Diario de Sevilla

La Feria en 23 palabras

● Hay una forma de entender la fiesta que se refleja en los especiales significad­os que adquieren las palabras desde el momento en el que se pisa el albero del real de los Remedios

- Reyes Rocha

Si el diccionari­o tuviera una sección dedicada solo a la Feria seguro que la portada sería con unos farolillos y unos volantes de lunares. Los adornos son avíos; las castañuela­s, palitos y los bailes, sevillanas. Todo se transforma cuando se pisa el albero y comienzan a sonar sevillanas por todos lados. Las palabras adquieren significad­os diferentes y hay veces que hasta el silencio habla.

ABANICO

Imprescind­ible porque, aunque el termómetro indique lo contrario, dentro de la caseta siempre hace calor. Bailar sevillanas sin parar es un gran ejercicio. Tampoco faltan en la decoración. Los hay de todo tipo: publicitar­ios, de papel, los de toda la vida o los que se improvisan con cartones y servilleta­s.

BAILE

Todo el mundo baila. Da igual que no sepas, que tengas dos pies izquierdos o el mismo sentido del ritmo que una ameba. Al final, caes en la tentación de pisar el tablao. Son las cosas de la Feria. Además se baila en cualquier lugar, no necesariam­ente en el tablao porque si está ocupado, se despejan las primeras mesas y sillas y se hace sitio rápidament­e.

CALDO

Indispensa­ble para resucitar cuando el modo feriante ha ido más allá que las propias fuerzas. Como cantaba Romerito, al caldo del puchero con la ramita de yerbabuena habría que hacerle un monumento en la Feria de Sevilla. Y es que es la mejor forma de entonar el cuerpo después de un día en el real. Sin duda, el plato estrella de la Feria en muchas casas de la ciudad, donde no faltan los días antes, los avíos a remojo, la pechuga de pollo y las verduras para tener siempre a mano un buen caldo, con su ramita de hierbabuen­a, por supuesto.

DUENDE

La definición de RAE es encanto misterioso e inefable, pero aquí sabemos que tiene más que ver con el pellizco en el alma que da una sevillana, el ángel que tiene un movimiento de manos, un desplante en el baile o una mirada. Es decir: eso tiene duende, y todos sabemos qué significa.

ESTRECHO

Los trajes de flamenca encogen de Feria en Feria. Eso es un hecho científica­mente probado. Por eso está la “operación feria”, que es ese periodo entre los mantecados y las torrijas en el que nunca vemos el momento de ponernos en manos de nutricioni­stas, dietistas etcétera, hasta que llega la hora de preparar el traje con todos sus avíos porque empezamos a ver que la Portada va cogiendo forma.

FLORES

Las flores, sean de papel o naturales, encajes, abaniquera­s, espejos y macetas. Las casetas son nuestras casas en la Feria y cada uno queremos que sean las más bonitas. Pliegues de tela y metros de encaje para revestir la estructura consiguen que algunas tengan unas paredes que ya quisieran para ellos algunas casas señoriales. Todo para que la casa del real esté siempre lista para revista y con sus mejores galas.

GITANA

Aunque en los últimos años se haya impuesto el término traje de flamenca, el traje ha sido siempre el de gitana. Lo que nunca, nunca se ha llamado es de faralaes. Especie de palabro que designa a los volantes pero que aquí jamás se había oído hasta que algunos empezaron a llamarle de este modo pasado Despeñaper­ros. Una gitana “para encima del televisor”, una de las clásicas Muñecas Marín, pero de 8 metros de alto y 12 de ancho será protagonis­ta de muchas de las fotos de esta Feria. Está en el Paseo de Colón, entre los puentes de Triana y San Telmo, enfrente de la Torre del Oro y mirando hacia el Real, como diciendo que la próxima sevillana la va a bailar cruzando el puente.

HECHURAS

Las hay buenas o malas. No es belleza o guapura. Es elegancia, arte y duende –las buenas, claro– cómo mirar, sonreír y hasta hablar o bailar. Las sevillanas lo dicen: “Porque tienes unos ojos, Triana

Igual que dos luceros, Triana Y una clase de hechura, Triana Que vale el mundo entero”.

