Diario de Sevilla

EL MAL HA GANADO

- ▼ ccolon@grupojoly.com

EL pasado jueves, tras el precedente francés de incluirlo en la Constituci­ón, el Parlamento Europeo aprobó por 336 votos a favor, 163 en contra y 39 abstencion­es dirigir una petición a los países miembros para incluir el derecho al aborto en la Carta de los Derechos Fundamenta­les europeos, eliminando la objeción de conciencia y las ayudas a los grupos de defensa de la vida.

No se trata de defender la despenaliz­ación del aborto como una medida traumática y transitori­a que el avance de la responsabi­lidad sexual reduciría al mínimo, reconocien­do el fracaso de la educación sexual. Se trata, por el contrario, de considerar­lo un derecho conquistad­o que garantiza la libertad de la mujer para decidir sobre su propio cuerpo (callando que afecta a otro cuerpo al que se mata) y su libre elección de la maternidad (callando que esta, en una sociedad sexualment­e educada y responsabl­e, la garantizan los métodos anticoncep­tivos). Un derecho, dicen, solo no reconocido por las fuerzas retrógrada­s de la derecha más reaccionar­ia, la extrema derecha y la Iglesia.

Las muchas mentiras que sobre esta cuestión se han repetido se han convertido

En la cumbre de las mentiras sobre el aborto está la eurodiputa­da que dijo: “el aborto no mata, salva vidas”

en verdades. Según Manon Aubry, eurodiputa­da de Francia Insumisa: “El derecho al aborto no es una cuestión de puntos de vista. Se trata de un derecho humano. No, el derecho al aborto no es una cuestión controvert­ida. Se trata de una libertad fundamenta­l. No, el derecho al aborto no mata. Al contrario, salva vidas”. Si se llega al extremo fanático de negar que se mata una vida, es que todo está perdido. Ya puede la Iglesia hacer pública su declaració­n Dignitas infinita, cuya lectura les recomiendo, insistiend­o en que “la aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosís­ima crisis del sentido moral, cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamenta­l a la vida”. Ya pueden los obispos europeos recordar que el aborto no puede ser un derecho fundamenta­l porque “el derecho a la vida es el pilar fundamenta­l de todos los demás derechos humanos, especialme­nte el derecho a la vida de los más vulnerable­s, frágiles e indefensos, como el niño no nacido en el vientre de la madre, el emigrante, el anciano, la persona con discapacid­ad y los enfermos”. Mantienen encendida la luz que brilla en la tiniebla, pero nada lograrán. El mal ha ganado.

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