El significado (secreto) de nuestros colores
● Una exposición en Caixafórum explora diversas culturas a través de la variedad cromática del planeta
Hace ya siglo y medio, un joven poeta asoció el color a una letra del abecedario, inaugurando, con esta técnica de la sinestesia, toda una corriente estética que los estudiosos etiquetaron con una palabra –simbolismo–. Así, Arthur Rimbaud, el nombre de aquel joven poeta, pasaría a la historia de nuestra cultura; y así nosotros aprendimos que toda expresión –plástica, lingüística– puede descifrarse en múltiples interpretaciones. Porque el arte no es un lenguaje unívoco. No es un camino de una sola dirección.
La exposición Colores del mundo, que estará abierta en Caixafórum hasta el 25 de agosto, continúa con esta idea simbolista del significado del color, aunque en esta ocasión tratando los colores de nuestro planeta, los cuales, entre animales, vegetaciones, continentes, nos dicen mucho acerca de diferentes culturas o tradiciones. Solo hay que saber mirar esta variedad cromática para descifrar la riqueza cultural de la Tierra.
Para aprender cómo y dónde mirar, la exposición ha recopilado 63 instantáneas –la palabra es importante, porque se revela un instante, un momento único– de fotógrafos destacados de la revista National Geographic, como Joel Sartore, Steve McCurry, Michael Nichols, Lynn Johnson, Jodi Cobb, Paul Nicklen o Frans Lanting. Una nómina que ha retratado recónditos lugares, paisajes extraordinarios, imágenes que conmueven.
Todos los detalles de la muestra se han presentado en una rueda de prensa en la que han intervenido Moisés Roiz, director de Caixafórum Sevilla, Javier Hidalgo, jefe de Exposiciones de Ciencia de la Fundación La Caixa, y el comisario de la exposición, Rubén Duro, quien señaló, como principal valor de Colores del mundo, la relación entre ciencia y cultura. “Arte y ciencia no están separados. No hay que separar la cultura y la ciencia. En esta exposición hay conceptos estéticos [las fotografías] y conceptos científicos”, precisó el comisario.
Esta nueva exposición de Caixafórum Sevilla se divide en siete colores –amarillo, naranja, rojo, azul, violeta, verde y blanco– que conforman siete salas. Un espectro cromático al que le precede un “gran globo terráqueo”, obra del artista británico Luke Jerram, elaborada a partir de imágenes de la NASA. Desde esa visión total y externa de nuestro planeta nos adentramos, como si acabáramos de aterrizar desde el universo, en las diferentes imágenes –llamativas, sorprendentes– que nos reserva la Tierra. Un lugar que por supuesto no nos resulta extraño, pero que sin duda es un gran desconocido.
En la sala dedicada al color amarillo, los visitantes contemplan las tonalidades del Parque Nacional de Acadia, en los Estados Unidos; o el Parque Nacional de las Montañas Simen, en Etiopía. Este amarillo, afirman desde la organización de la muestra, remite “al júbilo” o a la “serenidad”. Al sol que nos anuncia el día o a la inteligencia que nos ha “iluminado” para la creación de artefactos, inventos, obras de arte, fórmulas matemáticas, filosofías.
De este amarillo, intelectual, ceremonioso y alegre, pasamos al naranja, que se asocia al amanecer o al atardecer. En esta sala observamos una instantánea que nos describe a una manada de ñus caminando por África, también vemos una fotografía del volcán Nyiragongo, situado en la República Democrática del Congo. Desde este continente, en apenas unos metros, nos trasladamos hasta Camboya, para deleitarnos con el color naranja de las túnicas de los monjes budistas.
La calma del naranja precede a la tempestad del rojo. Un color que se usa “para seducir y para mostrar poder y fortaleza”, y que adquiere diferentes connotaciones según qué cultura. Por ejemplo, en India remite a la pureza; sin embargo, en África nos sugiere el luto. En esta sala de la exposición Colores del mundo aprendemos cómo las ranas dardo “advierten de su letalidad a los depredadores con un color rojo brillante”.
Siguiendo con el itinerario planteado, siguiendo con esta ruta, no puede faltar un color fundamental en nuestro planeta: el azul. Azul de los océanos, azul del cielo. En sala dedicada a este color nos detenemos ante la fotografía de un león marino de California –que busca peces para alimentarse– o en el azulejo, turquesa, de una mezquita. Nos indican que este color evoca “lo poderoso y lo místico”.
Un tono similar al violeta, que connota “lo misterioso”. En este lugar vemos un cielo en el que se sucede una tormenta –en Nuevo México– donde los protagonistas son los rayos. También contemplamos una foca de Groenlandia, descansando sobre el hielo del Golfo de San Lorenzo.
El verde es otro color imprescindible en esta paleta de fotografías y paisajes. Verde de las cosechas en Japón; verde en las alas de una mariposa en Bolivia; verde de un quetzal guatemalteco. “La existencia del verde muestra salud y vitalidad. El verde nos mantiene vivos a todos”, describen desde la organización. Un color que por supuesto asociamos con la naturaleza, con lo saludable, con aquello que nos oxigena.
Por último, el color blanco. El color que “contiene todos los colores”, en palabras de Rubén Duro. Entre estas paredes, que curiosamente son negras, hay imágenes de unas ovejas merinas en Nueva Zelanda o de una curiosa especie, el pingüino rey adulto de Georgia del Sur.
El horario para visitar Caixafórum Sevilla –recordemos que la exposición Colores del mundo permanece abierta hasta el 25 de agosto– es de 10:00 de la mañana hasta las 20:00 de la tarde. De lunes a domingo –y festivos–. A partir del 21 de junio, y hasta el 8 de septiembre, empieza el horario de verano, en el que las exposiciones estarán abiertas de 11:00 a 22:00.