Un museo de carruajes con mucha vida sobre el albero de la Maestranza
● La 38 Exhibición de Enganches reunió 94 coches de caballos procedentes de diferentes puntos de España, Portugal y Bélgica
Domingo de Feria –no sabemos por cuánto tiempo– y los alrededores de la Real Maestranza son un hervidero de trajes de flamenca, mantillas centenarias, catites, sombreros de ala ancha. Elegancia para la ciudad que vive sus fiestas con un caluroso día de primavera del que dan buena fe los abanicos –algunos de ellos con tanta historia como los propios coches de caballo– que se pudieron ver en la 38 exhibición de Enganches en la Real Maestranza de Caballería.
“Hay que vivir los momentos”, así de contundente lo explicaba Fátima Morón Suárez. Ella es una de las Fantásticas, en mayúsculas, que acompañaron a la madrina de esta edición de la exhibición organizada por el Real Club de Enganches
de Andalucía. Una emocionada Sandra Ibarra que vestía con el color naranja asalmonado característico de su Fundación en un diseño de Enrique Rodríguez donde no faltaba el guiño a la ciudad con sus pequeños volantes al bies y que remataba elegantemente con una mantilla color hueso. “Unos momentos inexplicables porque han servido para visibilizar la verdadera pandemia, que es el cáncer”. Ella quería desde el primer momento hacer partícipes de este honor a sus Fantásticas. Un grupo de supervivientes y pacientes de cáncer que nació en uno de los desfiles de We Love.
Llevaba un abanico imperio del siglo XIX con motivos chinos, al igual que el mantón isabelino, en tonos suaves. Todo aderezado con un collar de marfil, con pendientes y broches a juego y una mantilla de Bruselas con una peina espectacular de los años 50 en un tono claro.
El público de la Maestranza se puso en pie en una cerrada ovación a estas mujeres que se enfrentan cada día al toro del cáncer. Ellas dieron la vuelta al ruedo en un coche de caballos sonrientes, con los puños arriba y agitando sus abanicos naranjas asalmonados para hacerse oír. Alto y claro. Pocas ovaciones más merecidas ha visto este coso.
Entre estas mujeres iba Fátima, guapísima con un traje de flamenca diseñado por Rocío Olmedo. “Mi lema es vivir el momento. Hace 17 años me dieron tres meses de
Sandra Ibarra y sus Fantásticas pusieron a la plaza en pie con una cerrada ovación
vida y aquí estoy. Con mis dolores y mis cosas, pero estos ratitos transforman la morfina, la quimio y todas nuestras pastillas en purpurina”. Ella es La Faraona. Así la llaman sus compañeras Fantásticas. No es para menos. Cinco minutos de charla y aprendes a reírte hasta de las penas. Ojo, que también pone los puntos sobre las íes y habla del dolor, porque el cáncer también duele, y de las compañeras que las han visto desde el palco del cielo porque la enfermedad “es como una montaña rusa”. De hecho, ella llevaba prendidos cerca de su gran corazón dos lazos, el suyo y el de Esperanza del Rocío, que es una de las gitanas más flamencas que ha estado viendo la exhibición desde el cielo azul de la Maestranza. Muchas más mujeres como Rocío, Eva Luz, Ana, Sonia, Encarna, Marise, María, etc. no quisieron perderse nada desde el tendido 1.
Son historias que se entremezclan como la vida misma. Entre los que conducen a los caballos algunos muy niños, como Mateo Fuente Listán. Tiene seis años pero elegancia y desparpajo suficiente para hacer que Soberbia, su yegua, triunfe en la prueba de manejabilidad –“la de los conos” como dice él– tanto como para alcanzar el tercer puesto de España en la Copa CIAT. “Engancha casi desde que era bebé”, explicaba su madre, Tamara Listán Lechuga. Vienen desde Jerez con un rally car de 1884 que tiene las ruedas de hierro porque cuando se fabricó no existían las ruedas neumáticas.
Otros de los cocheros cumplen el sueño de alguien que murió. Es el caso de la jardinera con dos siglos de historia que lleva el dorsal con el número 1. Participar en la Exhibición de Enganches era la ilusión de Carlos Ramón Correa y su hijo, Manuel Ramón Beltrán, lo ha hecho realidad con una parte de los nietos de su padre y su familia.
Entre el público que estaba en la calle Antonia Díaz, un grupo muy atento en silla de ruedas con un espacio reservado a la altura del número 15. Los ancianos acogidos del Hospital de la Santa Caridad. En la plaza de toros asistieron entre el público los que tienen mayor movilidad, pero los más dependientes también pudieron disfrutar de los enganches en la calle.
La exhibición de enganches tiene un carácter internacional. No sólo por el público que cada año se da cita para fotografiar y admirar los coches de caballo, sino sobre todo por los participantes: Bélgica o Portugal están entre los países participantes, además de España. Desde Porto Salvo, cerca de Lisboa, llegaba Martín Serra. Con solo seis años lleva una break jardinera con su tronco de ponis a la inglesa. Su padre era esta vez quien hacía de lacayo. No es el único de la familia que participa. Su hermana Caietana, de 14 años, llevaba una limonera. La familia entera ha venido a pasar cuatro días en Sevilla, incluido su tío, el rejoneador David Gómes, y su tía Karina.
Entre las mantillas, muy elegantes Ángeles Bravo y Lucía García Durán, que participan por primera vez y esperaban abanico en mano su turno en la calle Adriano. Muy cerca, Raúl Aragón y Alejandra Uceda aguardaban en el dogcar francés de 1850. Ella con una mantilla isabelina colocada al modo goyesco. Fueron los ganadores en el CIAT celebrado el sábado.
Mientras que los coches esperan para entrar en la plaza de toros, se podía ver toda una lección de moda, historia y geografía. Enganches franceses, belgas y hasta una araña americana del conde de Bañares, Rubén Cano. Ana Cristina Guerra, vestida a la húngara presentaba un rally car enganchado en tándem de antes de 1975. Sobre el albero de la Real Maestranza han paseado 94 coches de caballos, pero también niños de 6 años que manejaban las riendas con total maestría o de 10 años capaces de manejar los caballos a una sola mano. La Maestranza aplaudió a don Juan, que cumple hoy lunes 90 años y a Ramón Moreno de los Ríos, que dejó esta vez la locución del acto para coger las riendas de su coche de caballos sobre el albero y describir desde el mismo centro de la plaza lo que sienten los participantes en la exhibición. A sus 83 años de edad ha enganchado un coche de caballos para llevar a su nieta como regalo por su 18 cumpleaños, algo que ha hecho con todas ellas. Un momento también muy aplaudido en la plaza. Vistosas caleseras andaluzas han compartido el coso con postas de caza, caleseras a la catalana. Cascabeles que han sido la mejor música para una gran exhibición de enganches donde ha ganado una vez más la ciudad por su vistosidad, pero también tiene su listado de premiados.
El Ayuntamiento concede al primero, segundo y tercer clasificado de cada modalidad con carruajes anteriores a 1945 que cumplan con los requisitos tradicionales, el permiso para acceder con el coche de caballos con el que ha concursado y ganado en la Exhibición, durante todos los días de la Feria. También se concede una placa por modalidad al mejor enganche con carruaje posterior a 1945.