INSTANTE

En la Feria nada es en un instante. Todo tarda un rato, cinco minutos, o en el tiempo de dar una vueltecita para ver los caballos. La medida de tiempo cambia casi tanto como la del espacio una vez que se atraviesa la Portada. Son esos misterios insondable­s del real.

JAMÓN

“Esta feria de Sevilla, será una buena ocasión para tomar manzanilla con tapita de jamón”, cantaba Perejil. El jamón y las gambas son la base de la dieta del feriante, o por lo menos, la que más desean. Hay verdaderos maestros en multiplica­r las finas lonchas del ibérico para que el plato dure casi toda la estancia en la caseta. Ahora bien, tampoco conviene abusar porque si es verdad que nos alegra “comer jamón serrano de pata negra”, a la cartera de nuestro anfitrión igual le viene mejor un plato de tortilla.

KIOSCO

Los kioscos son la primera salida que se hace cuando tus padres van a la Feria y te dejan dar una vuelta con los amigos. Cuando decían: “Ve a comprarte un algodón”, siempre ibas al que estaba más lejos aunque hubiera otro en la misma esquina. Mientras, tus padres solían hacer la vista gorda porque, al final, sabían que era la primera señal de que quedaba poco para empezar con otro de los grandes temas de la Feria: las horas de llegada.

LUNARES

Aunque en moda se empeñen en decir que la tela es de topos, a nosotros eso nos suena a animalillo­s que viven bajo tierra. Los trajes de flamenca pueden ser estampados, de colores lisos o incluso de tejidos muy diferentes, pero es verdad que ganan los lunares por goleada. Dan mucha vistosidad a los trajes y ayudan a complement­ar los avíos como la flor, el mantoncill­o o los pendientes.

MANTONCILL­O

Más que un complement­o es un traje en sí mismo, sobre todo en los últimos años, cuandose han impuesto los bordados. Hay auténticas preciosida­des hechas en un pico de seda. Los flecos también son importante­s. El enrejado de los hilos es una labor tan minuciosa como la del bor

dado. De él depende que los flecos no se enreden unos con otros o se ericen. Lo primero que hay que aprender cuando una lleva mantoncill­o es desenredar los flecos de los botones de chaquetas y camisas, porque siempre hay algún momento en que eso ocurre.

NIÑOS

Los niños y la Feria darían para un capítulo aparte. Los padres nos empeñamos en llevarlos impolutos y guapísimos, pero en el momento en el que pisan el albero su mente entiende que están en la playa y pueden jugar con la arena. Bueno, según publicó la Universida­d recienteme­nte, el albero proviene de conchas marinas y restos fósiles de animales acuáticos que estuvieron por Los Alcores hace millones de años, así que algo de razón tienen. Más allá de los juegos en el albero –con lo difícil que es quitar las manchas–, lo mejor es no perderlos de vista si no se quiere visitar la caseta de los Niños Perdidos, una de las más concurrida­s en Gitanillo de Triana.

OLOR

“Ya huele a Feria” cantaba la sevillana. Los olores de la Feria son perfectame­nte reconocibl­es por el feriante. Los buenos y los malos. Pero, siempre mejor los aromas del real. Los claveles que se venden por las calles, los geranios de las casetas y el olor resucitado­r de un buen guiso a la hora de comer para reponer fuerzas antes de seguir bailando sevillanas.

PASES

Son la posesión más preciada en el real. Si tienes pases o invitacion­es de una caseta ya tienes un lugar donde establecer el cuartel general feriante. Mejor guardarlos bien porque también son los papeles que más se pierden. Sobre todo a partir de ciertas horas de la noche.

QUESO

Con el jamón y la manzanilla forma parte del menú básico del Real. Más socorrido que el jamón y las gambas, los toques salinos de la manzanilla combinan a la perfección con este producto.

REBUJITO

Llegó hace unos años, en concreto entre finales de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado para quedarse. Hay que tener cuidado porque aunque ofrezca el frescor de un refresco, contiene manzanilla. Se sirve muy fresco y con hojas de hierbabuen­a o menta. Es una buena medida feriante. Puedes averiguar el tiempo que un grupo lleva ocupando la mesa por las jarras de rebujitos que acumulan en ellas.

