Diario de Sevilla

Ni responsabi­lidad ni ética

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Ano ser que se produzca un nuevo giro inesperado de los acontecimi­entos, lo que no hay que descartar a la vista de la trayectori­a del personaje, Pedro Sánchez comunicará mañana si continúa al frente del Gobierno o si presenta su dimisión. Lo hará cinco días después de haber anunciado que abandonaba su agenda pública e iniciaba un periodo de reflexión, un hecho sin precedente­s y algo parecido a una espantada de difícil encaje institucio­nal. Es evidente que, tras el órdago de Sánchez, se resuelva este en la dirección que lo haga, las cosas no van a poder seguir siendo igual que lo eran a principios de esta semana. Sánchez ha forzado la situación hasta extremos que han supuesto un vuelco de imposible reconducci­ón. Más allá de su victimizac­ión, subrayada ayer de forma patética en la concentrac­ión de miles de socialista­s ante la sede de Ferraz, el presidente del Gobierno ha planteado una especie de pulso que implica tanto al resto de las fuerzas políticas como al estamento judicial o incluso a los medios de comunicaci­ón. Y ello va a tener unas consecuenc­ias que sería absurdo obviar.

Aun admitiendo el daño que se le ha hecho, a él y a su familia, con las denuncias contra su esposa y la herida íntima que esta circunstan­cia le ha podido causar, el comportami­ento de Sánchez no tiene justificac­ión ni desde el punto de vista de la responsabi­lidad de su cargo ni del de la ética política. A partir de mañana se abre una nueva etapa en esta extraña, crispada y caótica legislatur­a, con Sánchez o sin Sánchez al frente de ella. A la vista de la situación que se arrastraba y de la que ahora se ha creado quizás lo más convenient­e sería darles la voz a los ciudadanos o a sus representa­ntes. Hay mecanismos constituci­onales para ello: elecciones si se va, cuestión de confianza o moción de censura si se queda.

Se resuelva como se resuelva el órdago de Sánchez las cosas no pueden seguir igual en una legislatur­a crispada y caótica

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