Dieciocho años después del gol de Puerta: que cunda su espíritu
Habían pasado 44 años desde la última vez que el Sevilla se había clasificado para una final, aquella de 1962 en el Santiago Bernabéu que perdió frente al Real Madrid por 2-1. Y el Ramón SánchezPizjuán era un volcán a punto de estallar de vibraciones encontradas hasta que apareció la zurda de
Antonio Puerta. Fue el 27 de abril de 2006 y ayer se cumplieron 18 años de aquel gol que cambió la vida a un club y a una afición.
El Sevilla y el sevillismo tienen en su dilatada trayectoria de éxitos y fracasos un antes y un después de aquel jueves de Feria en el que el canterano que se hizo futbolista en el mismo barrio de Nervión y que estaba predestinado a marcar el sino del club de sus amores conectara aquel disparo combado, de rosca, de primera, a centro de su compañero Jesús Navas que se coló en la portería del Schalke 04. Fue un aldabonazo del destino.
El meta Frank Rost sólo pudo mirar cómo el balón volaba hacia el palo contrario para acariciar la red con un beso que provocó el mayor estallido de júbilo que se recordaba por entonces en Nervión. Fue la espita que abrió la senda de gloria que trajo a Sevilla en los años sucesivos 11 títulos entre aquel inicial de la UEFA de Eindhoven y la Europa League de Budapest del pasado 31 de mayo.
Fue el gol del héroe que se dejó la vida por su equipo, tras el desvanecimiento que sufrió el 25 de agosto de 2007 en el Sevilla-Getafe. Su muerte tres días después, el 28 de agosto, despertó lo que vino en llamarse el espíritu de Puerta, que surgió entre ambas aficiones, unidas en el dolor seco y el solidario. Que no se olvide nunca.