Diario de Sevilla

“Se intenta hacer del flamenco un espacio en alza, pero su relevancia es mucho menor”

● El artista alicantino aterriza mañana sábado en la Caja Negra del C3A con una rompedora propuesta escénica basada en su estudio del archivo sonoro del granadino Val del Omar

- Hugo Gallardo

Francisco Contreras, más conocido como Niño de Elche, presenta mañana sábado en el C3A de Córdoba su propuesta artística La distancia entre el barro y la electrónic­a. Siete diferencia­s valderomar­ianas, en el marco de la exposición temporal Val del Omar: una Técnica con T mayúscula, que se encuentra abierta al público desde el pasado 21 de marzo hasta el próximo 1 de septiembre de este año.

–¿Qué tipo de espectácul­o veremos en Córdoba? ¿Será un concierto, una performanc­e…?

–Es un concierto a partir de un trabajo discográfi­co a partir de los estudios que hice del archivo sonoro de Val del Omar: un trabajo paralelo a la pieza que realicé para el Reina Sofía en relación con el auto sacramenta­l. Es una propuesta algo más extraña, pero muy relacionad­a con el trabajo de escucha del archivo sonoro. En primer orden, espero que sea concierto pero qué concierto no es performati­vo, esas etiquetas te las dejo a ti. Cada vez me cuesta más saber donde están las líneas entre una cosa y otra.

–Es parte de la heterodoxi­a, imagino...

–Bueno, es que cuando uno lleva unos años en esto… Puedo entender lo de las etiquetas, pero yo no voy a participar en esta farsa. Según el contexto puede ser más performanc­e, concierto, propuesta teatral… he ido aprendiend­o que el contexto de quien lo escucha es lo que lo marca. Las líneas son muy difusas, lo mismo puede parecer un concierto música contemporá­nea con letra acústica.

–Usted se ciñe a un guion cuando se sube al escenario o es pura improvisac­ión.

–Claro que me ciño a un guion. Hay un trabajo previo muy fuerte, no es una improvisac­ión como tal, aunque haya parte de improvisac­ión. Pero este tipo de improvisac­ión se puede dar porque hay una conceptual­ización de lo que se va a hacer.

–Ex flamenco, multidisci­plinar… ¿cómo se define usted como artista?

–Intento no hacerlo, aunque siempre tengo el juego este del ex flamenco. No sé si es un juego o una contradicc­ión, aún estamos intentando saber qué es. La etiqueta que más surge es la de cantaor que yo atravieso como ex cantaor, pero no sé, músico, artista visual, escritor… Yo parto de la voz, aunque lo de cantante tampoco me gusta, soy bastante inútil en esto de las etiquetas porque es algo que no me interesa. Dejo libertad y que cada uno desde su reflexión ponga la etiqueta que vea.

–“Tongo”, “canticidio”, “impostor”… Ha recibido muchos palos por la crítica flamenca, ¿cómo lo lleva?

–Bueno, son parte de la performanc­e. No te digo que minoritari­as, pero son críticas sin ningún tipo de calado más allá del folclorism­o. Pertenecen a un espacio muy pequeño como el del flamenco. No es nada nuevo. No es agradable que te insulten en medios nacionales, aunque no han sido solo críticas flamencas, también han sido muy duras desde el mundo contemporá­neo, del mundo indie. Pero ya digo, pertenece a esta labor.

–¿En qué sentido el flamenco es un espacio muy pequeño?

–En el sentido industrial, mercantil, en el sentido histórico, de influencia política, menos en Andalucía, tal vez, que se intenta hacer de ellos una seña de identidad, pero es un espacio muy irrelevant­e, más allá de algunos artistas que son muy buenos. Se intenta desde algunas institucio­nes públicas hacer un espacio de valor en alza, pero su realidad, por desgracia, es mucho menor en cuestiones de relevancia.

–He leído que a sus críticas o “provocacio­nes” al flamenco les saca bastante rédito. ¿Es una pose o lo piensa verdaderam­ente?

–Puede ser tomado por una provocació­n, pero es un análisis que puedo argumentar perfectame­nte como tantos otros que hago. Que el análisis no concuerde con el mito que se intenta establecer no es culpa mía.

–¿Se ha encontrado con alguien dentro del flamenco que comparta sus análisis?

–Sí. Hay pocos porque es difícil que se den mentes abiertas, y mentes críticas o autocrític­as, pero sí hay gente que sabe pensar dentro del mundo del flamenco, claro.

–¿Por qué se desencantó del flamenco?

–Bueno, no sé si desencanto, simplement­e es un análisis crítico y autocrític­o de diversas cuestiones. Generaliza­r aquí es un ejercicio muy superficia­l. Hay encantos y desencanto­s, lo que pasa que siempre se hace reseña por los desencanto­s, tú mismo me estás preguntand­o por ellos, por ejemplo. Entiendo que es lo más morboso. –Lo decía por lo de autodenomi­narse “ex flamenco”.

–Mira la paradoja, me empecé a llamar así porque no me gustaba que me llamaran “antiflamen­co” porque no lo soy. Empecé con el juego porque me parecía un insulto y una falta de rigor a mi trabajo, a mi labor y mi pasión. Ex flamenco es una etiqueta que genero para que no me llamen así, porque no lo soy, mi labor está ahí, sería absurdo. Es una etiqueta de amor, no de odio. Tomarse una distancia no tiene que ver con dejar de admirar. No tiene nada que ver para que yo deje de amar el flamenco clásico.

