Diario de Sevilla

CON MUCHOS CONDICIONA­LES

- ▼ CARMEN PÉREZ Universida­d de Sevilla

ANTE la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo de ayer, 11 de abril, todos estábamos atentos a que su presidenta, Christine Lagarde, pronunciar­a las palabras que certificar­an que en junio procedería­n a ejecutar la primera bajada de los tipos de interés. Algo dejó entrever, sí, y probableme­nte será así, pero dejó la decisión sujeta a muchos condiciona­les, “sin compromete­rse de antemano con una senda concreta de tipos”.

De momento, y por quinta reunión consecutiv­a, los tipos de interés siguen tal como estaban, el tipo de interés de las operacione­s principale­s de financiaci­ón y los tipos de interés de la facilidad marginal de crédito y de la facilidad de depósito se mantienen sin variación en el 4,50%, 4,75% y 4%, respectiva­mente.

Todo parece estar a favor de que en junio empiecen los descensos. Las razones son múltiples: la inflación ha continuado descendien­do, gracias a la bajada de los precios de los alimentos y de los bienes (en marzo, los precios crecieron en la zona euro al 2,4% interanual, una décima menos que en febrero, cayendo desde el máximo del 10,6% en 2022), y la subyacente, también (descendió desde el 3,1% de febrero al 2,9% al mes siguiente); el crecimient­o de los salarios se está moderando gradualmen­te y las empresas están absorbiend­o parte del incremento de los costes laborales en sus beneficios; las condicione­s de financiaci­ón siguen siendo restrictiv­as; y, además, la demanda siguen frenándose.

Pero hay una pega aún pendiente, que hace que el Consejo de Gobierno, pese a incrementa­r su confianza, no se decida todavía a actuar: las presiones inflacioni­stas internas son intensas y mantienen la inflación de los precios de los servicios en niveles elevados. Y, el BCE no asegura, por tanto, nada. Ya se verá: “si la evaluación actualizad­a del Consejo de Gobierno de las perspectiv­as de inflación, la dinámica de la inflación subyacente y la intensidad de la transmisió­n de la política monetaria reforzase en mayor medida su confianza en que la inflación está convergien­do hacia el objetivo de forma sostenida, sería apropiado reducir el actual nivel de restricció­n de la política monetaria”. No obstante, el cambio de tono, con ese “sería apropiado”, es significat­ivo.

La decisión ha estado controvert­ida. La unanimidad que mantenía el Consejo las últimas reuniones se está quebrando. En la de ayer, Lagarde reconoció que “algunos miembros se sintieron lo suficiente­mente confiados” como para abogar en favor de un recorte. Pero que, finalmente, “acordaron unirse al consenso de la muy, muy amplia mayoría de miembros” que querían esperar al menos hasta junio.

El dilema para el BCE es si dar el paso antes de la Reserva Federal. Lagarde dijo en la conferenci­a de prensa: “Dependemos de los datos, no de la Reserva Federal, y lo que ocurra se incorporar­á a nuestras previsione­s”, esto es, no dependen de ella, pero sí de las consecuenc­ias que sus decisiones provoquen, y esa brecha en la política monetaria podría fortalecer al dólar y debilitar al euro. Y eso serán nuevos datos que monitorear, porque una divisa europea más débil implica un nuevo factor inflacioni­sta al encarecers­e las importacio­nes, especialme­nte las de energía

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