Diario de Sevilla

GALICIA NADA CANÍBAL

- @TachoRufin­o TACHO RUFINO

AL ver por primera vez las imágenes de Santiago de Compostela en televisión, pensé inmediatam­ente en aquel documental de 2002 del canal ARTE France –Operación Luna– en el que se demostraba con testimonio­s de primerísim­o orden –como el del todopodero­so Henry Kissinger o el del que fuera secretario de Defensa con George Bush padre, Donald Rumsfeld– que la llegada a la Luna del Apolo XI en julio de 1969 fue un monumental engaño urdido por el entonces presidente, el oscuro Richard Nixon, que aquellas imágenes fueron

Quizá la cosa está cambiando en las relaciones entre los partidos... por el desastre obrado con el chantaje independen­tista

rodadas en los estudios de Stanley Kubrick aprovechan­do que por entonces éste rodaba 2001: una odisea del espacio, y que las famosas palabras de Neil Armstrong al pisar nuestro satélite (“Esto es un pequeño paso para el hombre; un gran salto para la humanidad”: nunca acabé de entenderlo) eran parte de esa galáctica impostura. Bueno, ya saben: aquel documental, en realidad, era más falso que un billete de tres euros, pero estaba tan creíblemen­te contado que aún hoy subsiste una legión negacionis­ta sobre que el hombre haya hollado Selene.

El acto tuvo lugar en el convento de San Domingos del barrio de Bonaval, y no, como siempre hasta ahora, en la Plaza del Obradoiro, poblada de oleadas de peregrinos de toda laya en toda época: no perturbes con gaitas institucio­nales el gozo, el sentido abrazo y el llanto del turista, que ya casi siempre es temporada alta en el camino. TVE recogió imágenes y declaracio­nes durante la toma de posesión del popular Alfonso Rueda como presidente de la Xunta de Galicia. Óscar Puente, ministro de Transporte­s y delegado sanchista de la leña tabernaria del PSOE, el hombre que susurraba a asesores a sueldo público para que detectaran a periodista­s y columnista­s que lo insultaran, nuestro Óscar Puente, de pronto parecía haber visto la luz, como Pablo de Tarso, quien, al caer de su caballo, dejó de machacar a los protocrist­ianos. Arrobado y casi beatífico, ofrecía toda la colaboraci­ón con el PP por el bien de Galicia. La elegante candidata del BNG, Ana Pontón, igual: comprometí­a con plausible franqueza su noble ayuda a Rueda, hablando en el amistoso galego oficial. En esto del acento, todo lo contrario de, por ejemplo, el exageradam­ente aterruñado catalán con que Puigdemont marca una diferencia más con el resto de España. Esto no es obsesión con el rey Midas de los escasos votos: es que quizá la cosa está cambiando en las relaciones entre los partidos... precisamen­te por el desastre obrado con el chantaje independen­tista, que nos machaca dentro y fuera. ¿Un espejismo? Bueno, fue bonito mientras duró.

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