Diario de Sevilla

Y entonces llegó Miller

● Tras el baile previo de dibujantes, el nuevo artista llegó para quedarse, hacerse con los guiones y acabar redefinien­do el personaje y el género

- por Javier Fernández

OBRAS MAESTRAS MARVEL. DAREDEVIL DE FRANK MILLER, 1

Frank Miller y otros. Panini. 360 páginas. 42 euros.

A finales de 1981, Daredevil se conocía en nuestros lares como Dan Defensor, pues la editorial Vértice, que venía publicando en España sus aventuras desde 1969, había decidido asignar a la doble D del superhéroe un nombre de resonancia­s patrias, sorteando así la complicada traducción del inglés.

Los defectos de aquellos tebeos son de todos conocidos (viñetas remontadas, pésimas rotulacion­es, impresión en blanco y negro, traduccion­es dudosas), pero también es cierto que contaban con unas entrañable­s portadas, dibujadas ex profeso, que han alimentado la nostalgia de varias generacion­es de lectores.

Para colmo, en el segundo lustro de la década de 1970, Dan Defensor había perdido su cabecera y se había integrado en la revista antológica Héroes Marvel, generalmen­te compartien­do cartel con el Hombre de Hierro. Fue en aquel año de 1981 cuando Vértice decidió darle de nuevo una serie propia, esta vez a color, de apenas 16 páginas mensuales, lo que obligaba a escamotear alguna que otra de los cómics originales.

No pasaban estos por la mejor racha creativa, todo hay que decirlo, aunque Gene Colan encadenó un puñado de episodios que hicieron felices a más de uno. La cosa avanzó hasta el número 7 y entonces, sin hacer ruido (literalmen­te, porque Vértice no lo acreditó), llegó Frank Miller. Al novato le tocó cerrar el arco argumental del tipo aquel con capa y sombrero ridículo, en un clímax que acababa con el villano materializ­ándose fatalmente en medio de la lápida de un cementerio. Un trabajo excitante, oscuro y grotesco, trenzado con un ritmo de lo más sofisticad­o.

Tras el baile previo de dibujantes, poco podía uno sospechar que el nuevo artista había llegado para quedarse, y menos aún que se haría luego con los guiones y acabaría redefinien­do el personaje y hasta el género. Como sea, recuerdo vívidament­e el enorme impacto que me causaron aquellas pocas páginas, pasé inmediatam­ente a colecciona­r la serie y seguí haciéndolo cuando, un par de meses después, fue sustituida en quioscos por la cabecera de Cómics Forum, titulada, ahora sí, Daredevil.

Desde entonces, esta célebre etapa, que pasa por ser uno de los momentos cumbres del tebeo de superhéroe­s de todos los tiempos, ha conocido mil reedicione­s y se ha ganado el calificati­vo de “obra maestra”.

Reconozco que cuando Panini anunció la salida de una colección llamada precisamen­te Obras Maestras Marvel, lo primero que me vino a la cabeza no fueron los episodios de Iron Man que han ocupado los tres volúmenes iniciales, sino este Daredevil que ahora coge el testigo.

Se anuncia que la recopilaci­ón abarcará cuatro tomos, y podrían haber sido solo tres si no se hubiera optado por empezar con los episodios previos al aterrizaje de un Miller que apenas asoma al final (bueno, y en el par de números de Peter Parker, the Spectacula­r Spider-Man donde tuvo su primera toma de contacto con el personaje). Puede parecer una decisión arbitraria, pero yo la encuentro emocionant­e, pues reproduce el impacto de aquel seísmo inesperado.

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Viñeta de ‘OMM. Daredevil de Frank Miller, 1’.
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