Diario de Sevilla

No se trata de Juanma, se trata de Sevilla

La ciudad no puede estar supeditada a los intereses del presidente andaluz, ni mucho menos ser sometida al inédito proceso de una cuestión de confianza El alcalde no puede ser cautivo de San Telmo

- cnavarro@diariodese­villa.es CARLOS NAVARRO ANTOLÍN

Una prueba del pacto es el pasteleo de Vox en el Pleno para proteger al delegado de Urbanismo

LA política no para de generar situacione­s inéditas tanto en Madrid como en Sevilla. Las causas son las mismas: la degradació­n de la vida pública, el tacticismo de cara a un período de elecciones perenne y el márquetin de diseño para suavizar la imagen del líder o de zascas, argumentar­ios de uso rápido y confrontac­ión con el rival. Nunca habíamos sufrido ministros ni políticos en general de tan bajo nivel en Madrid, como reconoce el propio Feijóo, y nunca habíamos visto ni dimitir a un alcalde de Sevilla desde las primeras municipale­s de 1977, cosa que ocurrió cuando mi Juan (Espadas) se fue a la aventura autonómica, o a otro como el actual anunciar que se someterá a una cuestión de confianza, como es el caso de Oseluí Sanz, que dejará a la ciudad en una suerte de sede vacante temporal además de provocar otros posibles efectos negativos.

Hablan de democracia, pero en realidad no la quieren. O solo la emplean a la carta. Se les llena la boca con el juego parlamenta­rio, la necesidad del diálogo, la cultura del pacto, el entendimie­nto y el sacrosanto consenso. Es mentira. Unos se pasan de rosca al pactar con legatarios de ETA, separatist­as y partidos liderados por prófugos, como el PSOE de Sánchez, y otros se pasan de complejos porque consideran que han de cuidar una supuesta imagen blanca e inmaculada que quedaría mancillada con acuerdos de gobierno en el Ayuntamien­to de Sevilla con su aliado natural (Vox), caso del PP andaluz de Moreno.

La víctima es siempre la ciudadanía, ese concepto que también manipulan unos y otros a convenienc­ia. Sevilla tiene cuatro partidos en el Pleno, pero la formación mayoritari­a no puede pactar con quien debe porque el líder autonómico tiene otros intereses y objetivos. Sanz no tiene problemas con Vox, nunca los ha tenido sin por ello disimular que prefiere, ¡toma claro!, gobernar en soledad. Moreno no quiere que nadie en España pueda reprocharl­e que su partido en la capital se ha entendido con la derecha pura y dura, la misma en la que él se apoyó para desalojar al PSOE de San Telmo. Es sabido que acciones rentables en el pasado no garantizan beneficios en el futuro. Sevilla es lo de menos. El alcalde está solo, siempre lo hemos expuesto. Y además está con las manos atadas. Es cautivo de San Telmo, donde a ciertos dirigentes del PP hispalense se les sigue consideran­do la Sevilla Eterna que recibió a Juanma con frío en su primer encuentro con la militancia, la que también preparó su funeral político a lo largo de diciembre de 2018. A lo más que llega Sanz de momento es a contestarl­e a Moreno en las redes sociales de forma indirecta. ¡Ocurrió ayer mismo! Si el presidente de la Junta y su mujer exhiben su sintonía con el ex alcalde socialista Antonio Muñoz, Oseluí replica en minutos con una foto en el Rocío con la ex presidenta socialista Susana Díaz (“¿Qué pasa, canijo?”). Política fatua, banal y adolescent­e por todos lados. Nada que objetar porque cada cual tiene derecho a sus frivolidad­es tanto como a sus transgresi­ones, pero la ciudad no puede ser la víctima de las aspiracion­es o limitacion­es de nadie.

¿Alguien se acuerda de que José Luis Sanz era el candidato a la Alcaldía de la antigua dirección nacional, la de Pablo Casado y Teodoro García Egea, y tuvo que pasar fatigas para ser confirmado por la nueva dirección y, por lo tanto, por el ya todopodero­so presidente andaluz, Juan Manuel Moreno? El gran logro de Sanz fue conseguir la excepción del PP en toda España: ser proclamado candidato dos años antes de los comicios. Si no es por esa maniobra y por la pujanza que exhibió la entonces presidenta provincial Virginia Pérez no hubiera sido candidato. Y hoy no sería alcalde. Sanz lo sabe perfectame­nte aunque la política no es aliada de la memoria salvo a la hora de tener preparada la armería de los reproches. Siempre defendimos en estas páginas que cambiar de candidato hubiera sido un disparate. No ocurrió. Moreno y Sanz se tomaron aquella cerveza en la Plaza del Salvador para escenifica­r una concordia de diseño. Cada cuál interpretó lo que quiso en función de su nivel de ingenuidad. Nunca se han llevado bien. ¿Recuerdan quién era el candidato para presidir el PP andaluz promovido por María Dolores de Cospedal, entonces secretaria general, cuando se cruzó un secretario de Estado de Ana Mato llamado Juan Manuel Moreno? Sanz entonces ya fue el perfecto militante que mandó triturar los avales, no quiso enfrentars­e a Moreno en las urnas de un congreso y se borró de la aventura autonómica. Interpretó que el presidente Rajoy y la vicepresid­enta Soraya Sáenz de Santama

Sanz tiene que dejar de ser el perfecto militante para ejercer de buen alcalde

El alcalde no puede ser cautivo de San Telmo, tiene que hacer primar los intereses de Sevilla

ría avalaban, como así fue, al político malagueño. Cospedal no era un apoyo suficiente. “Juanma, tú lo has querido, todos te vamos a ayudar y yo el primero”, dijo Rajoy (“Chichichí”) en aquel congreso celebrado en 2014 en... Sevilla. Moreno arriesgó, apostó fuerte, sufrió y hoy es todo un barón en el PP nacional. Esa fue su lección que no le debe regatear ningún análisis cicatero.

Juanma ha entrado en Sevilla, de eso no hay duda, pero sigue mirando con recelo a algunos dirigentes de su partido. Sus razones tendrá como tiene sus muchos méritos la mayoría absoluta conseguida. Pero hoy la ciudad es la víctima de sus planes políticos. Ahora hay que recurrir a una ingeniería absurda, arriesgada e inédita en Sevilla que deja en evidencia que no hay capacidad ni interés en alcanzar acuerdos, que hace aflorar un tacticismo que se prima por encima de la deseable gestión en favor del interés general, y que revela por sí sola que a nadie importa la ciudad por encima de los objetivos del partido o de los candidatos.

El PP se siente como aquel del carrito de los helados cuando los focos se han encendido y se ha comprobado su negociació­n con Vox. De otra manera no se entiende el pasteleo de los de Abascal para proteger al delegado de Urbanismo en el Pleno donde debía dar cuenta de la polémica copa de Navidad que ahora ha denunciado la Fiscalía. Moreno mandó a los banderille­ros a quitarle ese toro de bronca embestida que considera que es el pacto con Vox. No se protege a la ciudad, sino los planes del líder autonómico. No se cree en la democracia de pactos, sino que se fuerza un mecanismo tan legal como discutible para gobernar en soledad. Un pacto del PP con Vox en Sevilla pondría a Moreno en el objetivo de los que denuncian que el centro-derecha se echa en manos de una formación que el propio Oseluí nunca ha visto como ultra-derecha, como declaró a este periódico el pasado diciembre en la tertulia El Zaguán. Es cierto que el alcalde anduvo sobrado desde su primer discurso, no cuidó al principio a su aliado natural, se jactó de que gobernaría solo porque en los planes estaba aguantar hasta que pasaran las elecciones generales y las europeas. En poco tiempo fue confirmand­o que el gobierno en minoría de un Ayuntamien­to como el de Sevilla es un suplicio, como siempre recordaba el socialista Manuel del Valle.

No hay esperanza alguna en que Sanz se plante y haga valer tanto los intereses de la ciudad como sus propios criterios. Tres días anduvo tratando de ganar tiempo, pero de nuevo ha sucumbido al aparato. La historia no se repite, es la misma. Cuesta pensar que el alcalde Francisco de la Torre se hubiera dejado manejar como el de Sevilla. No hay prestigio que no se gane sin riesgo. No hay libertad que no se conquiste sin magulladur­as ni soledades. Luis Sánchez-Moliní lo dejó escrito ayer con todo acierto y precisión en este periódico: “Tampoco se comprende que el alcalde Sanz no ponga en su lugar al presidente Moreno, le recuerde que él se debe exclusivam­ente a Sevilla y a su Ayuntamien­to y le deje claro que pactará con quien crea necesario para asegurar la gobernabil­idad de la ciudad. Al final seremos los ciudadanos los que paguemos”.

SE TRATA DE...

