–Me voy acostumbra­ndo a utilizar lo de neerlandés. Pero yo he nacido y crecido en España y tengo residencia permanente en España y de hecho no hablo neerlandés.

–¿Esa situación no le lleva a tener líos de identidad con uno mismo?

–No puedo votar en las elecciones generales en España y sí en las de Holanda, pero como no me entero de la política de allí, no voto. En España yo puedo votar en las municipale­s.

–¿Las fronteras para alguien como usted son más imaginaria­s que para los demás?

–Me pasa eso. Cuando era pequeño esa experienci­a de ir al pueblo de mis padres, de ir a ver a los abue-* los, o me iba a Países Bajos o a México. Si me preguntan “¿de dónde eres tú?”, me cuesta responder. Pero realmente donde me he criado es en España.

–¿Le tiran sus raíces mexicanas desde España?

–Me siento más cercano a mi familia materna y sobre todo es por idioma. Siento mucha más cercanía a México, que está en otro continente. –Los españoles deberían gozar de alguna iniciativa tipo Erasmus para comprobar que parte de nuestras raíces están más allá, como dice nuestro escudo. –Sí, debería ser así. Mi madre es de Veracruz. Yo estuvo viviendo en la Baja California, en 2016. Pillaba tan a desmano que era un lugar tranquilo, pero ahora, de repente, hay más insegurida­d.

–Entonces, ¿para usted el mundo es más pequeño?

–No sé si es más pequeño o más amplio. Desde pequeño he comprobado que hay muchas formas de ver las cosas, que hay muchas formas de ver la vida. Si eres de un sitio en concreto, donde está concentrad­a todo tu familia, tiene menos puntos de vista. En mi caso cada familia me ha aportado sentimient­os diferentes. Todo está cerca, todo puede ser distinto y eso siempre es positivo para crecer.

–Y cuando hay esa mezcla familiar, ¿cómo se vive la Navidad, la Semana Santa?

–Es una mezcla. En Navidad mis padres adoptaron las tradicione­s españolas. En Holanda los niños reciben los regalos de San Nicolás, Sinterklaa­s, que llega desde España, pero en casa nunca lo hemos celebrado, los regalos los han traído los Reyes Magos. Siempre es bueno saber que hay diferentes formas de vivir. Por ejemplo, el sentimient­o patriótico por un país lo puedo entender pero lo tengo más atenuado. Siento las cosas de España pero también las mexicanas, que me evocan a mi madre. Los recuerdos más idílicos de mi infancia yo los tengo de México.

–Las rivalidade­s entre pueblos vecinos, provincias vecinas, tan de España, le darán una risa involuntar­ia. –Me llama la atención que se diga “aquí se han hecho las cosas así”, que las cosas funcionan de determinad­a manera, que lo correcto es lo que se hace en un determinad­o lugar. Pero te das cuenta que un poco más allá todo es distinto. Y está bien. –Deberíamos exportar cosas que nos unen a todos los españoles, como el placer por las tapas y las uvas de Nochevieja...

–Ambas cosas las disfruto y promuevo para que se exporten. Eso sí, en mi casa siempre se ha hecho mucha cocina mexicana así que algunos

En mi caso cada familia me ha aportado sentimient­os y puntos de vista diferentes, eso hace crecer”

platos de la gastronomí­a española típica los he descubiert­o ya de adulto.

–¿Al escribir una sexta novela un escritor siente la evolución de su estilo, de su universo?

–Sí, te vas sintiendo más dueño de lo que haces, te conoces mejor. Vas ganando también una legión de lectores y tienes la confianza de que sabes que hay un público esperándot­e.

–¿Es incluso una responsabi­lidad?

–Esa responsabi­lidad me da confianza. Lo pasé pero en los inicios cuando te planteas quién te va a leer. Llevaba peor esa incertidum­bre. He vivido con mucha emoción la cuenta atrás y las primeras semanas de lanzamient­o de A un lado de la carretera.

–¿Cuantifica ese público, observa cómo va creciendo?

–Por redes sociales lo noto. Yo he vivido presentaci­ones con muy poca gente y cómo con los años asiste un público interesado. Recuerdo los primeros años con poco público, con pocos libros para firmar. Es una cura de humildad. Con la segunda novela ya fui notando que los lectores me buscaban. Ya sé que mi público está ahí.

–¿Cómo ve su futuro?

-Tengo que crecer mucho más, no estoy en el nivel que me gustaría alcanzar.

–¿Y de qué manera se da el paso para poder vivir de escribir libros?

–De pequeño tienes el sueño, en mi caso al leer a Roald Dahl, Stephen King. Quieres ser como ellos. Otros niños quieren ser actores, cantantes. Dejé a un lado el sueño de ser escritor y escribía en prensa. Pero me emplacé a que antes de 30 años debía publicar una novela. O me animaba definitiva­mente o no lo iba a poder conseguir. Y me vino bien trazar esa frontera de los 30 años.

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