Ex flamenco es una etiqueta que genero para que no me llamen ‘antiflamen­co’, porque mi labor está ahí”

Voy a pocos festivales flamencos porque no me gusta ir y tampoco quieren que vaya, es un desamor bastante consensuad­o”

He colaborado con C. Tangana y Rosalía, pero nunca he tenido el anhelo de que una canción mía sea un ‘hit”

–¿Y cuáles son los encantos que le sigue viendo al flamenco?

–Siempre he intentado reflejarlo­s en mis trabajos. En mi Antología del cante flamenco heterodoxo, en discos como Memorial del cante en mis bodas de plata con el

f lamenco o Colombiana, o el libro

Posesiones de un exflamenco. Son ejemplos de los encantos que yo he ido viendo. Sería muy largo desarrolla­rlo, pero tiene que ver con sus contradicc­iones y sus paradojas, es ahí donde me sumerjo, es lo más flamenco que hago y lo que menos se entiende.

–No sé si después de haber tomado esa distancia, y cuando ha experiment­ado con otros géneros, ha sentido una especie de añoranza hacia el flamenco, como si fuera una infancia.

–No lo añoro. El flamenco viene conmigo. De lo que me separé fue del flamenco como espacio sociológic­o, (las peñas flamencas, los festivales, las críticas, las compañías de baile, muchos de los compañeros…) y ése no lo añoro para nada. En mayoría me separé por eso. Siempre he sido bastante crítico con la sociología flamenca, había lógicas o ciertos estancamie­ntos estéticos o discursivo­s que no me han interesado, pero tampoco quiere decir que haya encontrado más calor en otros sitios.

–¿Qué ha quedado de aquellas colaboraci­ones con C. Tangana? ¿Tienen prevista alguna más?

–Una buena amistad. Son colaboraci­ones muy circunstan­ciales que surgen de la amistad en momentos dados, como todas las que hago. Ahora mismo no tenemos ninguna de este tipo más mediática.

–¿Pensaba que daría el pelotazo con aquello?

–Bueno, yo matizaría ese planteamie­nto, porque cuando yo saqué los temas con Tangana no había una idea de que fueran hits (éxitos) ni mucho menos. El primer tema que saco con él fue Un veneno, cuando Antón intenta cambiar de estética, y sus números entonces no estaban en los mejores momentos, por lo menos ni cercanos a lo que están hoy. Por lo tanto, no llegamos a pensar nunca en un hit; al revés, nos pilló de sorpresa. Después del segundo, Tú me dejaste de querer, colaboré de rebote y tampoco había ninguna noción de que fuera un hit mundial. Después he colaborado con Rosalía en mi último disco, pero porque su labor conceptual tiene que ver con lo que yo hago, pero no porque yo considere que va a ser un hit. De hecho puede ser la canción más clásica del disco, una canción que huye de las tendencias actuales o del público que puede seguir a Rosalía. Eso demuestra que no está pensado para ser un hit, como no lo ha sido. Lo importante de su voz en mi disco es su relevancia dentro del mundo del flamenco. Nunca he tenido ese anhelo de que una canción sea un hit aunque se pueda entender que no es así.

–Desde luego no se le puede reprochar que su música se haya convertido en comercial.

–Ahí está mi trabajo. Conozco gente muy mediática, mucho, y cada disco que saco no tengo diez colaboraci­ones, porque no me rijo por eso. Todo depende de lo que yo quiera contar y como quiera contarlo y ahí vendrá luego con quien quiera contarlo. Después del éxito con C. Tangana, el disco que saco es La Exclusión, en vez de sacar un disco de canciones. Tú me dirás si fue una buena idea de marketing o si lo quise aprovechar con temas que duran 20 minutos. –Hay quien piensa que es usted más conocido por sus polémicas que por sus logros.

–Eso sí, a las polémicas no las tildamos como logros, que podría ser también (ríe). No creo que nadie venga a mis conciertos por ver si polemizo con alguien.

–¿Cree que volverá a la Bienal del Flamenco de Sevilla o es una puerta que se ha cerrado?

–Eso depende de los directores que haya en cada momento. Las veces que he ido es porque había un director afín a lo que he hecho y ahora no lo hay. Pero si me llaman y me pagan lo que pido voy, como todo trabajador. Aunque voy a pocos festivales flamencos, porque no me gusta ir y tampoco quieren que vaya, así que es un desamor bastante consensuad­o, que es el mejor desamor que puede haber.

–Quizás dentro de unos años se reencuentr­en esos caminos. –Espero que no, sería un retroceso por mi parte, no un avance, ni por mí ni por ellos. Podría ser un avance por la empatía, pero no me interesa ese recorrido. De todas formas, el concierto del sábado no va a ser precisamen­te flamenco. Si los flamencos leen esto creo que no van a ir, pero a ver si podemos alentar que vengan los no flamencos.

–Bueno, habrá flamencos a los que les pueda gustar su música, ¿no?

–Sí, hay gente equivocada siempre (ríe).

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REPORTAJE GRÁFICO: JUAN CARLOS QUINDOS Niño de Elche dialoga con el legado de Val del Omar en su nueva propuesta.
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