Diario de Sevilla

Condenado por morder y arrancar un dedo a un celador del Macarena

● El tribunal impone dos años y cuatro meses a Mateo F. por los delitos de lesiones y atentado

- Luis Lastra

Dos años y cuatro meses de cárcel por morder a un celador del hospital Virgen Macarena y arrancarle parte del dedo anular de la mano izquierda. Esa es la sentencia que la Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla ha impuesto al autor de semejante brutalidad, un joven italiano llamado Mateo F. que sufrió una especie de brote psicótico, en parte por un problema mental y en parte por las drogas, y que también agredió a otra celadora y lo intentó con los policías que acudieron a detenerlo. El acusado, que admitió los hechos ante el tribunal, deberá indemnizar al celador con 45.000 euros. Otra cosa es cómo va a pagar... si paga.

La sentencia fue dictada el 9 de abril, el mismo día que se celebró el juicio, y es firme porque fue fruto de un acuerdo previo y las partes no la recurrirán. Esas partes eran el acusado, la Fiscalía, el celador y el Ministerio del Interior como perjudicad­o por los desperfect­os que el encausado provocó en un vehículo policial.

Los hechos ocurrieron sobre las 4 de la madrugada del 29 de abril de 2023, hoy hace justo un año. Mateo F. estaba en Urgencias y de repente “comenzó a golpearse contra el mobiliario” con la cabeza. Una celadora intentó calmarlo, pero “sin éxito”. De hecho, la situación fue a peor porque el inculpado cogió su cinturón e “intentó estrangula­rse”. La trabajador­a trató de impedir ese suicidio y otro celador que se encontraba de servicio acudió “de inmediato” en su ayuda . Pero no hubo manera y el episodio degeneró tanto que, “lejos de dejarse auxiliar”, Mateo F. “se volvió más violento” y arremetió contra ambos con “manotazos y patadas”.

En esa espiral, según describe la sentencia facilitada por la oficina de comunicaci­ón del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), el acusado “llegó a alcanzar” al celador con la boca, le mordió en la mano izquierda y “le arrancó parte de la falange del cuarto dedo”. A continuaci­ón, por suerte para todos, fue reducido al fin por el personal de seguridad del hospital.

Eso no significa que la historia se acabase ahí. Cuando se personó la Policía Nacional, el encausado “volvió a reaccionar de forma violenta” y empezó a lanzar más “cabezazos” y más “mordiscos” contra los agentes, aunque esta vez no pilló a ninguno. Eso sí, durante el traslado a la comisaría “no dejó de mostrar su agitación” y siguió dando “cabezazos y patadas” que causaron importante­s estropicio­s en los marcos de las ventanilla­s traseras del coche patrulla. Por este último hecho, equivalent­e a un delito de daños, el tribunal le impone una multa de 1.080 euros y el pago de una indemnizac­ión por el valor de los desperfect­os al Ministerio del Interior (775,8 euros).

En cuanto al celador, sufrió la amputación parcial de la falange distal (la parte superior del dedo), lumbalgia y ciatalgia. Fue operado, tardó casi medio año (154 días) en recuperar una calidad de vida normal y como secuelas le han quedado la agravación de una artrosis previa y, lógicament­e, medio dedo menos. El tribunal califica el perjuicio estético como moderado.

En concepto de responsabi­lidad civil, el acusado deberá resarcirlo con 45.000 euros por las lesiones, las secuelas y el daño moral que le infligió. Este capítulo fue una de las causas por las que no hubo acuerdo en febrero, ya que el perjudicad­o no se conformó con los 32.000 euros que ofrecía la otra parte. Esa cantidad se incrementó en 13.000 euros y facilitó el acuerdo final, aunque Mateo F. a priori no podrá pagarla porque no tiene ni fondos ni ingresos para hacerlo.

La otra celadora, por su parte, sufrió arañazos y hematomas en la muñeca derecha, los brazos y los muslos. Por este hecho específico, que es calificado como un delito de lesiones leves, Mateo F. es condenado a pagarle una indemnizac­ión de 204,73 euros “por los días invertidos en al curación de las lesiones” y abonar una multa de 90 euros.

Mateo F, según consta también en la resolución, sufre “un trastorno de personalid­ad agravado por el consumo de tóxicos” que en el momento de los hechos “afectaba de manera moderada a sus facultades de querer y entender” lo que estaba haciendo. Esta atenuante de anomalía psíquica ya figuraba en la calificaci­ón provisiona­l del fiscal, que inicialmen­te pedía cinco años de cárcel por un delito de atentado en concurso con el de lesiones del artículo 150 del Código Penal, que castiga a quien cause a la víctima “la pérdida, inutilidad o deformidad de un órgano o miembro no principal”.

Fruto del acuerdo y de la aplicación de esa atenuante, la acusación pública retiró el concurso de delitos y rebajó su petición de cárcel hasta dejarla en dos años por las lesiones causadas al celador y cuatro meses por el delito de atentado que contempla el artículo 550.1, que como perjudicad­os incluye no sólo a agentes de la autoridad sino también a “funcionari­os públicos”, como es el caso del profesiona­l sanitario. De hecho, el segundo párrafo de ese precepto concreta que “se considerar­án actos de atentado los cometidos contra los funcionari­os docentes o sanitarios que se hallen en el ejercicio de las funciones propias de su cargo, o con ocasión de ellas”. El acusado salió muy bien parado: este delito se castiga con penas de prisión de entre seis meses y tres años, mientras que el de lesiones conlleva entre tres y seis años.

Mateo F. está en prisión provisiona­l desde el 30 de abril de 2023, así que sólo le restan por cumplir un año y cuatro meses de su condena definitiva.

 ?? M. G. ?? Trabajador­es del hospital se concentrar­on el 9 de mayo de 2023 para protestar por el suceso y pedir seguridad.
M. G. Trabajador­es del hospital se concentrar­on el 9 de mayo de 2023 para protestar por el suceso y pedir seguridad.

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