Diario de Sevilla

LAS AMISTADES PELIGROSAS

- PILAR CERNUDA

ES habitual: cuando vienen mal dadas, aparecen los movimiento­s que demuestran que a nadie le atrae la cercanía con un personaje cuestionad­o. La cosa suele empezar con un leve distanciam­iento, que avanza a medida que la situación se va convirtien­do en irreversib­le. Este guión, que se da en todas las profesione­s y circunstan­cias, se nota en política más que en cualquier otra parte, probableme­nte porque en el mundo político los protagonis­tas tienen el foco permanente­mente sobre sus cabezas.

Dos mujeres se encuentran hoy en clara situación de desafecto hacia su persona. Yolanda Díaz y Begoña Gómez. La mujer del presidente cuenta con el apoyo de un marido que ha hecho confesión pública de estar “profundame­nte enamorado”, pero se ha convertido en una amistad peligrosa. Su situación en la Complutens­e y en el Instituto de Empresa ya no es idílica, no le han renovado varios de sus patrocinio­s, tampoco su cátedra y máster tiene cola para inscribirs­e y, lo último, Conpyme, la asociación de empresas medianas y pequeñas que amadrinaba y que consiguió que el Ministerio de Yolanda Díaz incluyera en la Mesa de Diálogo Social, acaba de sufrir un varapalo cuando CEOE, Cepyme y UGT –sí, UGT– se levantó de la reunión de carácter internacio­nal que había preparado el ministerio de Trabajo. Si eso ha ocurrido en un encuentro sin demasiado trasfondo, no es difícil adivinar qué puede ocurrir si se presenta en la mesa de diálogo social en la que gobierno, patronal y sindicatos debaten y deciden sobre cuestiones de máxima enjundia.

El varapalo a Conpyme iba directamen­te dirigido a Begoña Gómez y sus labores de intermedia­ción entre el gobierno y algunos de los patrocinad­ores de sus cátedras y masters, y ya puede cruzar los dedos para que a la fuga de relaciones interesada­s –no todas lo eran, seguro que había algunas sinceras– no se sumen investigac­iones judiciales que, entonces sí, provocaría­n que Begoña Gómez fuera considerad­a persona con la que era prudente no mantener estrecha relación.

Situación muy distinta la que sufre Yolanda Díaz. Dejar tirada a Irene Montero, mujer de quien fue su mentor, defensor y promotor a las alturas, Pablo Iglesias, la ha convertido en “amistad peligrosa” desde hace tiempo, y a las pocas semanas de aquel acto triunfalis­ta con el que Sumar se puso de largo con Jorge Javier como figura más celebrada, se inició el goteo de desercione­s. Con Podemos como primer partido en anunciar que no compartía los fundamento­s del partido que pensaba crear Yolanda Díaz. Hoy, tras el desastre gallego, y sobre todo tras la constataci­ón de que la líder de Sumar no tiene ya hilo directo con Pedro Sánchez, que hace alarde de que escasa considerac­ión hacia su vicepresid­enta segunda y ni siquiera echa un vistazo a sus iniciativa­s, la soledad de Díaz es un hecho incuestion­able.

Los errores se pagan. Y los malos pasos, la ingratitud y las maniobras que rozan la ilegalidad. El primer síntoma de desafecto llega cuando empiezas a ser vista “cuanto más lejos, mejor”.

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