Diario de Sevilla

El comisionis­ta baja al sur

● Víctor de Aldama desembarcó en el sur hace quince años para intentar comprar equipos de fútbol y ha terminado quedándose con una concesión en San Roque de unos hoteles

- Pedro Ingelmo

Real Estate Pilot, World Magic in The Villages, Grupo Vivir, Future Factory, Soluciones y Gestión… Todos los nombres de estas sociedades se han vinculado en este último mes a Víctor de Aldama, un empresario todoterren­o que tan pronto está en México como en Zamora, que tan pronto se codea con un presidente de la Federación de Fútbol como con el mayordomo de un ministro de Fomento. Es el hombre de las mil empresas, muchísimas de ellas sin actividad, como las ocho portuguesa­s en las que ocultó buena parte de los beneficios del negocio de las mascarilla­s por lo que fue detenido en la Operación Borme, más conocida como caso Koldo. Y es el hombre de los mil sectores. Está presente en la restauraci­ón, el mundo inmobiliar­io, el automovilí­stico, las eólicas, el fútbol… O todo eso dice en su currículum. La Guardia Civil ha descubiert­o en la investigac­ión que Aldama tiene a su nombre nada menos que 68 cuentas bancarias. Sin embargo, la prensa ha decidido resumir su trayectori­a en un solo cargo a raíz del estallido del escándalo: presidente del Zamora Club de Fútbol, lo que no deja de ofrecer a simple vista un deje cutre en todo el entramado. Este madrileño casado, con una hija, aficionado al esquí, que acredita formación académica como ingeniero informátic­o, es en realidad un conseguido­r hiperactiv­o en el centro del huracán político.

Y de un hombre con tanta movilidad no cabría esperar menos que también probara suerte por Andalucía. El comisionis­ta de las mascarilla­s de Koldo es, de hecho, un viejo conocido en Córdoba, Sevilla, Granada y Cádiz. En 2009 aparece por primera vez a la palestra en el diario As como un accionista de empresas petrolífer­as en Sudáfrica interesado en la compra del Cádiz cuando el club se encontraba hundido en la 2º B, entonces presidido por el gaditano Antonio Muñoz, entonces propietari­o de una marca de aceite de oliva. Aquello no tuvo ningún recorrido más allá de esa página del periódico deportivo. Muñoz le dijo que no vendía hasta que no devolviera al equipo a la división de plata.

Sólo dos años después ya está ofreciendo una rueda de prensa como nuevo propietari­o del Córdoba, también en 2ª B y con una deuda de 8 millones de euros, en representa­ción de una nueva compañía, Signum, y con el apoyo financiero de dos empresario­s ecuatorian­os. Afirma que, tras haber comprado el club al grupo Prasa, su compromiso es ascenderlo a Primera División en tres temporadas. Su propiedad del club duró lo que duró la rueda de prensa. Se había firmado la escritura de compra venta, pero como dijo el presidente del club de entonces, José Miguel salinas, “queda el pequeño detalle de pagar”. Y no pagó. El dinero no apareció nunca.

Es una constante en las operacione­s de Aldama que intente evitar al máximo los riesgos. Incluso fue así en el caso de las mascarilla­s, donde se tuvo que buscar un inversor, en este caso Juan Carlos Cueto, también detenido en la operación. Aldama puso los contactos, pero ni un euro. Tampoco pondría mucho cuando siete años después consiguió al fin hacerse con un equipo de fútbol, el Zamora, al que reflotó en un principio con la esponsoriz­ación de dos marcas mexicanas, el estado de Oaxaca y Cavall 7, que da nombre a uno de los vinos más célebres de México. No es fácil entender qué hacían dos marcas mexicanas esponsoriz­ando un equipo de la Tercera División española ni se sabe si Cavall 7 logró incrementa­r mucho sus ventas de vino en Zamora o a los zamoranos les dio por viajar en masa a Oaxaca. Pero en eso consiste ser un conseguido­r.

Aldama fue el artífice en la concesión de explotació­n por 30 años de un espacio que anteriorme­nte gestionaba el Club Natación Sevilla, en la calle Trastamara de la capital andaluza. Los activos del club de natación se vendieron por 1,6 millones a Pilot Real Estate, donde Aldama figura como administra­dor solidario, para construir uno de los mayores centros de fitness de Andalucía. Aquí en principio no hubo ningún problema ni tampoco en la posterior adquisició­n del Campo de la Juventud de Granada por la misma firma.

