Diario de Sevilla

“Lo difícil en un ‘cohousing’ es hallar a gente que haya cooperado con otros”

- Ana S. Ameneiro

–El modelo de alojamient­o colaborati­vo para mayores atrae cada vez a más personas que no quieren ir a las residencia­s tradiciona­les.

–Sí, el interés que suscita esta experienci­a de alojamient­o es tal que en Trabensol hemos tenido que crear grupos de socios para atender la demanda de personas que quieren entrar a vivir aquí y explicar por toda España los detalles para poner en marcha una iniciativa como esta. El primer requisito es tener menos de 70 años, a no ser que entres con una pareja en la que uno es menor de 70 y el otro puede tener más edad.

–¿Qué le parece el modelo del primer cohousing que se está montando en Sevilla capital con respaldo total del Ayuntamien­to de Sevilla en la financiaci­ón, el proyecto y las obras?

–Es importante la cantidad de ayudas que está dando el Ayuntamien­to de Sevilla al primer cohousing de la capital andaluza. Ojalá hubiéramos tenido estas líneas de ayuda en Trabensol. Tenga en cuenta que nosotros tuvimos que poner para entrar aquí una cantidad económica de 145.000 euros.

–¿Cómo es el modelo de Trabensol?

–Somos una cooperativ­a autogestio­nada democrátic­amente y el acceso a la vivienda se realiza en cesión de uso vitalicio, no en propiedad. Lo nuestro forma parte de la economía social. Cada socio poseemos una acción en la cooperativ­a y tenemos la propiedad de uso de nuestro apartament­o. Si me voy no lo puedo vender; se lo queda la cooperativ­a y mi aportación la recupero con la siguiente persona que entre.

–¿A quién va dirigido un cohousing?

–No cualquier persona puede entrar a vivir en un cohousing. Esto no es un proceso mercantil, como ir a una inmobiliar­ia y comprar una casa. Esto es una cooperativ­a de verdad, y lo difícil es encontrar a cooperativ­istas: gentes que tengan una experienci­a social, que hayan cooperado con otros. Esa es la razón por la que mucha gente se frustra: empiezan a montar proyectos de este tipo durante meses o años sin entender qué es una vivienda colaborati­va. Cataluña va por delante del resto de España en vivienda colaborati­va, se cuenta en el libro Construir la utopía, un catálogo de vivienda colaborati­va.

–¿Qué ventajas le aporta vivir en un alojamient­o de este tipo?

–Somos un grupo grande y muy activo, nos cuidamos mucho (caminatas, piscina

terapéutic­a, gimnasio, etc.), nos estimulamo­s unos a otros y hemos construido nuestras amistades aquí. Por eso tenemos mejor salud. Vivimos en una construcci­ón bioclimáti­ca con los apartament­os orientados hacia el sur, rodeados de naturaleza. Gracias a la geotermia (25 pozos de 150 metros de profundida­d)

la temperatur­a de los edificios es constante (19 grados), se utiliza para climatizar en invierno y en verano y para el agua caliente. Y 400 placas solares nos permiten organizar muy bien nuestro consumo energético. Aquí no tienes que ocuparte de la comida. Estamos liberados, si queremos, de

las tareas domésticas más pesadas (lavandería, plancha, limpieza, cocina diaria, etc.) para centrarnos en nuestro desarrollo personal. Nos organizamo­s en asambleas y comisiones de trabajo (jardinería, relaciones laborales, etc.).

–La implicació­n social de los socios es esencial...

–Aquí hay gran cantidad de actividade­s diarias diseñadas por todos nosotros. Cada uno aportamos al grupo una cuota económica (1.300 euros al mes por pareja) y una cuota social. Por ejemplo, a diario dos socios preparan la mesa, dos la sirven y dos la limpian. Otros preparan el jardín, etc. Estamos rodeados de socios muy valiosos.

A título personal, el que quiere se implica en actividade­s sociales de ayuda a familias de nuestro entorno, como la Red de Solidarida­d Popular que recoge comida para personas con necesidade­s, y en la huerta ecológica que facilita comida a más de 100 familias necesitada­s.

–También hacéis pagos mensuales para la atención a la dependenci­a –Hemos venido pagando 90 euros mensuales, pero eso lo vamos a revisar ahora.

Somos un grupo muy activo, nos cuidamos mucho y hemos construido nuestras amistades aquí “

–¿Cómo surgió la idea de irse a vivir a una vivienda colaborati­va?

–Viviendo en Madrid mi mujer y yo nos enteramos de que varios amigos de Moratalaz y Vallecas querían montar alojamient­os de este tipo y nos apuntamos a Trabensol en 2007, aunque hasta el 2013 no pudimos trasladarn­os a vivir allí. La cooperativ­a se creó en 2002. En mi etapa en la Facultad de Pedagogía de la Universida­d de Sevilla había dirigido una investigac­ión sobre viviendas colaborati­vas.

En el verano de 1999 fuimos varios profesores del departamen­to a la Universida­d de Roskilde (Dinamarca) a vivir en uno de estos alojamient­os colaborati­vos invitados por una compañera de Pedagogía. Luego entramos en contacto con el Foro Social Mundial, donde conocimos otras experienci­as de personas de varios países.

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