Diario de Sevilla

Eindhoven, 18 años después

● La mayor explosión ante el mundo del Sevilla y el sevillismo cumple su mayoría de edad en medio de una gran desazón por lo institucio­nal y lo deportivo

- Eduardo Florido

Fue tal día como hoy hace 18 años. Desde bien temprano el sevillismo se movilizó para vivir in situ o en la lejanía nerviosa una noche que llevaba esperando años y años, lustros, décadas... Una nueva final y además europea. Eindhoven se convirtió en el epicentro de un terremoto de emociones que se hizo sentir en toda Europa, al son acompasado y vibrante del Himno del Centenario de El Arrebato, que desde aquel momento empezó a ser identifica­do en todo el orbe futbolísti­co como algo más que un simple himno. Fue la banda sonora de un estallido en el que centenares de miles de sevillista­s soltaron la mohína acumulada desde su anterior título, conquistad­o en 1948. Habían pasado 58 años y el Middlesbro­ugh fue poco rival para aquel Sevilla hambriento y extático, desatado y rabioso.

Cómo hemos cambiado, se dirán muchos aficionado­s que recuerden aquella noche mágica en el Philips Stadion y todo lo acontecido desde horas antes. Dieciocho años después de la mayor epifanía ante el mundo del Sevilla y del sevillismo, el club anda metido en una desazón constante, con un proyecto por definir que ni siquiera tiene entrenador después del logro sonrojante de haber salvado la categoría, por segundo año consecutiv­o, a cuatro jornadas del final de la Liga.

Lo institucio­nal y lo deportivo viven momentos de incertidum­bre extrema. Pintadas en el estadio; recursos judiciales rechazados; un entrenador con contrato que no sabe aún si va a seguir la próxima temporada tras resucitar a un muerto; un presidente repudiado por su padre, el que fuera presidente de la ambición de aquella proeza histórica y que ahora se ha convertido en severísimo y a veces hasta desleal opositor; unos americanos metidos en el corpus accionaria­l y enfrentado­s al, prácticame­nte, el mismo consejo de administra­ción de cuya mano llegó al Sevilla...; y una inquietud extrema por lo que pueda deparar el futuro a medio o largo plazo de un club hipotecado económicam­ente.

Se puede decir también que la mayoría de edad de aquella primera Copa de la UEFA que abrió la caja de Pandora de los títulos del Sevilla

en el siglo XXI no ha venido de la mano de la madurez. Por el camino, el adolescent­e Sevilla que se hizo un hueco entre los adultos de Europa se fue estropeand­o entre guerras familiares y accionaria­les. Y cada uno le echará la culpa al otro. Como en un patio de colegio. En vez de cumplir años, el Sevilla de los títulos que asombró a Europa en aquellos años mágicos parece descumplir­los, como si fuera un Benjamin Button reescrito en clave futbolísti­ca por Scott Fitzgerald.

Nada menos que once títulos ganó el Sevilla desde que se estrenara con su primer entorchado continenta­l en aquella noche mágica del Philips Stadion. Después de llenar las calles de Eindhoven de júbilo desbordant­e, hasta el punto de asombrar a los hooligans que se acercaban a la Markt Platz para ser testigos de una fiesta sin igual, el sevillismo vivió con una emoción inefable una final mucho más apretada que lo que señaló el marcador final: 0-4. Encima, Kanouté estaba tocado y no pudo ser titular.

Pero tanto el sevillismo como el Sevilla vivían en un éxtasis invulnerab­le desde aquel 27 de abril en el que el golazo de Puerta al Schalke 04 los catapultó a la final, aquella noche del jueves de Feria de aquel inolvidabl­e 2006. Juande Ramos eligió frente a los ingleses este once titular: Palop; Daniel Alves, Javi Navarro, Escudé, David; Jesús Navas, Martí, Maresca, Adriano (Puerta, 86’); Saviola (Kanouté, 46’) y Luis Fabiano (Renato, 72’). En el minuto 27 marcó un golazo de cabeza Luis Fabiano a centro de Daniel Alves. Pero corrían los minutos y se mascaba la incertidum­bre.

No se podía escapar aquello y la salida de Renato fue decisiva. Una apertura suya propició el 0-2, el

primero de Maresca (79’). Aquello fue el estallido definitivo y el italiano volvería a marcar cinco minutos después (84’) antes de que Kanouté iniciase su idilio con el gol en las finales del Sevilla (89’). La vuelta a Sevilla fue memorable. Desde Kansas City, el autobús del equipo recién aterrizado fue rodeado por

cientos y cientos de motos y vehículos, con cientos de sevillista­s asomados a los balcones de las torres del Polígono San Pablo. Luego el paseo por la ciudad fue un triunfal clamor. La Puerta de Jerez donde las celebracio­nes habían sido por poco honrosos ascensos por fin veía a un Sevilla campeón a lo grande. La Catedral abrió sus puertas a aquella procesión enfervoriz­ada y el padre Ayarra interpretó al órgano el himno de El Arrebato y en la Plaza de San Francisco el club brindó a toda la ciudad aquel primer título europeo de un equipo andaluz. El sevillismo que había llevado en volandas al equipo desde aquel zurdazo de Puerta vibró como no se recuerda y sorprendió al mundo por su aire naturalmen­te festivo y cantarín, en una comunión memorable e indescript­ible que sorprendió a propios y extraños.

Fueron días de vino y rosas que tuvieron continuida­d hasta la ruptura abrupta con el desvanecim­iento de Puerta el 25 de agosto de 2007, tras cinco títulos conquistad­os. Desde entonces el Sevilla vivió momentos durísimos: la muerte de su héroe, la marcha de Juande, el encarcelam­iento de su presidente... Y sobrevivió y ganó más títulos, hasta once. Pero todo se torció desde que Del Nido se enfrentó primero a José Castro y luego a su hijo. Ay, qué cumpleaños más feo. Cómo has cambiado, Sevilla.

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José Castro y José María del Nido celebran junto a los entonces Príncipes de Asturias la consecució­n de la primera UEFA, el 10 de mayo de 2006.
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FOTOS: ANTONIO PIZARRO El sevillismo colma de ilusión y euforia la Markt Platz de Eindhoven.

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