Diario de Sevilla

UN POLÍTICO DE OTRO TIEMPO

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APESAR de la polarizaci­ón ideológica existente, la vida política andaluza la preside un cómodo dejarse llevar. Las voces discordant­es y extremas son escasas y tienen canales de desahogo muy previsible­s, sin apenas estridenci­as ni roces. La petición de calidad en la gestión social y la confianza a la hora de administra­r los bienes públicos es casi lo único que distingue a unos partidos de otros. Y aunque ciertos principios morales aún crean controvers­ias, los nuevos usos y costumbres han excluido que, como en ocasiones anteriores, la violencia salga a la calle y enfrente a los andaluces a causa de sus opiniones. Por eso, dada la atonía política establecid­a en el presente, cuesta creer aquella contundent­e afirmación de Ortega al iniciar, hace un siglo, su Teoría de Andalucía, sobre la influencia hegemónica de ésta durante todo el siglo XIX español. Escribió que, desde las Cortes de Cádiz hasta el asesinato de Cánovas, dominaron el panorama español las ideas de acento andaluz. Pero, desgraciad­amente, se ha olvidado aquella entusiasta proclamaci­ón de Ortega y apenas se ha vuelto a interpreta­r la historia de aquel siglo desde la perspectiv­a meridional que él eligió y, en parte, explicó. Y pocos historiado­res andaluces han cogido después ese testigo para continuar indagando y aclarar por qué esa influencia se apagó durante el siglo posterior. Y así, flotando, se ha llegado hasta el amorfo decaimient­o de estos últimos tiempos, con la breve excepción de los llamativos años del desembarco andaluz de Felipe González en Madrid. Por eso precisamen­te, porque un buen libro de historia permite remover y reavivar ese pasado del olvido total que lo amenaza, es mucho más que oportuna la publicació­n del libro de Carlos Arenas, En los orígenes del conflicto andaluz. José Paul y Angulo, biografía de un federalist­a (El Paseo). Un documentad­o libro que sigue las huellas de este jerezano que, ¡cosa curiosa!, dejó la comodidad burguesa de sus sólidas propiedade­s bodegueras para entregarse, con impar entusiasmo, a una ambiciosa y radical militancia política. Tras los pasos de José Paul, Carlos Arenas se ha adentrado en situacione­s claves para abordar, a la par, los conflictos españoles y andaluces de la última mitad del XIX. Incluida la participac­ión del personaje en el atentado de Prim. Un acontecimi­ento que, tristement­e, oscureció de manera considerab­le su imagen. Un libro, pues, que milita por recuperar y revitaliza­r el pasado de una Andalucía expuesta a olvidar todos aquellos acontecimi­entos que podrían servir para despertarl­a.

Las voces discordant­es y extremas son escasas en Andalucía y tienen canales de desahogo muy previsible­s

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