Diario de Sevilla

MILI: VOLUNTARIA Y CON INCENTIVOS

- lmolini@grupojoly.com

FUI de los últimos españoles en hacer la mili y de los primeros en irme de Erasmus. Fueron dos experienci­as muy positivas de mi juventud. En la segunda me recorrí todos los bulevares de París y tuve un ligue de Albacete. En la primera, conocí una España para mí totalmente ignota, un país en el que aún había algún analfabeto que nunca había visto el mar y gentes que guardaban chorizos en la taquilla, te enseñaban la foto de la novia y vivían aquello como si los hubiesen destinado al Afrika Korps. Alguna vez he dicho que desfilar con aquella soldadesca es una de las pocas cosas honorables que he hecho en mi vida. Pero era evidente que el modelo de quintas estaba agotado. No porque obligara a los jóvenes a “perder un año de su vida” (como se decía entonces, aunque era exactament­e lo contrario) sino porque poco podía servir a la defensa nacional aquel ejército de tropa y mandos desmotivad­os y escasos medios materiales.

Se suele recordar que fue Pujol el que obligó a Aznar a quitar la mili y montar un ejército profesiona­l. El honorable lo hizo para eliminar un mecanismo de nacionaliz­ación que mezclaba a jóvenes de todos los territorio­s bajo una sola bandera rojigualda. Pero, sin quererlo, le hizo un gran servicio a España. El Ejército profesiona­l fue un gran avance, no porque librase a los jóvenes de la mili, sino porque permitió montar unas Fuerzas Armadas

Lo más realista es crear una mili voluntaria para los jóvenes que no tengan ningún escrúpulo en coger un fusil

altamente eficaces en las misiones encomendad­as y muy valoradas por la sociedad de la que se nutren, según todas las encuestas.

Decimos esto en un momento en el que las numerosas amenazas que sufre Europa (Rusia, el Sahel, China, el neoaislaci­onismo de EEUU, etcétera) han generado el debate de si sería necesario resucitar la mili. Mi opinión: sí pero no. Parece claro que hay que articular algún sistema que permita generar una bolsa de reserva y encuadrami­ento para hipotética­s movilizaci­ones, y que eso sólo se puede conseguir con algún tipo de servicio militar. Pero cualquiera que conozca sociológic­a y políticame­nte España es consciente de la gran contestaci­ón que tendría esta medida en la España plurinacio­nal. Lo más realista es crear una mili voluntaria para los jóvenes que no tengan ningún escrúpulo en coger un fusil (yo tampoco los tenía ni los tengo) a la hora de defender el territorio y los valores que le dan sentido. Eso sí, hacen falta incentivos que vayan más allá de la satisfacci­ón personal de servir a tu país. ¿Cuáles? Los de siempre: dinero, plazas de empleo público, etc. Todo muy complicado en un país cuyo gasto en defensa es de los menores de toda la OTAN.

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