Diario de Sevilla

Apenas una oreja para Román en una brava corrida de Fuente Ymbro

● El diestro valenciano roza la Puerta Grande ante el serio y exigente encierro gaditano ● Leo Valadez sufre una luxación de clavícula

- Paco Aguado (Efe)

El diestro valenciano Román paseó ayer la única oreja, y la primera de esta edición, en el segundo festejo de la feria de San Isidro, en el que se lidió una seria y brava corrida de Fuente Ymbro que exigió más entrega y acierto por parte de una terna de la que el peor parado fue el mexicano Leo Valadez, que sufrió una luxación de clavícula.

El conjunto del encierro gaditano, además de una excelente y seria presentaci­ón, fue todo un catálogo de bravura encastada, tanto la que exige mando y poder en los engaños como la que pide temple y calidad en las muñecas, matices que se vieron en contadas ocasiones a lo largo de la corrida.

Por ejemplo, asomaron en los compases finales de la faena de Román al segundo de la tarde, un ejemplar cornalón con el que tardó en asentarse y confiarse, a pesar de que repetía sus embestidas galopando muy descolgado y con amplio recorrido. Pero las primeras y largas pausas, tal vez motivadas por algunas rachas de viento, no fueron una medida muy aconsejabl­e.

Aun así, fue más cerrado en tablas cuando el valenciano logró el acople necesario, logrando ligar los muletazos por ambos pitones con cierta ligereza pero también con más convicción ante un toro que lo puso casi todo hasta los vistosos remates finales. Tras una estocada trasera se generó una amable petición y concesión de esa oreja que el de Fuente Ymbro le ofreció por partida doble.

Claro que Román pudo haberse llevado ese segundo trofeo, que le hubiera abierto la Puerta Grande, de no haberse enfriado los ánimos del público por la tardanza del quinto toro en doblar después de una estocada trasera, pues desde los hoy más animados y benevolent­es tendidos se tomó como heroica una faena entre dos aguas.

Las dudas iniciales que mostró Román hicieron que el ejemplar más exigente, y también el de menos cuajo, de la corrida desarrolla­ra unas complicaci­ones que se hubieran evitado con mayor decisión, pisándole un terreno que el matador no acabó de ganarle en la primera parte del trasteo.

Crecido el toro desde el tercio de banderilla­s, cuando persiguió y volteó al subalterno César Fernández, se le vino muchas veces a Román antes de tiempo, intentando sorprender­lo por esas dudas que fue desechando a medida que avanzaba un pulso inquietant­e en el que, llevándola­s con los vuelos de la tela a ras de arena, las embestidas del encastado animal parecieron mejores y menos peligrosas.

Tampoco puso mucho mando en su quehacer Leo Valadez con un tercero que, por un errado inicio de faena, sacándole la muleta muy por arriba, cogió el vicio de cabecear y puntear en cada embroque, sin que el mexicano, al no lograr evitar constantes enganchone­s, acabara de cogerle el sitio ni el ritmo.

Lo peor de todo es que tras una fea voltereta, en la que el toro le prendió por un tobillo sin herirle, Valadez acabó con una luxación de hombro, que aun se antojó como resultado milagroso tras el fortísimo golpe que también sufrió en la estocada, cuando el testuz del de Fuente Ymbro le levantó más de un metro en el aire.

Por este percance, y como director de lidia, El Fandi tuvo que matar tres ejemplares, y a los tres los desaprovec­hó clamorosam­ente. Tras banderille­arlos con muy escaso ajuste en la reunión, con el mansote y facilón primero se metió sin rubor alguno en la ventaja de la pala del pitón, asfixió en la distancia corta y con la muleta como pantalla la calidad del cuarto y con el claro y dulce sexto, enlotado como segundo de Valadez, desplegó todo un catálogo de destemplad­a vulgaridad.

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FOTOS: MARISCAL / EFE Román, en la faena al segundo de la tarde, con la que logró la primera oreja de San Isidro.
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El fortísimo golpe que sufrió Leo Valadez en la estocada al tercero de la tarde.

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