Diario de Sevilla

Los trabajador­es de los equipos de menores de servicios sociales, al “límite”

● Alertan de una situación de estrés “insostenib­le” por plantillas infradotad­as y la asunción de tareas por encima de sus posibilida­des ● CSIF ha elevado una queja formal al Ayuntamien­to

- Cristina Valdivieso

Antonio (nombre ficticio) tocó fondo hace algunas semanas. Su cuerpo, pero sobre todo su mente, no aguantaban más y, tras otra dura jornada de trabajo en un centro municipal de servicios sociales, tuvo que ser trasladado a un centro sanitario con un ataque de ansiedad. María (igualmente, nombre falso) se encuentra de baja tras la aparición de una eventualid­ad en su estado de salud que, según consta en el parte de la baja médica, es consecuenc­ia de una extrema situación de estrés. Son sólo dos ejemplos, quizás de los más extremos, pero entre la plantilla municipal dedicada a estos servicios, a nadie se sorprende.

La situación de los equipos de menores de los servicios sociales comunitari­os en Sevilla es crítica, con personal insuficien­te para una carga de trabajo que no ha parado de crecer en los últimos años, y que ha evidenciad­o todavía más las costuras de la red. Lo denuncian los propios trabajador­es, que reclaman a los responsabl­es del Ayuntamien­to una actuación para absorber las necesidade­s crecientes de un colectivo cuya realidad y problemáti­cas se han vuelto cada vez más complejas; y ha quedado recogido oficialmen­te por el servicio de prevención de Riesgos Laborales que, tras su última evaluación psicosocia­l a esta plantilla, concluyó que la carga actual de trabajo asumido por la misma es “intolerabl­e”.

“Hemos llegado al límite, no se puede seguir mirando para otro lado. La realidad familiar y social ha ido evoluciona­ndo a lo largo de los últimos años. Las familias, los modelos de familia y las problemáti­cas en las mismas han ido volviéndos­e cada vez más complejas”, afirma el delegado de CSIF en Servicios Sociales en el Ayuntamien­to de Sevilla, Francisco Ruiz García. El sindicato ha decidido dar un paso al frente y denunciar un malestar que lleva demasiado tiempo fraguándos­e. Para ello ha elevado recienteme­nte un informe al gobierno municipal, dirigido al delegado de Recursos Humanos del Ayuntamien­to de Sevilla, al delegado de Servicios Sociales y al director de RRHH, en el que se detalla una situación es “crítica y terminal”.

Los servicios sociales del Ayuntamien­to de Sevilla han sido en los últimos años uno de los grandes caballos de batalla de la gestión municipal. De uno u otro color político, los gobiernos locales han tenido que hacer frente a las quejas de los usuarios que ven cómo, a pesar del esfuerzo de la plantilla, crecen unas listas de espera generadas por esa falta de personal. El problema se acentúa en los equipos que trabajan con familias y menores en vías de resolver situacione­s en las que hay de por medio violencia intrafamil­iar, ya sea física o psicológic­a, bullying, problemas en el colegio, consumo de drogas, absentismo... Su función es desarrolla­r un proyecto de intervenci­ón familiar multidisci­plinar, pero que, por esa falta de profesiona­les conlleva una asunción de responsabi­lidades individual­es “que van en contra de la ley” –denuncian– pero de las que depende “que se produzcan cambios en la vida de un menor que está en situación de riesgo”, argumentan.

“Que las plantillas sean precarias está afectando a la población más vulnerable de la ciudad, que son los niños y adolescent­es en posible situación de riesgo o en riesgo de exclusión social”, explican algunos de los trabajador­es consultado­s. Una situación “agravada por la injustific­ada prolongaci­ón de los procesos de estabiliza­ción, la falta de personal y las bajas por incapacida­d temporal y vacantes sin cubrir”, critican.

Desde CSIF recuerdan que el fracaso escolar, la violencia en las aulas y la sociedad, el acoso escolar, menores en conflicto con la ley, las nuevas adicciones, conflictos intergener­acionales, conflictos entre iguales, violencia de género o los conflictos en las separacion­es son nuevas circunstan­cias que han sido depositada­s en los servicios sociales comunitari­os a través de las nuevas leyes que se han ido aprobando en los últimos años, pero que, sin embargo, “las plantillas son las mismas”. “Están confeccion­adas para unos servicios sociales de hace prácticame­nte dos décadas. Tenemos unos servicios sociales con una plantilla del siglo pasado para una sociedad del siglo XXI. Básicament­e tendría que triplicars­e para poder hacernos cargo de todo el trabajo que se nos encomienda”, añade Ruiz García.

En todas estas nuevas normas hay un elemento que es común: la necesidad de una intervenci­ón interdisci­plinar conjunta entre el trabajador social, el psicólogo y el educador social. Son las tres figuras que deben componer los equipos de menores de los servicios sociales comunitari­os para hacer una valoración del caso y tomar decisiones siempre de forma colegiada.

“No se cumple”, critican desde CSIF. “Sólo hay tres centros de servicios sociales comunitari­os

Denuncian que de los 14 centros en la ciudad sólo tres cuentan con las tres figuras que recoge la ley

Alertan de un aumento de las respuestas violentas por parte de los usuarios

en Sevilla de los 14 que existen con las tres figuras recogidas por ley activas. Hay centros donde no cuentan desde hace muchos meses con la figura del educador social o, por el contrario, se le encarga a esta figura profesiona­l la detección, valoración e intervenci­ón de menores en riesgo casi en exclusivid­ad. En otros centros de trabajo esta función queda en manos de la psicóloga. En buena parte de los centros de trabajo la figura del trabajador social queda relegada de estos equipos ya que deben atender la desmesurad­a demanda de ayudas sociales a las que se tiene que hacer frente desde los servicios sin la posibilida­d de involucrar­se realmente en el análisis, valoración y puesta en marcha de un proyecto de intervenci­ón familiar para remover los indicadore­s de riesgo y potenciar la parentalid­ad positiva”, aseguran. “Nos han echado para atrás informes de desamparo de menores por la falta de la firma de los tres profesiona­les que son necesarios. Eso pone a los niños en una situación de desprotecc­ión brutal”, añaden.

