La INMIGRACIÓN: el gran asunto nacional
Los inmigrantes aportan a las arcas públicas más de lo que reciben, ● ayudan a sustentar el Estado de bienestar y mejoran la natalidad Es ● un asunto estratégico que requiere rigor y enterrar los mitos y leyendas
COMENZAR los trámites parlamentarios para estudiar la regularización de los cientos de miles de inmigrantes sin papeles que hay en España es hacer de la necesidad, virtud. Son más bien los inmigrantes los que pueden hacerle un favor a España encargándose de dos tareas que han sido abandonadas o preteridas en mayor o menor medida por los españoles: trabajar en sectores duros y de procrear. La inmigración es un desafío estratégico que pocos países están sabiendo resolver en todo el planeta. Su contribución a la economía global y al incremento de la natalidad lo convierte en una materia prioritaria. Pero es, a la vez, un asunto poliédrico, porque lleva aparejadas derivadas sociales, culturales y religiosas.
DEL ‘VIVA LA GENTE’ A DON PELAYO
El problema es que este asunto, que requiere ser abordado con rigor y tratado con delicadeza, se suele despachar como una etiqueta más: la izquierda contemplativa de mano blanda que abre las fronteras sin condiciones; la derecha que exige mano dura, que los inmigrantes renuncien a su acervo cultural. Y después está la ultraizquierda, que quiere ir cantando “Viva la gente” por las calles en feliz armonía aunque termine siendo más pragmática y participe de los consensos básicos; y la ultraderecha xenófoba que espolea el miedo con datos falsos. Los ciudadanos, por su parte, recurren muchas veces a los mitos y leyendas, posiblemente por el miedo al otro y al diferente. El resultado es el peor cóctel posible: banderías políticas sumadas a los prejuicios y a la ineficiencia administrativa para controlar y ordenar los flujos de inmigración.
LA POLÍTICA ARROJA LUZ
Por eso es muy importante lo aprobado en el Parlamento esta semana. Admitir una Iniciativa legislativa Popular (respaldada por más de 600.000 firmas) robustece los procesos participativos democráticos y afronta un debate real propiciado desde la calle. No se va a producir una regularización masiva. Lo que se ha aprobado es activar un itinerario legislativo para diseñar un sistema que permita regularizar a muchos inmigrantes, que deberá votarse y aprobarse en ambas cámaras. El PP ha dado su apoyo pero ya ha advertido que el resultado de este debate debe tener dos puertas: una de entrada pero también otra de salida para quienes no cumplan los requisitos mínimos. En 2023 llegaron a España 56.852 inmigrantes irregulares, un 82% más que el año anterior. Una tendencia que no va a cambiar. Son cientos de personas que no tienen intención de volatilizarse.
Así, es doblemente relevante que la iniciativa haya salido adelante con el voto mayoritario de la Cámara (310 votos), con la excepción de Vox (33 votos), que sigue anclado en un mundo puro inexistente y en la retórica de Don Pelayo.
En realidad, no se margina a los inmigrantes. Se margina a los pobres. Lo dijo con agudeza el boxeador Larry Holmes, campeón mundial de los pesos pesados en 1978: “Es muy duro ser negro. Yo lo fui una vez: cuando era pobre”.
EMPLEO Y NATALIDAD
Participar en el mercado de trabajo y por lo tanto en el sustento del Estado de bienestar y contribuir a la mejora de la natalidad en España son tareas mayores. Los datos no engañan: en 2023 nacieron 322.075 personas en España, la cifra más baja desde 1941, cuando se inició la serie estadística, según el INE. Vinieron al mundo 6.629 niños menos que el año anterior (2%). Si se suma otro dato, el panorama se aclara aún más: desde 2002 la población en edad de trabajar nacida en España ha bajado en 860.000 personas. A la vez, la nacida en extranjero ha crecido en 3,7 millones. La baja natalidad se explica por la progresiva incorporación de la mujer al mercado de trabajo y por la precariedad laboral que afecta a los jóvenes, que les impide afrontar un proyecto vital pleno. En España, la maternidad tardía es superior a la media europea. En 1979 el primer hijo nacía cuando la madre tenía 25 años, hoy la edad se ha retrasado a los 31 y un 10% de los nacimientos corresponde a madres con más de 40 años. Tenemos una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo. Y por lo tanto un problema muy agudo.
LA UE: REFUGIO O MURO
El Parlamento Europeo aprobó el miércoles pasado las reglas que regirán la política migratoria y de asilo de la UE, que obviamente nos obligan. Han tardado diez años en hacerlo y han acelerado conscientes de que la progresiva derechización de la UE impediría tras las elecciones de junio aprobar un reglamento similar, pese a sus imperfecciones y algunos apartados que rozan el bochorno. Es verdad que aclara quién tiene derecho y quién no a entrar en la UE. Apoya a quienes pueden hacerlo y rechaza a los que no. Razonable: alguna línea hay que establecer. Pero también es cierto que se establece un reparto de 30.000 solicitantes de asilo entre los todos los estados miembro que puede ser obviado por los países renuentes pagando 20.000 euros por persona. En la Europa de los mercaderes todo tiene precio.
EXTRANJEROS: ‘WELCOME O GO HOME’
En España, hoy, casi siete millones y medio de sus habitantes (más de 48 millones en total) han nacido en el extranjero. Marroquíes, rumanos, británicos y colombianos son los cuatro primeros grupos. Solo hay tres formas de afrontar esta realidad creciente: cerrando los ojos, con políticas de mano dura o quitándose la venda. La primera es una reacción defensiva conservadora que mira para otro lado mientras le aplica al indiferente la ley vigente. La segunda es el sueño de cualquier autoritario e incluye los macrocampamentos de Grecia, las jaulas para inmigrantes en Bulgaria, las prisiones flotantes en Reino Unido o unas buenas dosis de haloperidol para devolver inmigrantes sedados a sus países de origen, como llegamos a hacer en España en tiempos aznaríes (1996). “Teníamos un problema [con los africanos en Melilla] y lo hemos solucionado”,