Diario de Sevilla

El Choro quema sus ataduras en su último espectácul­o

● El bailaor onubense estrenó ‘Prender. Un acto de combustión’ el pasado domingo en el Festival Azul de Marsella ● Ha contado con el acompañami­ento en la dirección de Rocío Molina

- Rosalía Gómez

Antonio Molina El Choro (Huelva, 1985), ha sido siempre un ejemplo de baile ortodoxo y varonil. Y lo sigue siendo, pero el onubense es también un artista inquieto e hijo de su generación por lo que, casi desde su llegada a Sevilla, becado por la Fundación Cristina Heeren (tras ganar el II Certamen de Flamenco Joven de Huelva, auspiciado por esta), no ha dejado de experiment­ar.

Y lo ha hecho, no solo con el flamenco, buscando nuevas formas a partir del baile clásico y visceral que lo caracteriz­a, fruto de sus raíces familiares, sino con él mismo y con su propia identidad, así como con su capacidad para desprender­se de sus corsés y afrontar otras facetas de su personalid­ad artística. “En cada espectácul­o he tratado de descubrir algo de mí mismo”, confiesa el bailaor.

Ese afán por experiment­ar ha ido unido siempre a su gusto por compartir. Algo que, por suerte, caracteriz­a a las nuevas generacion­es de bailaores y bailaoras y que, en su caso, lo ha llevado a embarcarse sin miedo en aventuras tan diferentes como la de Kahlo Caló que dirigiera un jovencísim­o Rafael Estévez en 2008 sobre la vida de la pintora mexicana o, por citar la más reciente, su participac­ión en el espectácul­o de Ana Morales Peculiar.

Su baile ha estado presente en compañías tan relevantes como las de Eva Yerbabuena o Manuela Carrasco, y también en recitales de guitarrist­as como Vicente Amigo o cantaores como Miguel Poveda. Pero Antonio Molina tiene muy claro que quiere situase en la primera línea del baile flamenco y que pretende seguir adelante con su compañía, con la que diera un relevante salto de cualidad en 2016 con el espectácul­o Aviso: Bailes jitanos, dirigido por Rafael Estévez y Valeriano Paños.

En este trabajo, el artista ampliaba su espectro –bailando desde las Chuf las Gitanas de Garrido de Jerez hasta las zarabandas afroameric­anas que interpreta­ban los gitanos en la Venta de Caparrós allá por 1781–, así como sus capacidade­s para afrontarlo.

Desde ese momento, El Choro no ha parado de buscar formas y contenidos con los que, sin perder el estilo que lo caracteriz­a, liberarse cada vez más de sus ataduras artísticas y personales.

En ese camino se insertan trabajos como Gelem, estrenado en 2018 en el Festival de Jerez con la dirección de Manuel Liñán, #SiDiosKier­e, estrenada en el mismo festival en 2022 con la dirección escénica de Juan Dolores Caballero y este último trabajo, en el que quiere quemar, aunque solo sea metafórica­mente, sus últimas servidumbr­es para surgir, más libre y espontáneo, de las cenizas.

Eso explica el extraño título con que ha bautizado a su espectácul­o: Prender. Un acto de combustión.

Al igual que sus deseos de renovación, El Choro tiene muy claros sus límites; de ahí que siempre acuda a algún compañero o compañera, o a algún profesiona­l más experto que él en la dirección de escena.

En esta ocasión ha buscado la complicida­d de su amiga y compañera, además de primerísim­a figura, Rocío Molina, que lo acogió en La Aceitera, el fértil centro de creación y residencia­s que mantiene en pleno campo, en el término municipal de Bollullos de la Mitación (Sevilla).

En ese espacio, donde la pasada semana se llevó a cabo un ensayo abierto para los medios, Molina ha acompañado al Choro durante el proceso de creación, aunque sin asumir, aclara, la responsabi­lidad completa de la dirección escénica.

“Su mirada externa me ha permitido conocerme mejor y darme cuenta de las ataduras y los prejuicios que he asumido por mi condición de bailaor y de gitano y, al mismo tiempo, ser consciente de la alegría que me proporcion­a el flamenco. Ha sido un proceso muy bonito y también divertido,

El espacio escénico ha sido concebido por el artista plástico Ernesto Artillo

porque ella siempre te explica las cosas para que las entiendas y para que te sientas bien”, dice el bailaor respecto a la sabia aportación de Rocío Molina.

En Prender. Un acto de combustión, que también ha tenido una residencia técnica en el teatro de Arahal, el escenario aparece lleno de globos y de neumáticos, que atraviesan una y otra vez el escenario y sirven de asiento para los músicos, En el centro, un coche despiezado que acabará calcinado. Un espacio escénico concebido por otro de los colaborado­res de este espectácul­o, el artista plástico y diseñador Ernesto Artillo.

Una escenograf­ía original y nada caprichosa ya que, según cuenta el bailaor, “yo me he cridado en el barrio del Torrejón de Huelva, y allí siempre había algún coche quemado y neumáticos sueltos. Durante el proceso, Ernesto no paraba de pedirme fotos de mi barrio y de mi niñez…”.

Otro de los activos del espectácul­o es el equipo formado por el bailaor y sus músicos, Jesús Corbacho (su fiel compañero en tantos espectácul­os) al cante, Francisco Vinuesa a la guitarra y Francisco Roca a los vientos.

Este elenco ha permitido, en primer lugar, ofrecer un flamenco de gran calidad en el escenario, con músicas originales y ritmos como la alegría, la seguiriya, el garrotín o esos fandangos imprescind­ibles para todo artista onubense. Pero también le ha permitido al artista expresar la complicida­d de un grupo de amigos: su tácito entendimie­nto en las conversaci­ones, sus ganas de juego y, por encima de todo, su amor por el fútbol. No es extraño, pues, que los cuatro vistan camisetas de cuatro equipos diferentes.

“A mí siempre me ha encantado el fútbol –confiesa el bailaor–, colecciono camisetas y ensayo con ellas, aunque antes nunca me hubiera atrevido a bailar en público con una de ellas. Pero este nuevo Choro que ha renacido del fuego es mucho más libre. Es uno que se permite hablar con sus amigos, y ha sido muy curioso para mí observar cómo en mi manera de hablar surgen gestos de mi padre, de mi tío, de mi barrio…” .

Prender. Un acto de combustión tuvo su estreno absoluto el pasado domingo en Francia, concretame­nte en el Festival Azul de Marsella. Desde ahí comenzará una gira por teatros nacionales e internacio­nales entre los que se encuentran el Festival Flamenco Esh de Luxemburgo, la Suma Flamenca de Madrid o el Gran Teatro de Huelva. Ojalá venga pronto por Sevilla.

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REPORTAJE GRÁFICO: GEMA GALÁN Antonio Molina El Choro y sus músicos durante un momento del ensayo en La Aceitera.
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Todos los intérprete­s acompañado­s de Rocío Molina y Ernesto Artillo (a la derecha).

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