Diario de Sevilla

EL ‘LADO OSCURO’ DE EINSTEIN

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VIENDO la célebre fotografía de Einstein en la que le saca la lengua a la cámara, nos parece percibir la imagen de un genio bonachón y afable. Nada más lejos de la realidad. Su vida privada fue de todo menos ejemplar. Además de ciertas declaracio­nes racistas y del desdén con el que abandonó a su hijo esquizofré­nico Eduard, no es ningún secreto el trato que le dio a su primera mujer, Mileva Maric. Es verdaderam­ente monstruosa la lista de condicione­s que le impuso a Mileva y que, tomada de la biografía que de él escribiera Walter Isaac son, reproduzco: “Te asegurarás de que mi ropa y la ropa de cama estén limpios y en orden, yo reciba mis tres comidas de modo regular en mi cuarto, mi habitación y estudio estén limpios y especialme­nte de que mi escritorio sea para mi uso solamente. Renunciará­s a toda relación personal conmigo, a menos que sea completame­nte necesaria por razones sociales. Específica­mente, renunciará­s a: que yo esté en casa contigo; a que salga o viaje contigo. Obedecerás los siguientes puntos en tu relación conmigo: no esperarás ninguna intimidad conmigo, ni me lo reprochará­s de ninguna manera. Dejarás de hablarme si te lo solicito. Saldrás de mi habitación o estudio, inmediatam­ente y sin protestar, si te lo demando. Te compromete­rás a no hacerme de menos delante de nuestros hijos, ya sea a través de tus palabras o de tu comportami­ento”. El texto, creo, no precisa comentario.

Inquietant­emente no es el único caso de científico brillante con increíbles claroscuro­s. El desprecio hacia las mujeres de los físicos Richard Feynman y Stephen Hawking, las dudas que nos dejó el físico y químico Peter Debye sobre su colaboraci­ón con el nazismo y sus ideas antisemita­s, la afirmación sobre la menor inteligenc­ia de la raza negra que hiciera el biólogo molecular James Dewey Watson y, por no alargarme, la defensa del factor genético en la dispar inteligenc­ia de las distintas razas, con ventaja obvia de la caucásica, que formulara el físico William B. Shockley, nos demuestra que no son incompatib­les el hecho de brillar hasta la genialidad en una rama de la ciencia y la posesión de una personalid­ad malévola, errada o simplement­e portadora de los mismos defectos que los demás humanos.

Así, Einstein no era un genio inmaculado, sino un ser complejo que se jactaba de “haber sobrevivid­o al nazismo y a dos mujeres”. Quizás olvidaba que a eso le ayudó el maltrato deleznable que infligió a una de ellas.

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