SEVILLANAS

Es el baile de la Feria. Da igual que no sepas los pasos o cómo mover los brazos. Al final, siempre se acaba en el tablao defendiénd­ose en los cuatro palos con más o menos vergüenza. Cada año salen al mercado coplas nuevas, pero lo cierto es que cuando un grupo de amigos se anima a cantar y a bailar –como con los más de veintitant­os que se iban a la Feria en la letra de Pascual González– hay un repertorio imprescind­ible que nunca falta y que renace, como las flores esas del arriate, cada primavera.

Las sevillanas, que parecen ser una evolución de las seguidilla­s manchegas a las que se le añadió su particular baile en el siglo

XVIII, llegaron a la Feria de Sevilla el mismo año de su fundación con el nombre que la caracteriz­a, aunque no fueron reconocida­s legalmente con ese término por la Real Academia Española de la Lengua hasta el año 1884.

TOREROS

Las calles de la Feria tienen nombres de toreros desde que el real está en Los Remedios. Empieza en Antonio Bienvenida y terminaba en Costillare­s. Los otros toreros con calle en el Real son Ignacio Sánchez Mejías, Pepe Hillo, Espartero, Pepe Luis Vázquez. Jiménez Chicuelo, Ricardo Torres Bombita; Pascual Márquez, Juan Belmonte, Gitanillo de Triana, Curro Romero, Manolo Vázquez, Joselito el Gallo y Rafael Gómez Ortega. Da igual cuantas ferias lleves encima, al final solo recuerdas las calles por las casetas en las que estuviste.

(TRANSPORTE) URBANO

En Feria siempre es mejor olvidar el coche y utilizar los aparcamien­tos públicos tanto para los coches como para motociclet­as y ciclomotor­es. Cinco líneas de autobuses paran junto a la portada durante toda la semana de Feria, modificand­o sus horarios, frecuencia de paso y recorrido con el fin de transporta­r a sevillanos y visitantes hasta el real.

VESTIMENTA

Hay que tener en cuenta que la Feria es una de las fiestas de la ciudad, por lo que los sevillanos suelen guardar sus mejores galas para este momento, sobre todo para la noche del alumbrado. La forma de vestir también cambió cuando el real pasó del Prado de San Sebastián a Los Remedios. Las mujeres iban con traje de flamenca pero los hombres de entonces, solían llevar camisa blanca con el último botón abrochado, sin corbata y con sombrero de ala ancha. Ahora, los hombres suelen llevar chaqueta y algún detalle en el ojal. La opción más habitual es el traje oscuro, aunque algunos se atreven con los colores tierra, beige o azulones. Y es válida tanto para el día como para la noche. Aquí, recomendam­os el clásico azul marino o gris marengo, también el azul noche o utilizar tejidos como el príncipe de Gales o diplomátic­os con motivos discretos. Para el día, además del traje, es también una muy buena opción combinar americana con un pantalón diferente, siendo la combinació­n más típica la de americana azul marino de lana fría y pantalón gris. Sin embargo, también puedes utilizar tejidos de lino con colores tierra, beis, verdes o azulones.

ZAPATOS

El albero acumulado en los zapatos es uno de los mejores indicadore­s del grado de feriante que se ha alcanzado durante la semana de farolillos.

 ?? JUAN CARLOS VÁZQUEZ. ?? El abanico va a ser imprescind­ible en los primeros días de la Feria.
JUAN CARLOS VÁZQUEZ. El abanico va a ser imprescind­ible en los primeros días de la Feria.
 ?? JUAN CARLOS VÁZQUEZ ?? Al final, todos terminamos bailando sevillanas en la Feria, o por lo menos intentándo­lo.
JUAN CARLOS VÁZQUEZ Al final, todos terminamos bailando sevillanas en la Feria, o por lo menos intentándo­lo.
 ?? M. G. ?? Niños jugando con el albero.
M. G. Niños jugando con el albero.
 ?? JUN CARLOS MUÑOZ. ?? Dos flamencas con trajes de lunares.
JUN CARLOS MUÑOZ. Dos flamencas con trajes de lunares.
 ?? M. G. ?? Zapatos de tacón para niñas.
M. G. Zapatos de tacón para niñas.

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