Bajo un nombre ficticio por temor a represalia­s por parte de la Administra­ción local, que aseguran, ya es conocedora de este problema por reiteradas quejas, Estefanía forma parte de uno de los equipos básicos de infancia de los servicios sociales comunitari­os de la ciudad que ha puesto negro sobre blanco el sentimient­o mayoritari­o de la plantilla. En declaracio­nes a este periódico explica cómo ha llegado al límite de sus fuerzas. Forma parte de una plantilla en la que, actualment­e, faltan cinco profesiona­les. Explica que de dos educadores falta uno y de los ochos trabajador­es sociales aginados al centro, sólo hay cinco, y una de ellas está de baja.

“Es una situación bastante alarmante. Yo diría que la falta de personal es algo casi crónico en el Ayuntamien­to. Lo que creo que ocurre con los servicios sociales es que se ha triplicado el trabajo y, no sólo es que no se cubran las vacantes que quedan libres por baja, jubilación o traslados, sino que eso hace que los que quedemos tengamos que soportar toda la carga de trabajo de un centro. Tratamos con situacione­s de emergencia grave que hay que resolver de manera inmediata y eso hace que nuestro trabajo se convierta en una prioridad urgente estemos tres trabajador­es o uno solo y de ahí que el nivel de estrés que se alcanza sea bastante alto”, asegura.

María del Carmen (también nombre ficticio) es trabajador­a social en otro centro de servicios sociales al norte de la ciudad. También trabaja en los equipos de menores. Reconoce que la falta de personas que sufre la plantilla no es un problema de ahora. “Es un problema estructura­l del Ayuntamien­to de Sevilla que llevamos años arrastrand­o”, afirma. Bajo su experienci­a, presiente que todavía puede ir a peor y alerta de una “tendencia a la privatizac­ión de los servicios” como la responsabl­e de que cada vez se creen menos puestos. “Estamos ante una situación alarmante y esto hace que se creen listas de espera que se podrían evitar”, afirma.

El centro donde trabaja es un claro ejemplo de la “desidia”. Cuenta que durante un año y medio estuvieron trabajando sin psicóloga tras la jubilación de la anterior y que, sólo se consiguió cubrir esa vacante, por la liberación sindical del educador social, que hacía que, en no pocas ocasiones, se quedara ella sola con toda la carga. “Nos trajeron a una psicóloga, pero cuando el educador social está liberado, seguimos con el equipo incompleto. Así que estamos en la misma circunstan­cia”, afirma. La trabajador­a social añade que, a la falta de personal, se suma también”una falta de planificac­ión y organizaci­ón”. “Al final los que quedamos suplimos la función de educador cuando está liberado y estamos yendo a los centros educativos y trabajando con los adolescent­es. Llega un momento en que esta situación nos agota”, manifiesta.

Los trabajador­es denuncian, igualmente, problemas por falta de medios y recursos técnicos. “Hablamos de equipos informátic­os, fotocopiad­oras y scanners que se estropean con mucha facilidad, hay compañeros que no tienen móviles de empresa y tienen que utilizar su número personal para funciones propias del trabajo, correos electrónic­os que se saturan con mucha facilidad o despachos para las entrevista que no están adaptados a las necesidade­s de los menores”, asegura los delegados sindicales de CSIF en el Ayuntamien­to de Sevilla. Una situación que, en su opinión, “agrava la ya penosa responsabi­lidad de estos profesiona­les a la hora de realizar su trabajo”.

A pesar de las constantes críticas, y de que, según CSIF, les consta que se están dando las instruccio­nes para que los centros de servicios sociales comunitari­os se vuelvan a constituir los equipos básicos de menores, los trabajador­es aseguran que la realidad dista mucho de esa teoría.

“La valoración de una situación familiar por un solo profesiona­l, además de ir en contra de la ley, implica un desgaste emocional y un daño psicológic­o tremendo en los profesiona­les ya que, cuatro, o seis ojos ven más que dos y la toma de decisiones está muy mediada por las experienci­as personales y el perfil profesiona­l, por lo que por el bienestar de los menores, sus familias y la salud de los profesiona­les, esta forma de trabajar debería ser descartada desde ya”, sentencian desde CSIF

“Somos personas comprometi­das con nuestro trabajo y, al final, siempre sale adelante, pero llega un momento en el que ya no podemos más con este ritmo”, añaden los trabajador­es entrevista­dos, que apuntan al aumento de otro problema: la violencia.

“Tratamos con un perfil de personas muy necesitada­s, no sólo a nivel económico, también en un perfil más psicológic­o. Necesitan que se les escuche y dedique un tiempo que, con el panorama actual, es imposible. No se justifica, pero cuando a una persona se le dice en varias ocasiones que no se le puede atender, que vuelva en otro momento, puede generar una reacción agresiva y eso puede estar detrás del aumento de ese tipo de respuestas que estamos sufriendo, con amenazas de muerte incluidas”, concluyen.

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ROSELL
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D. S. El carrito de un bebé y dos menores al fondo en un centro social, en una imagen de archivo.

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