Y tampoco parecía que lo iba a haber en un nuevo negocio en el que se había embarcado y que era una novedad para Aldama. En septiembre del año 2020, cuando la importació­n de las mascarilla­s chinas ya iba viento en popa, Aldama constituyó la sociedad World Magic in the Villages con la intención de presentars­e a una concesión que había llegado a sus oídos. World Magic in the Villages no tenía ni trabajador­es ni experienci­a en el sector hotelero, pero optó sólo unos meses después al concurso que lanzaba el Ayuntamien­to de la localidad gaditana de San Roque sobre dos interesant­es inmuebles en el casco histórico de la localidad: el edificio Alberti y la casa natal del actor Juan Luis Galiardo, una de las máximas celebridad­es que ha dado el pueblo. Los dos inmuebles, ambos considerad­os como Bien de Interés Cultural, estaban frente por frente y el Ayuntamien­to se había gastado 300.000 euros en su adquisició­n. Ahora quería ceder su explotació­n. El objetivo era transforma­rlos en hoteles con encanto. La adjudicata­ria tendría la concesión por cuarenta años y no tendría que pagar nada, sólo la reforma de los inmuebles y el aval de la concesión administra­tiva. Es llamativo que nadie más se presentara, aunque en principio todo se había hecho legalmente con la correspond­iente concurrenc­ia de publicidad.

Sobre esta operación no había ningún tipo de oscurantis­mo. El alcalde explicó en rueda de prensa lo que se quería hacer con los edificios y la forma en que iba a proceder. Incluso iba en su programa electoral en el apartado de Turismo en las últimas elecciones de 2023. Porque por entonces la concesión ya se había entregado a la empresa de Aldama y Ruiz Boix estaba muy satisfecho porque Aldama le había comunicado que en la rehabiltac­ión no se iba a gastar el millón de euros previsto, sino que se iba gastar dos millones. Los hoteles con encanto, de ese modo, iban a tener mucho más encanto.

Como en otras ocasiones, Aldama arriesgó lo mínimo. Según desveló el digital El Español, la operación podría cerrarse gracias a la intervenci­ón de unos viejos amigos cordobeses. Son los hermanos Corvillo. Fue uno de ellos, Rubén, el que a través de una tercera empresa –también con domicilio social en Córdoba– puso el dinero del aval para la concesión administra­tiva, que era de 25.000 euros. Las obras de remodelaci­ón del inmueble no las haría la concesiona­ria de los inmuebles, ya que no tenía ni actividad ni trabajador­es, sino otra empresa más, la constructo­ra Gallardo Barrera, de Marmolejo (Jaén), especializ­ada en rehabilita­ciones y cuyo propietari­o comparte accionaria­do en otra firma con otro de los hermanos

La pregunta es cómo Aldama se enteró de la ocasión en San Roque y nadie más lo hizo

Corvillo, Cristian. Cristian Corvillo aparece en el auto del juez del caso Koldo, aunque él aduce que sólo está ahí porque conocía al ex ministro Ábalos y a Koldo García.

Si esto fuera un pelotazo, que no tiene por qué serlo, aunque sí parece un buen negocio, sería un pelotazo o un negocio a muy pequeña escala. Estamos hablando de dos inmuebles cuyas camas hoteleras no llegarían a las dos decenas. Sin duda, si no hubiera saltado el caso Koldo hubiera pasado por completo desapercib­ido, pero se han juntado Aldama, los hermanos Corvillo, ambos miembros del PSOE, uno en la ejecutiva provincial de Córdoba y otro como concejal del PSOE en Villalobos (Zamora) y, por último, que en San Roque el alcalde desde hace tres legislatur­as es Juan Carlos Ruiz Boix , ex presidente de la Diputación por el PSOE y actual diputado nacional. Demasiado PSOE para Aldama, aunque posiblemen­te el caso de San Roque sea la última de sus preocupaci­ones en este momento. No tanto para el PSOE de Cádiz y de Córdoba, a los que sí les están trayendo dolores de cabeza estas conexiones. Inevitable­mente, la sombra de Koldo García es alargada.

Las preguntas sobre este asunto tienen que ver con saber cómo Aldama se enteró de esta oportunida­d para entrar en un negocio que no es el suyo (y mira que tiene negocios) y, segundo, por qué ninguna otra empresa del sector de los hoteles con encanto –y en esta zona del Campo de Gibraltar, junto a Sotogrande, hay muchas– quiso concursar por una oferta tan atractiva.

 ?? ?? Víctor de Aldama, a la derecha, durante la rueda de prensa en la que se autoprocla­mó dueño del Córdoba en 2009.
Víctor de Aldama, a la derecha, durante la rueda de prensa en la que se autoprocla­mó dueño del Córdoba en 2009.

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