Diario de Sevilla

Tarde de gazpacho y siesta

● La pasmosa inmovilida­d colectiva, que Quique Sánchez Flores no es capaz de solucionar, acaba condenando a un equipo que, sin intensidad, muestra demasiadas piezas inservible­s

- Juan Antonio Solís

El Sevilla jugó el partido como el que se bebe un litro de gazpacho y se echa un rato a la sombra de un olivo. La tensión colectiva fue indigna de un equipo profesiona­l. Y esta plantilla tan limitada, que, no se olvide, ha atravesado casi toda la Liga mirando con angustia al desfilader­o, muestra sus evidentísi­mas carencias en cuanto baja un punto su intensidad. Y ante el Villarreal no lo bajó un punto, sino varios. Esta derrota, que cayó por pura inercia y que vino a hacer justicia –el triunfo del Sevilla hubiera bordeado lo milagroso y el empate ya era un botín inmerecido–, al menos enmarca la realidad, un tanto difuminada por esa racha de 13 puntos de 15 que terminó de espantar al último fantasma.

DEFENSA

La entrada de Nianzou por el sancionado Badé desestabil­izó a la defensa de cinco de Quique, que jamás detectó el papel de Álex Baena y Guedes en zonas interiores para que Akhomach, por la derecha, y Cuenca –vaya centros que colgó el central desde el ala siniestra, el primero el del empate a uno de Sorloth– dieran profundida­d por fuera.

Fue tan estático todo el Sevilla en defensa posicional –que fue la mayoría del tiempo–, que entre líneas los Baena, Guedes o el mismo Sorloth cuando se descolgaba atrás tenían todo el tiempo y el espacio para picar una pelota envenenada al área o abrir al espacio para la incorporac­ión de uno de amarillo desde la banda. Los conatos de fuego se sucedían, a veces los incendios eran ya considerab­les, pero entre la impericia rematadora de los anfitrione­s unas veces y las atajadas o las salidas de Nyland otras, el Sevilla se mantenía a flote en la marejada. Esa vocación caprichosa del fútbol que tanto cautiva...

No obstante, la insistenci­a de los castellone­nses en la segunda mitad fue tal, que por el mero cálculo de probabilid­ades, llegó el empate a dos. Enésimo balón colgado al área con absoluta placidez y no siempre va a aparecer Sergio Ramos para el despeje. Mosquera se anticipó por una vez. El 3-2 definió quién tenía más apetito: cada sevillista digería aún ese litro de gazpacho en plena siesta. Álex Baena rebañó sus reservas de energías para el centro. Desde el VAR pareció que lo valoraron y no llamaron a Díaz de Mera para esas manos de Sorloth sobre Kike Salas.

ATAQUE

Suso como interior izquierdo, sin piernas, no sólo lastró el repliegue, sino que no dio salida hasta los puntas, Ocampos –¿cuántos balones perdió el argentino?– y En-Nesyri.

Jesús Navas y Acuña fueron los únicos que ganaron metros y llegaron a zona de peligro por fuera. Tener a En-Nesyri exige salir con más voracidad por fuera y colgar muchos centros. Pero la voracidad vestía de amarillo. Agoumé y Soumaré no pudieron evitar el hundimient­o en la zona ancha.

VIRTUDES

Nyland se confirma como el mejor fichaje de esta temporada y una garantía para el futuro. Y EnNesyri, como un goleador letal aun con sus limitacion­es.

TALÓN DE AQUILES

Sin intensidad afloraron las costuras hasta estallar en la última jugada.

 ?? EP ?? Sergio Ramos golpea la pelota ante el delantero portugués Guedes.
EP Sergio Ramos golpea la pelota ante el delantero portugués Guedes.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain