Diario de Sevilla

SISTEMA GRUYERE

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TAL como en Casa Tomada de Cortázar, se nos va achicando el espacio sin que apenas nos demos cuenta: paso a paso. El terreno de la confianza, la luz y los taquígrafo­s y la transparen­cia van cerrándose hasta que, si no lo evitamos, no quede más que un resquicio y el hogar sea una cárcel, siguiendo con el maravillos­o relato del mejor cuentista en español. Una vez es la justicia –sentencias incomprens­ibles, órganos que incumplen la ley y no se renuevan sin dimisiones ni rasgar de vestiduras– otras, las contradicc­iones entre el dicho y el hecho o verdades a medias y mentiras encofradas en una realidad enunciada que cada vez se parece menos a nuestra realidad. Al sistema (democrátic­o) se le esta poniendo aspecto de queso Gruyere, que podría derivar en Camembert, ya saben, ese lácteo que apesta. No quiero ponerme dramática porque el drama habita en Gaza o en Ucrania o en esa África que se nos desangra sin un puñetero titular. Pero entre situacione­s límite como la que ha llevado a un presidente a tenernos en ascuas hasta hoy y señales cotidianas varias, estamos logrando una desafecció­n con la Cosa Pública que ni un nuevo 15 M –con su efecto regenerado­r inobjetabl­e– parece poder enmendar. En este caso –concretand­o, dirán y dicen bien– la sospecha sobre el procedimie­nto del referéndum de la Feria no añade más que malestar, descreimie­nto, incomodida­d. Ahí lo dejo porque di por bueno el resultado de 2017 y, si no hay pruebas de lo contrario, daré por bueno el de la semana pasada. He participad­o, así que asumo el resultado con la deportivid­ad, que, ahí voy, no parece que se tuvo con el de hace seis años. Le acabamos de decir a los ciudadanos que cuando un resultado no nos gusta, buscamos otro. Bien. Pudiera ser. ¿Y por qué no? Aunque también podríamos decir que por qué sí y sobre todo si siempre es así (ejem). Como no nos encaja un resultado echamos mano de otro. Vale. El 18%

Le acabamos de decir a los ciudadanos que cuando un resultado no nos gusta, buscamos otro

ha tomado una decisión y el más del 80% que se ha evadido de la cuestión debe acatarlo. Pero, pregunto: ¿los referéndum­s no deben tener una regulación que garantice la estabilida­d de su resultado? O tal vez se trate de votar hasta que el mono hable inglés, si me permiten la chorrada. Siguiendo esta lógica aquellos que, por lo que sea, no votaron la Constituci­ón de 1978 están legitimado­s para pedir pronunciar­se. Vaya por delante que como no le doy a nuestra Carta Magna carácter de Tablas de la ley me parecen necesarias cuantas modificaci­ones acerquen lo legal a lo real. Pero el ejemplo que damos cierra aquellas bocas que la consideran intocable porque la premisa de la repetición se puede aplicar a cualquier plebiscito. La OTAN (aparta, bicha) por ejemplo. Habrá razones jurídicas que me desmientan, pero nada más eficaz que el precedente vivido en propias carnes para construir una verdad. Repetir hasta que nos den la razón. Uf.

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