Se trata, ay, de que los autobuses, la Policía Local, el taxi y los servicios de limpieza funcionen. Se trata de que no nos cueste 15 años de espera cada línea del Metro. Se trata de que la ciudad prepare el plan integral de respuesta a los efectos negativos del gran fenómeno que marca la ciudad de este tiempo: el turismo. Se trata de que una vez por todas tengamos un protocolo municipal para los grandes eventos que cada vez acogemos con más frecuencia, se trata de cuidar el patrimonio histórico, se trata de la seguridad de las fiestas mayores que constituye­n nuestra marca y un porcentaje muy considerab­le de nuestro PIB, se trata de que haya colegios limpios, refrigerad­os a ser posible y talleres municipale­s variados en todos los distritos, se trata de que haya piscinas públicas, más sombra y menos urbanismo duro, fuentes en una ciudad que sufre cada vez más olas de calor, se trata de seguir apostando por el éxito del cuerpo de los serenos y, al fin, de ejercer de gran ciudad en España y fuera de ella. No se trata de los intereses del PP andaluz, no se trata del presidente de la Junta de Andalucía y sus planes de futuro, no se trata de evitarle polémicas a Moreno en sus debates nacionales o en su pugna con Ayuso, no se trata de que a toda costa y por encima de la ciudad alguien pueda decir que está libre de relaciones con Vox. Sobre todo porque Moreno alcanzó San Telmo con el Ciudadanos del ahora colocado Juan Marín y el Vox del juez Serrano.

No se trata de Juanma, que se benefició de un pacto por escrito con la muchachada de Abascal, sino de la ciudad. Se trata de que Oseluí deje de ser el perfecto militante para ejercer de buen alcalde. La libertad de pensamient­o y la aplicación de un criterio responsabl­e tienen un precio que no todo el mundo puede y quiere pagar. Sometamos a la ciudad a un estrés y a un desgaste absurdos porque los políticos no se ponen de acuerdo. Siguen con sus peleítas, como decía el cura Chamizo. San Telmo manda. No se trata de una cuestión de confianza, sino de prioridade­s. Sevilla debería estar por encima de todo. Como Moreno primó con buen criterio el cambio político en 2018, como el PP alcanzó acuerdos sobre servicios municipale­s con Bildu (que siempre provoca náuseas) en la Vitoria que gobernaba Javier Maroto, como el PP de Castilla-León, Valencia, Murcia y Extremadur­a gobierna apoyado en Vox. O como el PP de Segovia que acaba de firmar un acuerdo de gobierno municipal con Vox. Correspond­e a la oposición y a los medios de comunicaci­ón la necesaria fiscalizac­ión y el obligado seguimient­o de esos acuerdos de gobierno. ¿Y quién niega, como tantas veces ocurre, la posibilida­d de que el PP termine fagocitand­o a sus socios? Como el PSOE de Monteseirí­n acabó dejando fuera del Ayuntamien­to al Partido Andalucist­a en 2003, un pacto del que nació nada menos que la primera Línea del Metro, y después se apoyó durante ocho años en Izquierda Unida. Los focos se han encendido gracias a la informació­n veraz. Todos han quedado en evidencia, todos tienen una responsabi­lidad. Muchos consideran que Feijóo no alcanzó la Moncloa por culpa de los pactos autonómico­s del PP con Vox, pero muchos otros tenemos claro que el ridículo de la presidenta del PP extremeño, señora Guardiola, con un sonrojante espectácul­o de negación del pacto para acabar con su rúbrica, perjudicó mucho más a Feijóo y permitió la pervivenci­a del sanchismo. Nunca un alcalde del PP ha repetido en el cargo. Soledad Becerril anduvo falta de reflejos en la negociació­n política y no revalidó el cargo pese a ser una gran alcaldesa. Y Zoido perdió en cuatro años el mayor crédito político que ha obtenido un candidato porque sesteó más de la cuenta y fue víctima de una sobre-expectació­n. Sevilla fue cruel con Zoido. No se trata de marrullerí­a, sino de tener el criterio propio que un alcalde de Sevilla debe hacer valer siempre.

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ANTONIO PIZARRO Moreno y Sanz suben por la escalera principal del Ayuntamien­to de Sevilla.
 ?? ANTONIO PIZARRO ?? Pablo Casado y José Luis Sanz, en la convención nacional del PP en Sevilla.
ANTONIO PIZARRO Pablo Casado y José Luis Sanz, en la convención nacional del PP en Sevilla.
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